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“Recuerdo que todo empezó con un dolor en el hombro derecho, que me llevo a sentir una bolita en el pecho izquierdo… A la semana, me encontraba en un sanatorio quitándome un nódulo mamario aparentemente de características benignas, pero la biopsia determinó otro resultado. El día que me dieron la noticia, recuerdo que había llegado del trabajo, y vi el rostro de mi mamá muy diferente y a mi papá en casa, en un horario no habitual. Me dijeron: ‘Hija, el doctor quiere vernos a todos en su consultorio. Están tus resultados’. En ese momento mil preguntas vinieron a mi mente, mi corazón empezó a latir tan rápido y, para mí, era obvio que algo no andaba bien. Estábamos en el consultorio: mamá, papá; Alfre, mi hermano; mi novio, Maxi, y yo. El médico que me había operado hacía unos días estaba frente a mí y se le notaba en sus expresiones que no me iba a dar una noticia muy agradable... ‘Los resultados nos indicaron que es cáncer’, esa fue la frase que me quedó en la mente”, relata Laura Gaona, una sobreviviente del cáncer de mama.
La palabra cáncer retumbó en su cabeza. Una angustia “difícil de controlar” invadió su cuerpo y comenzó a temblar. El llanto no se hizo esperar. “Fue devastador y más escucharle a mi mamá en un llanto incontenible”, recuerda.
En tanto, el médico trataba de explicar sobre los avances esperanzadores y que había que ganarle al tiempo. “Esta enfermedad es grave, pero no imposible de vencer”, les dijo, pero en ese momento las palabras no surtieron efecto.
Laura tenía 24 años y estaba hablando de cáncer de mama, radiación, quimioterapia, metástasis y la posibilidad de extirparse un órgano. “Todas esas noticias en menos de 30 min. Cuando mi máxima cercanía con el cáncer era ver a una persona sin pelo caminando por la calle. Mentiría si dijera que no pensé en mi muerte; la verdad es que mucho tiempo rondó ese pensamiento. Me llevaba a un lugar muy oscuro de mí ser, en el que realmente no disfrutaba estar. Era muy agotador estar triste todo el tiempo”, confiesa.
Y pasaron los meses… “Ya no podía ir al trabajo y tuve que dejar la facultad. El cáncer estaba sacándome cada parte de mi vida. Me miraba al espejo y ya no me reconocía. Mi cuerpo estaba débil, totalmente agotado de la quimioterapia; tuve muchos síntomas desagradables. Y esos malestares hacían que mi corazón se vuelva aún más débil”, expresa.
Pero ella confió en un ser superior. “Me entregué y confié plenamente en Dios, estoy convencida de que soy uno de sus milagros. Recuerdo una vez, en la oración, le dije a Dios que no iba a hacerle la pregunta si es que merecía o no tener algo así. Nadie merece algo así. Y le dije que en ese lugar oscuro no quería estar, porque no era feliz; ese lugar invadido de tristeza no me representaba.
Mi estado de ánimo iba cambiando a media que aumentaba mi fe y cada día me sentía mejor, hasta el punto de entender que esta enfermedad se convertiría en una gran maestra”, admite.
Se rodeó de personas fantásticas: familiares y amigos que, poco a poco, fueron sanándole. “La actitud con la que enfrentás la enfermedad es la que va a guiar tu camino. Por eso hay que optar por vivir intensamente cada día como si fuera realmente el último, no como si tuvieras cáncer. El cáncer no es muerte, es vida”, dice.
Es su compañero de vida; en cada plan se presenta, pero no le condiciona. “Aprendí que el cáncer no es sinónimo de muerte, sino de valentía y coraje”.
En todo ese proceso doloroso, la prevención fue esencial. “Recurrir inmediatamente al médico ante la menor molestia ayudó en mi recuperación. Aprendí que un autoexamen salvó mi vida. Y la que tengo después del cáncer es realmente fantástica”.
La detección precoz es la que salva vidas. El mastólogo Carlos Bittar afirma que los chequeos médicos periódicos son esenciales para detectar a tiempo un cáncer de mama. “Nuestro país acompaña los avances mundiales en cuanto a tecnología. Pero hay que ser constante en los chequeos anuales, mamografía y ecografía mamaria. La autoexploración y las mamografías son las herramientas más útiles para encontrar bultos sospechosos en las mamas. En general, esta última técnica facilita la detección de pequeños bultos, difíciles de predecir mediante la palpación del pecho. Esta prueba debe repetirse anualmente a partir de los 35 o 40 años, dependiendo de los antecedentes familiares de cáncer de mama”, sostiene el médico.
También, se habla de un mapeo o consejo genético; es decir, un estudio del patrón genético de un paciente con un tumor, en este caso, cáncer de mama. En primer lugar, se realiza una historia familiar para conocer el número de familiares afectados, la edad en la que fueron diagnosticados del tumor maligno y el grado de cosanguineidad. Es posible conocer algunas alteraciones genéticas que puedan existir en familiares cercanos, estudiándolas en células de sangre periférica. Con ello, se puede saber si una persona es portadora de mutaciones en algunos genes, relacionados con el cáncer de mama, ovario y otros.
Para ayudar en el éxito de esa conciencia preventiva, en nuestro país existe la Asociación de Mujeres de Apoyo Contra el Cáncer de Mama (Amacma). Nació en el 2008, mediante el impulso de la Dra. Raquel Arzamendia junto con Miriam Sanguinetti. Los objetivos principales de Amacma son, justamente, promover e incentivar la realización del autoexamen de mamas y mamografías en forma periódica; alertar, educar y sensibilizar a la población respecto a este mal; apoyar emocionalmente a las mujeres –y su grupo familiar– frente al diagnóstico.
Sin duda, el cáncer de mama es el tipo de cáncer más frecuente en mujeres, en el mundo. Según estadísticas, una de cada ocho puede padecer la enfermedad y cada 30 s se diagnostica un nuevo caso. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 83 mujeres fallecen cada día a causa de esto, lo que significa una víctima cada 20 min. En el Paraguay se diagnostican más de mil casos por año y el índice de mortalidad es del 30 %. Sin embargo, este tipo de cáncer –a diferencia de otros– se puede detectar a tiempo si la mujer está al tanto de sus síntomas, y mantiene un programa permanente y sistemático de autoexploración.
La Dra. Graciela Gómez, presidenta de la Sociedad Paraguaya de Oncología, insiste en los exámenes anuales de mamografía y ecografía, ya que muchas veces los nódulos muy pequeños no se detectan con las palpaciones. Habla también de los diagnósticos personalizados a nivel molecular, que engloban un conjunto de técnicas de biología molecular empleadas para la identificación de los defectos moleculares subyacentes en una enfermedad de carácter hereditario, o bien, para la detección de enfermedades infecciosas, ya sean de origen vírico, bacteriano o fúngico.
En fin. Lo claro es que hay que crear conciencia sobre la detección precoz del cáncer de mama. Como bien dice la sobreviviente Laura Gaona: “Deberíamos crear conciencia y contarle a todo el mundo que el cáncer se cura si lo detectamos a tiempo. Deberíamos unirnos y pelear por un sistema de salud que brinde al enfermo de cáncer y sus familiares el soporte para salir adelante de esta enfermedad. Un sistema de salud que dé la oportunidad de pelear contra el cáncer, otorgando medicamentos y capacitando a los personales de blanco, quienes son nuestros guías aquí en la Tierra”.
Poné en tu pecho una flor de tajy
El Instituto Nacional del Cáncer (Incan) lanza la campaña denominada “En octubre, poné en tu pecho una flor de tajy”. La iniciativa de comunicación por redes sociales está dirigida a mujeres residentes de Areguá. Las participantes llenarán sus redes sociales con el símbolo internacional de lucha contra el cáncer de mama: el lazo rosa, que ahora está unido a una flor de tajy rosado en un logotipo, para simbolizar que la prevención y detección temprana del cáncer de mama en el Paraguay son posibles.
Las mujeres de esta campaña difundirán mensajes y piezas comunicacionales con el fin de llegar a amigas, conocidas o familiares de Areguá y el país mediante su red social en Facebook.
Desde la Incan instan a todas las paraguayas a ser preventivas y realizarse los controles correspondientes. Uno de ellos es la mamografía de manera anual desde los 40 años o, en caso de tener un familiar que haya tenido cáncer de mama, controlarse desde los 35 años. Cada una debe ser consciente de su cuerpo, palparse y realizarse estudios, un hábito de todas.
Yo sobreviví
“A todas mis hermanas y hermanos de esta lucha, les digo, una vez más: la actitud con la que enfrenten la enfermedad es la que va a guiar su destino. Si son pocos o no los días que nos quedan en este mundo, que sean intensamente fantásticos. Un abrazo color rosa por la lucha contra el cáncer de mama. 28 años, con 10 meses de tratamiento, dos operaciones, ocho quimioterapias, 30 radiaciones, y tres años y seis meses libre de cáncer”. (Laura Gaona).
El fútbol apoya
El fútbol se suma al mes rosa. El año pasado, el club Olimpia comenzó con la iniciativa de sumarse a esta lucha utilizando una casaca especial con el número del dorsal rosa, el lazo y una pancarta para dar a conocer a Amacma. Este año, la marca Puma se suma a la causa con su campaña global #PumaProjectPink, al igual que en los demás países del mundo. El distintivo es una camiseta especial, de edición limitada, que usará el franjeado en sus partidos de torneo local durante octubre, mes de sensibilización sobre el cáncer de mama en todo el mundo.
Unas 3000 unidades de las camisetas que usará el equipo de fútbol están a la venta para el público, en el Shopping Mariscal, Shopping del Sol, Pinedo Shopping, Shopping Mariano, San Lorenzo Shopping y Paseo La Galería. Una parte de la venta total será donada a Amacma. Ya se entregaron G. 45 millones; si se vende el total de 3000 remeras, la donación se duplicará.
La campaña se lanzó por primera vez en el 2010 y fue organizada por un grupo de atletas de fútbol femenino, quienes buscaban apoyar el cáncer de mama. En esa oportunidad, se logró una donación de más de USD 60.000, que se destinó a la investigación del cáncer de mama y el Fondo de Educación de Magee-Womens Research Institute & Foundation.
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Fotos ABC Color/Heber Carballo/Archivo/Gentileza.