La producción de vinos en Paraguay

Ulderico Abraham Thommen (*) Fotos: MATKEI Generalmente, se tilda de imposible la producción de vino en nuestro país, pero nadie puede explicar las razones con argumentos válidos. Nosotros nos preguntamos: ¿Como es que el Paraguay con sus extensas tierras no se dedica a esta noble tradición milenaria de muchas civilizaciones? Para entender las razones, es necesario examinar la historia del país.

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Los primeros que aclimataron la Vitis vinifera (uva cultivada) en el continente sudamericano fueron los españoles. Tenemos que recordar que cuando el Paraguay era todavía colonia española, el país fue exportador de vino. La Guerra de la Triple Alianza puso fin a todo y tuvo como consecuencia que los viñedos fueron extirpados. Recién en 1908, el agricultor alemán Carlos Voigt, emigrando a nuestro país desde el Río Grande del Sul (Brasil), reanudó la vinicultura en la zona del Guairá.
Como ya en aquel tiempo la gente privilegiada se daba por competente y, tratando de desorientar a las autoridades con informaciones incorrectas, se creó la falsa opinión de que el Paraguay no califica como región vinícola. A pesar de esta opinión pública, el señor Voigt logró óptimos resultados. Por el contrario, la planta no dejó nada que desear en cuanto al desarrollo y fructificación. Por otra parte, la deficiente calidad de la uva existente lo desafió a ir en búsqueda de una vid más calificada para nuestro suelo y clima. Convencido de sus éxitos en la práctica, no abandonó sus esfuerzos e intentó importar 45 variedades de vid para llevar adelante el cultivo de vino en Paraguay. Pero sus buenas intenciones fracasaron por varias dificultades y procedimientos burocráticos aduaneros que, como consecuencia, convirtió la mayor parte de la preciosa colección en leña seca. Se pudo salvar una sola variedad (la híbrida “Gamay”) que como resultado dejó un excelente vino tinto (rendimiento 70% vino puro). Al final de la década del 20 del siglo pasado, la obra de Voigt como creador de la industria vitivinícola del Paraguay fue continuada con éxito por el Sr. Werner Siebold Ereck. Resultó que, en 1939, cuatro calidades se aclimataron bien, dando buenos resultados. En particular, la variedad “Seibel” se mostró muy resistente, vigorosa y fértil (rendimiento de jugo 79%, 20% en glucosa) y con la fermentación alcohólica logrando una graduación natural del 10%.
Poco después, los grandes esfuerzos de estos pioneros de la viticultura en nuestro país, por tiempos de grandes disturbios políticos, fueron ignorados y quedaron en el olvido. Más adelante, los viñadores en tierra paraguaya quedaron muy afectados y desplazados por el contrabando creciente del vino de países vecinos.
Por varias razones, el Paraguay nunca fue considerado una nación de consumidores de vino. Por la falta de conocimiento de la enología y, de otro lado, la imposibilidad de acceso por la mayor parte de la población por falta de poder adquisitivo. A pesar de que en la última década siempre más vinos, en particular de origen argentino y chileno, están en oferta en el país, todavía no existe una amplitud del surtido por calidad, sino la selección por unos importadores privilegiados por una posición de monopolio.
Acerca de la viticultura tenemos que tomar en cuenta que los elementos decisivos para un buen vino son el suelo, el clima y tipo de vid adecuados. Se agrega la capacidad humana, la dedicación personal y sinceridad del viticultor. Quiere decir que el suelo y el clima, y no el marketing comercial, representan el regalo bendito de la naturaleza que finalmente distingue el carácter individual y único del vino. Las cepas son iguales a los seres humanos: existe una gran diversidad y cada uno es interesante. El resto depende del gusto de cada uno. Con la inclinación de parte de la industria moderna de productos alimenticios, poniendo énfasis más al paladar del consumidor que al sabor natural, en muchas ocasiones, al final, el vino está sometido a la clarificación como reforzante del sabor según los criterios individuales del viticultor.
Viviendo en un mundo con el aire, aguas y suelos siempre más contaminados, el viticultor, durante las últimas décadas, presta siempre más atención a la recuperación de un suelo natural. La viticultura nos enseña que cuanto más intervenimos con la ayuda de la ciencia y la tecnología, al final, las observaciones y manifestaciones dadas por la naturaleza tienen razón. También se hace el esfuerzo de reducir considerablemente la aplicación de fungicidas, herbicidas y pesticidas. Esta nueva conciencia sirve a la recuperación del arte de fomentar el proceso de la propia naturaleza. Es obvio que con el consumo creciente de vino a nivel mundial la calidad de la producción industrial masiva no siempre observa las reglas de la elaboración de un vino genuino. Con cada procedimiento adicional y manipulativo no se extraen sólo los factores negativos, sino también factores positivos del vino en estado natural.
El señor Gerhard Bühler, de Colonia Independencia (Guairá), como experto en vinos aceptó el desafío de continuar con la tradición de la viticultura en Paraguay. Como bodeguero muy comprometido, él acompaña su vino como la madre a sus hijos. El renuncia a los métodos modernos que no puedan garantizar un vino natural. Sus pruebas del suelo analizados en laboratorios de Alemania dieron excelentes resultados, así como también sus esfuerzos para una viticultura más humana. Finalmente, tenemos que tomar en consideración las filosofías y criterios distintos que se desarrollaron en la historia de los vitivinicultores. Existen dos criterios. De un lado, la tradición francesa-italiana, que prioriza el lugar de origen cual define al mismo tiempo la calidad; y, de otro lado, la tradición alemana que se orienta con base en la transparencia, priorizando la clasificación de la calidad según el contenido de azúcar de la uva (fructosa) medido a base de la densidad específica.
La respuesta final es que el Paraguay califica como país apto para la viticultura. Tenemos una luz del sol generosa, una composición del suelo adecuada y una gran parte de la naturaleza todavía no contaminada. Lo único que falta es gente comprometida con este desafío y la conciencia de preferir los alimentos que crecen en nuestro suelo. Además, el vino, y en particular el vino producido bajo un proceso de lo más natural posible, mantienen muchos factores positivos para nuestra salud. De las bebidas alcohólicas, el vino cuenta como la única excepción que no daña la salud, en especial el vino tinto que es rico en antioxidantes, bajando el nivel del colesterol, aumentando el HDL (colesterol bueno) y mejorando la circulación sanguínea. Como que somos un pueblo con un alto consumo de carnes rojas, existe un alto porcentaje de gente con deficiencias cardiovasculares, el vino no es sólo una bebida noble, sino una contribución a nuestra salud. Además, los vinos de la bodega “Vino Vista Alegre” de Gerhard Bühler pueden disfrutar también los que sufren de diabetes.
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