Buenos Aires y Asunción: Una historia en dos ciudades

A propósito del Encuentro ARPA, que acaba de realizarse en Encarnación, por la reactivación del intercambio cultural entre Paraguay y Argentina, la doctora Beatriz González de Bosio nos guía en un recorrido sumario e intenso por la historia compartida de ambos países y, fundándose en ella, reflexiona sobre las posibilidades presentes y futuras de esta relación cultural bilateral. Aquí, la primera parte; continúa el domingo próximo.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2059

Cargando...

Inaugurado con una apertura que contó en el momento artístico con la música de la concertista de guitarra Diana Ferreira y de Angélica Rodríguez, encarnacena de gran talento; con la presencia de la embajadora de Argentina en Paraguay, Ana María Corradi; de la directora nacional de Industrias Culturales del Ministerio de Cultura del vecino país, Natalia Calcagno; de la ministra de la Secretaría Nacional de Cultura, Mabel Causarano; del gobernador de Itapúa, Luis Gneiting; del intendente de Encarnación, Joel Maidana, y otras importantes autoridades; y con el objetivo de promover la reactivación del ARPA en cuanto territorio cultural estratégico compartido, se acaba de realizar en Encarnación un encuentro de referentes y promotores culturales y académicos de Paraguay y Argentina en el que se reflexionó sobre la circulación, el intercambio y la cooperación de actores, servicios y bienes culturales en el momento actual.

Nada mejor, ante este proyecto, que considerar los puntos flacos y los puntos fuertes que podemos inferir de nuestra larga historia compartida, para pensar el futuro.

HACIENDO UN POCO DE HISTORIA

Paraguay fue un desprendimiento de la empresa colonizadora de don Pedro de Mendoza, primer adelantado del Río de la Plata, asentada en Buenos Aires (1536). Por la hostilidad de las poblaciones locales, la capital pasa al norte, a la ciudad de Asunción, fundada en 1537 por Juan de Salazar y Espinoza y convertida en centro de la conquista del Río de la Plata cuando el objetivo de llegar al Perú por los ríos navegables perdió consistencia. Ya habían llegado por otro derrotero.

Buenos Aires, refundada en 1580 por Juan de Garay desde Asunción, se convirtió en la hermana menor, hasta que el primer gobernador criollo nacido en Asunción, Hernandarias, decidió dividir la Provincia Gigante de las Indias en dos gobernaciones, por Cédula Real de 1617: la provincia del Paraguay, con capital en Asunción, y la del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires.

Su condición de puerto hizo de Buenos Aires el centro de la presencia hispana colonial, como lo confirma la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776.

Cuando tuvieron lugar las invasiones inglesas al Río de la Plata, ya entrado el siglo XVIII, desde Paraguay se montaron expediciones para expulsar a los invasores.

Casi simultáneamente, la invasión napoleónica de la península ibérica puso en marcha el proceso independentista, que culminó con el desmembramiento del antiguo Virreinato en cuatro estados soberanos: las Provincias Unidas del Río de la Plata, la República del Paraguay, la República Oriental del Uruguay y la República de Bolivia.

Le tomó cuatro décadas al gobierno porteño convencerse de que Paraguay no sería parte de su territorio. Y eso ocurrió en 1852, con el Tratado Varela Derqui, de reconocimiento de nuestra Independencia.

Una prueba de la importancia de las Provincias Argentinas capitaneadas por Buenos Aires es que solo a partir de este tratado las grandes potencias internacionales comenzaron a reconocer y a establecer relaciones bilaterales con el Paraguay. Ese fue el caso de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Prusia, entre otros.

Simultáneamente, se comenzó a vislumbrar la apertura de los ríos internacionales al comercio, lo que motivó un crecimiento económico importante en el caso paraguayo, con la aparición de un estado desarrollista, autónomo y solvente que envió estudiantes becados por el gobierno a Europa e importó más de dos centenas de técnicos europeos, la mayoría británicos, para apurar un desarrollo económico, educacional y científico en la República.

La importancia estratégica regional del Paraguay hizo que los vecinos frecuentemente solicitaran apoyo político y también militar, cosa que los gobernantes paraguayos supieron mantener a raya. No obstante, la unificación final de la República Argentina, hasta entonces escindida entre Buenos Aires y Paraná y Entre Ríos, fue tarea diplomática de la competencia del general Francisco Solano López; el Pacto de San José de Flores del 11 de noviembre de 1859 dejó sentada la unidad argentina, bajo la preeminencia de Buenos Aires.

Se sabe que en las celebraciones de gratitud a López su paso había sido regado por una alfombra de pétalos, gracias a la cual una calle bonaerense recibió su nombre, Florida.

Sin embargo, los desencuentros regionales con la potencia imperial de Río de Janeiro y la política pendular del Uruguay, sus vecinos del norte y el sur, motivaron la conflagración más larga y sangrienta de la historia americana, la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), que culminó con la ocupación del Paraguay por fuerzas de la Argentina y el Brasil.

El Paraguay emergente de la hecatombe fue capaz de ir logrando concesiones de los triunfadores gracias a la inmediata competencia entre estos por ejercer influencias.

Entre 1870 y 1904, la influencia brasileña fue abrumadora en política. Pero en economía la dependencia del comercio paraguayo de los ríos Paraguay y Paraná y del Puerto de Buenos Aires hizo a Argentina determinante para nuestra economía y, por ende, nuestra política.

A partir de 1904, con la llegada al poder del Partido Liberal, cuyos prohombres también estuvieron exiliados en Buenos Aires, la influencia Argentina creció por aproximadamente tres décadas; fue la época en que un distinguido diplomático argentino llegó a sugerir a su cancillería tratar al Paraguay como una provincia más del norte argentino (Cantilo).

Buenos Aires era el puerto de entrada de las comunicaciones fluviales, y los frecuentes viajes de los dignatarios que necesariamente hacían trasbordo en él eran aprovechados para visitas de Estado a sus pares argentinos. Así, en el puerto de Buenos Aires se reunieron los presidentes Gondra e Yrigoyen, Eusebio Ayala y Agustín P. Justo, entre otros.

(Continúa el próximo domingo...)

beagbosio@gmail.com

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...