Yataity Corá: 150 años

Mañana se cumplen 150 años de la célebre entrevista realizada, una infructuosa iniciativa intentando negociar una paz que no pudo ser. El fracaso de las conversaciones y el empecinamiento brasileño –que tenía la batuta en este gran desconcierto– hizo que la guerra continuara por varios años con su reguero de muerte, sufrimiento y cuasi exterminio de la nación paraguaya.

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Luego del desembarco aliado aquende del río Paraná, las batallas de Tuyutí y el envío de miles de hombres por el Imperio brasileño al frente de batalla, para desbaratar los planes aliados, el mariscal Francisco Solano López resolvió presentar resistencia, lo que llevó a enfrentarse a tropas argentinas en el amplio palmar conocido como Yataity Corá, entre el 10 y 11 de julio de 1866.

En búsqueda de una esquiva paz

En este escenario tuvo lugar dos meses después el intento de pacificar los espíritus y retornar a una convivencia armónica entre los beligerantes. Con ese espíritu conciliador, el mariscal López propuso al comandante aliado Mitre celebrar una entrevista con los representantes de los tres ejércitos enemigos. Para el efecto, al atardecer del 10 de setiembre envió como emisario, bajo bandera de parlamento, a su ayudante de campo el coronel Martínez, quien no pudo cumplir su cometido, pues fue rechazado a balazos por las avanzadas argentinas.

Un nuevo intento de parlamentar se realizó al día siguiente, 11 de setiembre, esta vez con éxito.

De esa manera, la nota enviada por López fue entregada a Mitre. La misma decía:

“Cuartel General en Paso-pucú, 11 de setiembre de 1866 – Al Excmo. Sr. Brigadier General D. Bartolomé Mitre, Presidente de la República Argentina, y General en Jefe del Ejército Aliado – Tengo el honor de invitar a V. E. a una entrevista personal entre nuestras líneas, el día y hora que V. E. señale. – Dios guarde a V. E. – Francisco S. López”.

Inmediatamente de recibida la nota, Mitre se dirigió junto al general Polydoro, reuniéndose también con el general Flores. Los jefes aliados se mostraron favorables a aceptar una reunión entre Mitre y López.

La respuesta del argentino fue la siguiente:

“Cuartel General del Ejército Aliado, 11 de setiembre de 1866 – Al Excmo. Sr. Mariscal Don Francisco S. López, Presidente de la República del Paraguay, y General en Jefe de su Ejército – Tuve la honra de recibir la comunicación de V. E. fecha de hoy, invitándome a una entrevista personal entre nuestras líneas, el día y la hora que se conviniese; y, respondiendo, debo decir a V. E. que acepto la entrevista propuesta, y me hallaré mañana a las 9 de la mañana, en el punto de nuestras respectivas líneas, en el Paso de ‘Yataity Corá’, llevando una escolta de veinte hombres, que dejaré a la altura de mis avanzadas, adelantándome en persona en el terreno intermediario para el fin indicado, si V. E. se conforma con eso. – Dios guarde a V. E. muchos años – Bartolomé Mitre”.

A su vez, López respondió en los siguientes términos:

“Cuartel General en Paso-pucú, 11 de setiembre de 1866 – Al Excmo. Sr. Brigadier General don Bartolomé Mitre, Presidente de la República Argentina y General en Jefe del Ejército Aliado – Acabo de tener el honor de recibir la respuesta que V. E. se ha dignado dar a mi propuesta de entrevista de esta mañana, y agradeciendo a V. E. la aceptación que de ella hace, me conformaré con el proceder que V. E. se propone y cumpliré el deber de no faltar a la hora indicada – Dios guarde a V. E. muchos años – Francisco S. López”.

La conferencia buscando la paz

El 12 de setiembre de 1886, en la mañana temprano, subido en un carruaje, López marchó al lugar convenido para la reunión. Posteriormente, montó en su caballo escoltado por 24 jinetes. Convenientemente emboscado, se encontraba un batallón de rifleros. Su séquito lo conformaba una treintena de oficiales, el general Vicente Barrios, y sus hermanos Venancio y Benigno López.

Mitre concurrió acompañado de su Estado Mayor y una escolta de una veintena de jinetes.

En un momento dado, las escoltas detuvieron su marcha y ambos presidentes avanzaron hasta encontrarse uno al lado del otro. Se saludaron, descubriéndose y dándose las manos. Se apearon y luego de avanzar unos pasos iniciaron la conversación a la sombra de las palmeras jata’i.

Invitados los otros jefes aliados, solo concurrió brevemente Flores, quien fue apostrofado por López de ser el causante de la guerra. Un breve cruce de palabras y Flores se alejó del lugar.

Luego de las presentaciones de rigor y el saludo de los altos oficiales que acompañaban a ambos, una vez solos, ambos presidentes conferenciaron durante cinco largas horas, ora sentados –en sillas llevadas por la escolta de López, al igual que una mesita–; ora parados, ora paseándose, fumando cigarros…

El resultado de aquellas largas horas de conversación fue estéril. López no aceptó un arreglo de paz bajo las bases del tratado de Alianza y que resistiría hasta el final.

Terminada la entrevista, López ordenó se acercara tinta, plumas y papel, y dictó a un escribiente:

“S. E. el Sr. Mariscal López, Presidente de la República del Paraguay en su entrevista del 12 de setiembre invitó a S. E. el Presidente de la República Argentina, General en Jefe del Ejército Aliado, a procurar medios conciliatorios e igualmente honrosos para todos los beligerantes, a fin de ver si la sangre hasta aquí derramada no puede considerarse suficiente para lavar sus mutuos agravios, poniendo término a la guerra más sangrienta de Sud-América, por medio de satisfacciones mutuas e igualmente honrosas y equitativas, que garanticen un estado permanente de paz y sincera amistad entre los beligerantes”.

Oído el tenor del protocolo, Mitre respondió que “se refería a su gobierno y a la decisión de los aliados, según sus compromisos”.

Antes de separarse brindaron con coñac e intercambiaron sus látigos en recuerdo de la entrevista. López, además, obsequió al general Mitre con algunos cigarros. Mitre aseguró a López, al despedirse, que las operaciones de la guerra serían llevadas adelante con el mayor vigor.

Las cuestiones tratadas en la conferencia quedaron selladas con estas dos notas siguientes:

“Cuartel general en Curuzú, 14 de setiembre de 1866. – A S. E. el Sr. Mariscal D. Francisco S. López, presidente de la República del Paraguay y general en Jefe de su Ejército – Tengo el honor de transmitir al conocimiento de V. S., conforme habíamos convenido, que habiendo comunicado a los aliados, cual era de mi deber, la invitación conciliatoria que V. E. se sirvió hacerme el día 12 del corriente en nuestra entrevista de Yataity Corá, resolvimos de conformidad con lo ya declarado por mí aquella ocasión, referir todo a la decisión de los respectivos gobiernos, sin hacer modificación alguna en la situación de los beligerantes – Dios guarde a V. E. muchos años – Bartolomé Mitre”.

Y la respuesta paraguaya:

“Cuartel General en Paso-pucú, 15 de setiembre de 1866 – Al Excmo. Señor Brigadier General D. Bartolomé Mitre, Presidente de la República Argentina y General en Jefe del Ejército Aliado – Acuso recibo de la nota que ayer tarde V. E. me hizo el honor de dirigir de su Cuartel General en Curuzú, diciéndome que había acordado con sus aliados referir a sus respectivos gobiernos el asunto de nuestra entrevista del 12 en Yataity-Corá. Nada me detuvo ante la idea de ofrecer por mi parte la última tentativa de conciliación, que pusiese término al torrente de sangre que derramamos en la presente guerra, y me asiste la satisfacción de haber dado así la más alta prueba de patriotismo, ante mi país y la humanidad, y ante el mundo imparcial que nos observa – Dios guarde a V. E. – Francisco Solano López”.

De esa manera terminó el intento paraguayo por conseguir una solución al estado de beligerancia que, desde más de un año, venía regando de sangre, muerte y desolación el territorio sudamericano. El fracaso de esta negociación llevó a prolongar la guerra por casi cuatro años, significando ese hecho la marca indeleble que signó la historia de nuestro país.

surucua@abc.com.py

Fotos ABC Color/Archivo.

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