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Como diría Ripley: “Aunque usted no lo crea”, así fue. Durante un descansado coloquio con el escritor Osvaldo González Real, entre los diversos temas que salpicaban la tertulia vespertina, surgió el tema de algunos indígenas guaraníes que fueron importantes protagonistas de la historia regional, como Hilario Tapary, el guaraní en la Patagonia del siglo XVIII; Manuel Cumá, protagonista de nuestra independencia, o el guaraní gobernador de las islas Malvinas, en 1824.
Hoy rescatamos el nombre de uno de los indígenas guaraníes que llegaron a los más altos sitiales en la administración de territorios americanos, ocupando el cargo de comandante militar de las islas Malvinas, por disposición del Gobierno argentino, hace cerca de dos siglos.
¿Quién era Pablo Areguatí?
Fue un indígena guaraní nacido en el pueblo de San Miguel Arcángel, en los territorios conocidos como las Misiones Orientales. Miembro de una de las principales familias de su pueblo natal, era hijo del cacique Pascual Areguatí. Sus estudios iniciales los realizó en su pueblo, antigua reducción jesuítica y, a partir de 1783, en el Real Colegio de San Carlos, de Buenos Aires.
La ocupación portuguesa, en 1801, de los territorios donde había nacido, obligó a su familia a emigrar, como a muchas otras, al lado oriental del río Uruguay, radicándose en Mandisoví. Areguatí fue un destacado protagonista de los años de la independencia y, en 1811, ocupó el cargo de alcalde de la población entrerriana de Mandisoví, por disposición del general Manuel Belgrano. Además de alcalde, fue designado comandante de Milicias de dicho pueblo.
En los primeros lustros de la época independiente, Areguatí participó activamente de los acontecimientos que tomaron parte del proceso de la formación de los estados nacionales en el cono sur americano. Inclusive antes, pues fue uno de los protagonistas de las luchas por la independencia porteña, para luego participar de la vida política desarrollada a partir de mayo de 1810.
Fue un ferviente partidario del poder ejercido por Buenos Aires, lo que le llevó a enfrentarse con las posiciones que representaba el artiguismo en la región. Esa férrea postura le ganó las simpatías de los principales caudillos bonaerenses de la época, a tal punto que, en julio de 1811, el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Posadas, lo ascendió a capitán de Milicias.
Esta postura de Areguatí llevó a desencadenar un largo conflicto entre federalistas y antifederalistas, por lo que el guaraní tuvo que refugiarse en Santa Fe, primero y, luego, en Buenos Aires.
Areguatí, gobernador de las Malvinas
Radicado en Buenos Aires, Pablo Areguatí se dedicó al comercio, lo que le llevó a trabar interesantes vínculos con importantes hombres de empresa. Fue en esa época que el gobierno de Buenos Aires empezó a mirar con interés las posibilidades económicas de las islas Malvinas, además de satisfacer la necesidad de una ocupación permanente de ellas para consolidar su posesión.
En 1823, el gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, otorgó derechos de explotación de un importante territorio en las islas. El concesionario fue un argentino llamado Jorge Pacheco, quien para llevar adelante el emprendimiento se asoció con un alemán de ascendencia francesa, llamado Luis María Vernet.
A instancia de Pacheco y Vernet, Pablo Areguatí, el 18 de diciembre de 1823, fue nombrado comandante militar de las islas Malvinas, con el propósito de proteger los emprendimientos comerciales de ambos empresarios y de concretar la soberanía de Buenos Aires sobre esos territorios insulares.
El documento por el cual se solicitaba el concurso del guaraní, firmado por Pacheco y Vernet, dice:
"Excelentísimo Señor.
El ciudadano Jorge Pacheco a V.E. con su conocido respeto dice: que ya próxima a zarpar la expedición al Puerto de la Soledad de Malvinas a elaborar el usufructo de esta Isla con que la bondad de V.E. le agració, marcha con ella el capitán de Milicias retirado don Pablo Areguatí por el convenio que ha precedido entre ambos y como para el respeto de los peones y buques extranjeros convendría a los intereses del Estado y del suplicante el que hubiese una autoridad. V.E. se ha de servir darle el título de Comandante de aquel puerto sin sueldo alguno al dicho capitán. De este modo Señor Excelentísimo se posesiona la Provincia de aquella abandonada Isla, y aún hace que paguen los buques el derecho de anclaje, de que escrupulosamente se dará cuenta al erario: porque Areguatí piensa formar de los mismos peones una Compañía de Cívicos con sus cabos y sargentos, para darle a esta operación toda la representación posible en obsequio de una propiedad de la Patria, llevando las armas y municiones de cuenta de la negociación; y si V.E. hubiese a bien destinar algunos cañones de hierro, para defender al puerto de incursión, de piratas en aquellas abandonadas baterías, serían reparadas y puestas en aptitud de que sirvan al Gobierno, cuando quiera restablecer el presidio.
Yo he proyectado el domesticar ganado y poner con ellos una estancia en que apacenten hasta dos mil ovejas merinas, con el fin de hacer progresivas estas lanas al país; y para que se vea con la exactitud que cumpliré este ofrecimiento, hago esta petición subscripta por los fiadores que presento a V.E. suplicándole que para la realización de este proyecto, se sirva en virtud de sus altas y omnímodas facultades hacerme gracia y merced de los necesarios terrenos que ocuparé en tan abultados deberes; ordenando al comandante que he propuesto me dé posesión de ellos, como a un ciudadano de esta Provincia, quien defenderá aquel territorio como una propiedad sagrada de este Estado. Yo creo Exmo. Señor, que mi solicitud está caracterizada de la conveniencia y de la justicia, que pueden merecer la aceptación de V.E., y en esta confianza. A V.E. pido y suplico, que habiéndome por presentado, y en mérito de lo expuesto, se sirva proveer como he indicado y es de justicia que imploro".
Areguatí, al frente de una dotación de soldados, se instaló en Puerto Soledad, en febrero de 1824.
Areguatí, en ese entonces, ya era un oficial retirado y, para su beneficio, los concesionarios le habían otorgado un importante terreno para dedicarse a la cría de ovejas, a la par que cumplía su misión de proteger las inversiones de aquellos y representar la soberanía bonaerense sobre las islas. Para ello, Areguatí, con los cabos y sargentos que integraban su guarnición, formó una compañía de cívicos.
La presencia de Areguatí como gobernador de las Malvinas solo duró seis meses, pues en agosto de 1824 retornó a Buenos Aires, probablemente impulsado por el duro invierno austral, que le imposibilitó seguir con sus trabajos, tanto de guarnecer las islas como de proseguir con sus actividades ganaderas de producción lanar.
De regreso a Buenos Aires, Pablo Areguatí, en 1830, ingresó como funcionario de la Aduana y, tiempo después, ejerció como oficial de justicia.
Esta es la historia del indígena guaraní que fue protagonista importante en la lucha por la soberanía de una isla siempre en conflicto y que tenía sangre autóctona como la nuestra. Luego de cumplir con su importante papel en la conformación de los territorios nacionales de la región, su memoria se sumió en la oscuridad y desconocemos la fecha de su deceso.
surucua@abc.com.py