Buenos Aires y Asunción: Una historia en dos ciudades

A propósito del Encuentro ARPA, que acaba de realizarse el mes pasado en Encarnación, por la reactivación del territorio compartido de intercambio cultural entre Paraguay y Argentina, la doctora Beatriz González de Bosio nos guía en un recorrido sumario e intenso por la historia compartida entre ambos países y, fundándose en ella, reflexiona acerca de las posibilidades presentes y futuras de esta relación cultural bilateral.

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Con el fin de promover la reactivación del ARPA en cuanto territorio cultural estratégico compartido, acaba de realizarse en Encarnación un encuentro de referentes y promotores culturales y académicos de Paraguay y Argentina en el que se reflexionó sobre la situación de la circulación, el intercambio y la cooperación de actores, bienes y servicios culturales actualmente. Nada mejor, ante este proyecto, que considerar los puntos flacos y los fuertes que podemos inferir de nuestra larga historia compartida para pensar el futuro.

HACIENDO UN POCO DE HISTORIA

Uno de los padres de la patria argentina nació en la gobernación del Paraguay y Misiones, en la vecina Yapeyú. Se trata del brigadier general José de San Martín, que, al concluir la obra independentista en su país, armó un ejército, cruzó los Andes y liberó a Chile, de donde partió al Perú para enfrentar a los españoles. Luego de encontrarse con el otro libertador, Simón Bolívar, en una célebre conferencia en Guayaquil, San Martín se retiró de la lucha. Uno de sus lugartenientes principales fue el coronel José Félix Bogado, conocido como «el Paraguayo», de valiente trayectoria militar, que terminó sus días como comandante de los granaderos a caballo en Buenos Aires.

Buenos Aires fue siempre la puerta de ingreso de las ideas modernas, llegadas de Europa, y nuestros códigos, leyes, instituciones y la propia Constitución de 1870 tuvieron modelos argentinos. En materia artística, Buenos Aires fue el gran modelo a seguir. Y por mucho tiempo fue la Meca de los artistas paraguayos en materia folclórica musical. Quienes se destacaban en Buenos Aires eran automáticamente sindicados como los de mayor éxito en nuestro medio. El Derecho paraguayo se nutrió siempre de maestros argentinos, y también la literatura tuvo exponentes que saltaron a la fama en Buenos Aires. Si los creadores estadounidenses de principios del siglo XX tenían que pasar una temporada en París, los paraguayos tenían que pasarla en Buenos Aires. Nuestra universidad siempre reflejó los avances de las argentinas. Un particular impacto lo tuvo por mucho tiempo la Reforma de Córdoba, de 1918. Y Paraguay nunca podrá agradecer del todo la generosidad y el apoyo de Argentina durante la Guerra del Chaco, que algunos explican por la presencia y el capital argentinos en las fábricas tanineras de la Región Occidental; en realidad, el apoyo logístico, político y moral de Argentina a Paraguay, que se jugaba la existencia, fue mucho más allá de la simple protección de sus nacionales. Eran dos países hermanados ante una tragedia: la Guerra del Chaco. Argentina siempre fue el punto de refugio de los paraguayos perseguidos por razones políticas o por derrotas en guerras civiles. La última gran migración masiva fue después de la revolución de 1947, cuando el ejército paraguayo resultó diezmado luego de rebelarse contra el gobierno de Higinio Morínigo para sufrir una derrota. La contrapartida paraguaya en materia de generosidad y respeto fue el asilo político, institución iniciada por el doctor José Gaspar de Francia y por José Gervasio Artigas, quien encontró refugio y protección en el Paraguay, a pesar de tener precio su cabeza. Ese asilo político fue utilizado en 1955 para lograr la salida ilesa de su país al nuestro del general Juan Domingo Perón en una cañonera paraguaya y luego su traslado en un hidroavión de la Fuerza Aérea desde aquí a España, donde sufrió parte de su exilio.

El proceso de democratización en ambos países, tras sus dictaduras militares, culminó con el Tratado de Asunción, del 26 de marzo de 1991; los antiguos competidores se volvieron socios integracionistas a partir de esta unión aduanera.

En las cláusulas del tratado no se mencionaba el tema de la cultura. Sí el respeto al medio ambiente, el desarrollo científico y tecnológico y la elevación de la calidad de vida en un proceso de evolución de zona regional de libre comercio a mercado común.

En 1992, en una reunión de ministros de Educación, se firman protocolos de intenciones. Del 30 de setiembre al 2 de octubre de 1992 hay reuniones para promover la difusión de la cultura de los Estados partes y estimular el conocimiento mutuo de sus valores y tradiciones con emprendimientos y actividades culturales tanto conjuntos como regionales. En marzo de 1995, en Buenos Aires se elabora el Memorándum de Entendimiento: Legislación, Patrimonio, Industrias Culturales, Redes, Capacitación de Recursos Humanos y Relacionamiento Exterior, con interesantes programas, como declarar el guaraní lengua histórica del Mercosur.

Las ciudades fronterizas prácticamente no conocen divisiones, y encarnacenos y posadeños, así como formoseños y alberdeños, tienen tanto en común que cada ciudad parece una extensión de la otra. Los migrantes llevan consigo sus valores, costumbres, creencias y expresiones artísticas, lingüísticas y culturales, y eso nunca es más real que en las regiones fronterizas; por ello la música litoraleña argentina casi no se diferencia en sustancia de la música folclórica paraguaya. El guaraní se habla también en Corrientes, en Formosa y en Posadas. Muchos paraguayos van a santuarios argentinos como los de Salta, Rosario e Itatí, entre otros. En Semana Santa, el festival misionero de Tañarandy atrae un creciente número de visitantes argentinos. Los carnavales de Encarnación y de Corrientes son citas de honor en el calendario cultural y recreativo anual. Y la deliciosa chipa paraguaya ya no tiene frontera: se encuentra en las rutas argentinas. A propósito de esto, en materia fronteriza hay una tarea inconclusa, nunca todavía encarada de manera bilateral a pesar de su obvia importancia: el fortalecimiento turístico cultural unificado de la antigua presencia jesuita en las cercanías del Paraná. Una buena ruta jesuítica binacional es una obligación imperativa.

En el 2004 se crea la Asociación Regional de Integración Argentina-Paraguaya (ARPA). Sus autoridades son responsables del área de cultura de las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones, y de los departamentos fronterizos de Paraguay: Itapúa, Ñeembucú, Misiones y Central.

El sentimiento de hermandad entre los dos pueblos está confirmado por un largo proceso histórico que señala las respectivas fortalezas de ambas partes. Asunción concentró la actividad cultural original: el primer libro lo escribió un asunceno, Ruy Díaz de Guzmán, el primer Sínodo de Obispos regionales tuvo lugar en Asunción en 1603, la primera gran explosión en busca de libertad pronto cumplirá tres siglos y fue esa revolución, la de los comuneros, el verdadero antecedente de la independencia. Buenos Aires, por otro lado, dada su condición de punto de entrada de Europa, pronto destacó en la promoción del arte y la cultura, y las provincias argentinas, con su estructura federal, atesoraron una riquísima historia. Hoy, ambos países tienen la madurez y la confianza suficientes para encarar una fructífera relación cultural bilateral. Que, de hecho, ya está en marcha.

beagbosio@gmail.com

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