¡Volver al patio!

Los avances tecnológicos se llevaron consigo un sinfín de horas al aire libre, en las que los más pequeños podían jugar con su creatividad. La sicopedagoga Peggy Martínez explica la importancia del juego para el desarrollo físico y emocional del niño e invita a los padres a ¡volver al patio!

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“Los niños empiezan a jugar desde el vientre materno, se mueven e incluso se sabe que el ser humano hace muchísimos ejercicios motores durante su gestación. Cuando nacen, rápidamente empiezan a mover sus manitos, patalean, al mes y medio ya están jugando con la saliva, por ejemplo, balbucean, buscan la manera de alcanzar las cosas, mueven los sonajeros, escuchan y aprenden jugando desde muy chiquititos, cosa que los adultos muchas veces ignoramos”, explica la sicopedagoga Peggy Martínez, experta en infancia, máster en educación con énfasis en investigación.

A los meses de vida, el bebé inconscientemente agarra objetos y los tira al piso esperando que el adulto se lo devuelva, y repite esto varias veces. “En ese momento, el pequeño está aprendiendo a medir el espacio, cuando se trepa está midiendo si puede subir, si puede bajar, carga y descarga cajas, todo es parte del proceso de aprendizaje”, dice.

Sin embargo, explica, en la actualidad se perdió el movimiento del niño, que explore y que corra. Y al chico le fascinan esas cosas como tocar, mirar, oler, crear cosas. Antes se jugaban, por ejemplo, con pastito, un pedazo de madera y otros elementos cotidianos, lo que le daba otro valor al juego. El chico de hoy no tiene ese tipo de experiencias si no vive cerca del campo.

Martínez hace énfasis en que “somos los padres quienes debemos ocuparnos de jugar con los chicos. El niño no necesita muchos objetos ni juguetes caros, porque inventa cosas para jugar. El chico convierte un palo de escoba en caballo, un vasito de plástico en un bonete; no se necesita mucho”.

Ausencia parental

La experta asegura que en la actualidad “los padres no se quieren ocupar de jugar con los chicos, entonces les es más fácil comprarle una tableta o un celular para que se queden quietos y tranquilos. Antes era solamente el televisor, pero a medida que aumenta el ‘desarrollo tecnológico’, se va privando al niño de crecer en un jardín en el que pueda explorar, jugar, crear y divertirse”.

Los menores tienen que moverse, jugar, caerse y saber perder para poder desarrollarse. Hay niños que tienen problemas en las escuelas desde muy temprana edad porque no están acostumbrados al movimiento. Según Martínez, incluso hay niños que ni siquiera caminan, viven en los automóviles, en sus casas están todo el tiempo con el celular o la computadora y son estos elementos los que los privan del movimiento, los hacen ociosos y llevan una vida sedentaria en plena infancia, sin siquiera haber desarrollado todas sus capacidades motoras.

El moverse implica explorar, medir, reconocer formas. El niño va aprendiendo a identificar espacios en los que podrá o no caber. “Si el chico entra bajo la mesa y se golpea, la próxima vez va a saber que se debe agachar más; esta es una cadena que más tarde le servirá para meterse a un auto y conducir con precisión. Los niños tienen que reconocer los espacios, trepar, caminar, correr y saltar, algo que es imposible de lograr si están todo el tiempo quietos”, dice.

La experta hace énfasis en que “sin duda, somos los adultos los encargados de propiciar este ambiente. Los niños reclaman esa atención todo el tiempo, pero los padres los ignoran o, lo que es peor, pasan horas atentos a sus teléfonos móviles, en el tiempo que debería pertenecer exclusivamente a sus hijos. Es lamentable ver a los padres casi hipnotizados por sus celulares, ignorando por completo al niño que está gritando a su lado; escena común en estos días”.

Expresión natural

El juego es una expresión natural en los seres vivientes; actividad que se realiza para la diversión, pero, en muchos casos, como lo menciona Martínez, sirve como herramienta educativa, pues es un ejercicio recreativo sometido a reglas. La primera referencia que existe data del año 3000 a. C. y está presente en todas las culturas.

En las comunidades indígenas, el juego es un elemento de aprendizaje; juegan al arco y flecha, porque en el futuro deben salir a cazar y defenderse con estos elementos. En algunas parcialidades, los pequeños juegan en los árboles, porque tienen que lograr habilidades motoras; el cuerpo mismo de ellos está preparado para correr, moverse, subir y trepar. Las pelotas, cuyas variantes son casi infinitas, están presentes en todas las parcialidades.

El juego le permite al niño además aprender importantes lecciones para la vida, sobre todo aquellos juegos tradicionales. “El chico que juega al pasará, pasará tiene que aprender el orden, pues está obligado a esperar su turno y respetar el de los demás, así como a medir fuerzas para no perder, y eso constituye un valor. No se puede hacer trampa y esa es una norma que más adelante le servirá para la convivencia social. Pero no todo puede hacerlo solo; él necesita que sus padres o adultos responsables estén cerca, lo orienten y le aclaren sus dudas, lo más importante es que pueda sentir que se ocupan de él”.

Es por ello que la experta hace énfasis en que “los adultos deben buscar un tiempo para los chicos, no se puede pasar todo el tiempo diciendo ‘después voy a hacer, ahora no puedo’. Nunca puede; así se pasa la vida, no hay una relación con los chicos y la situación se va extendiendo aun cuando crecen. Después, sale una familia a almorzar y uno los ve a todos mensajeando por su cuenta y nadie conversa; algo realmente inexplicable”.

Los juegos son imprescindibles en todo el desarrollo integral de las personas. También se pueden prevenir problemas de conducta y personalidad, incluso, a través del tiempo que se dedica al gozo de los niños.

“Hay un principio en sicología que dice que cuanto más juega el niño, mejor desarrollo emocional obtiene. Eso implica que el chico pueda conectarse, inventar, tomarse el tiempo que sea necesario para crear y divertirse”. Los padres deben tener siempre presente que si el niño no tiene un juguete, buscará la forma de crear uno, aquí no depende de la capacidad económica que muchas veces los padres se pasan la vida buscando, trabajando incontables horas para ganar más, comprar más y tener más, cuando lo que en realidad necesita es tan fácil y económico como una mañana de juegos para aprender a volar una pandorga, jugar al fútbol o, simplemente, correr en el parque.

Juegos tradicionales

Algunos de los juegos tradicionales más practicados y recordados por los padres son carrera vosa; pasará, pasará; descanso, tuka’e kañy (las escondidas), gallito ciego; balita, balita; tikichuela, pandorga, trompo; un, dos, tres, miro; entre otros, cuyas reglas pueden variar, pero que conservan la esencia y que, según Peggy Martínez, pueden desaparecer por un tiempo, pero con los años vuelven a ponerse “de moda”, porque son parte de la cultura paraguaya.

Modelos: Giuliano Yakusik para Sight Talent Agency, Máximo Ovelar, Luna y Emma Cohan, Anabella Samudio y Paolo Navarro. Prendas: Hering y Unicentro. Agradecimientos especiales: Botica Mágica y De la Casa Pederzanni.

 mbareiro@abc.com.py 

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