Cargando...
Juan Marcos González García y Atilio Fernández Celauro cursaban el año final de la carrera de Derecho. Cuando tomaron como tema monográfico el fusilamiento de Gastón Gadín, jamás imaginaron que la historia se extendería y enriquecería tanto que los embarcaría en la elaboración de un libro. La obra es catalogada por los autores como historia-jurídica y aborda la pena de muerte en nuestro país, basada en el emblemático caso judicial del parricida de Villa Morra. Lo que se inició como la tarea universitaria de dos estudiantes, hoy es un libro de dos jóvenes abogados.
La investigación
Según Fernández, el texto analiza el proceso judicial que culminó en el fusilamiento de Gastón. Atilio sostiene que uno de los aspectos que se discute es si el joven era menor de edad. Si hubiera sido, de acuerdo a la legislación de la época, no podían aplicarle tal sentencia. "Fue una de las cosas que nos llamó la atención", indica. Por eso, uno de los puntales de las averiguaciones que encararon fue si el condenado ya había cumplido la mayoría de edad (22 años).
El crimen ocurrió en 1915 y el fusilamiento en 1917. Gastón estuvo preso los dos años que duró el juicio. En el momento de cometer el crimen, supuestamente tenía 18 años.
Juan Marcos cuenta que un artículo de Luis Verón, en esta misma revista, titulado "El último fusilamiento", inspiró la búsqueda de datos. La referida publicación relata lo que vio un supuesto testigo ocular. "Tomamos el dato porque que no había bibliografía del tema; nadie escribió sobre el caso. El artículo tenía dos frases clave: Joven de 18 años, el parricida y Los matutinos informaron. La segunda nos condujo directamente a la Biblioteca Nacional de Asunción, donde están todos los periódicos de entonces", revela Juan Marcos. Indica también que la primera frase la cotejaron con toda la legislación penal de la época y les surgió la necesidad de dar con la clave de si era menor de edad.
"De ser cierto lo que decía el testigo ocular, ¿por qué lo fusilaron? Teníamos un millón de preguntas que solamente podían ser respondidas con el mismísimo expediente judicial del caso", acota González y continúa explicando que fueron a hurgar en el Poder Judicial, en el archivo de los tribunales, que se había mudado tres veces desde aquellos años hasta hoy. Hallaron el expediente de Gastón Gadín, redactado a mano en un 90 % y 10 % escrito con máquina de escribir. Gracias a la iniciativa de estos dos jóvenes, el expediente está en el Museo de la Memoria del Poder Judicial, en la actualidad.
Un 70 % de la pesquisa fue elaborada con el expediente encontrado, pero quedaba por resolver la incógnita de si Gadín era en realidad menor de edad. El dato no figuraba en el documento porque era ciudadano francés y no tenía certificado de nacimiento. En ese tiempo, no había una cédula de identidad, como la conocemos hoy; solo una fe de bautismo.
Entonces, vino un médico, como estipulaba la ley, expone Juan Marcos, y Atilio añade que tal vez no hicieron traer de Francia la fe de bautismo porque estaban en plena Primera Guerra Mundial.
Finalmente, localizaron el certificado de nacimiento, que se hallaba en Francia, y se encargaron de traerlo a través de la Cancillería "y el buen gesto de los funcionarios de la Embajada de Paraguay en dicho país, que nos tendieron la mano", agradece González.
Para él, la mitad de lo que consiguieron fue investigando y la otra fue fruto del azar; por ejemplo, haber encontrado el expediente. Atilio remata: "Hay veces que un expediente de hace diez años no se encuentra en el Poder Judicial; encontrar uno de hace casi un siglo es cosa de la suerte".
Quién fue Gastón
Fernández señala que el otro apartado del libro es acerca de la persona que protagonizó tal episodio. "Hablamos de su infancia, del tiempo que vivió en Argentina y cuando vino a Paraguay. Se describe el país, la ciudad y el barrio Villa Morra en esos días, y termina en una historia de amor que incita al crimen. Fue una trágica historia de amor", sentencia Juan Marcos, y Atilio agrega: "Una relación no comprendida por los padres y debemos agregar que él no estaba totalmente en sus cabales".
Los informes médicos legales dan cuenta de ello. El doctor dictaminó que Gastón era muy impulsivo y apasionado, según manifiestan los autores.
Juan Marcos y Atilio elaboraron una teoría sobre la posible influencia de la opinión pública sobre el jurado que había en esa época. Esto sumado a un número importante de imágenes que lograron reunir en la publicación de Gastón Gadín, de Cipriano León autor material del asesinato, de Ana Mayeregger la novia, de los policías intervinientes, del pelotón de fusilamiento, de los cuerpos, de la ambulancia policial que llevó los cuerpos hasta el Mangrullo, entre otras, hacen de esta propuesta un material de lectura más que interesante.
Los autores consideran que la importancia de su investigación radica en que tira luz sobre el último fusilamiento ejecutado en Paraguay, en tiempos de paz. "Va a dar qué hablar. Además de contar una historia, aportamos nuestro grano de arena sobre algo de lo que nunca se habló ni se investigó en profundidad. Imprimimos nuestro sello en la historia paraguaya y dejamos abierta la posibilidad a quien desee ampliar el tema", reflexiona Juan Marcos. Para finalizar, Atilio se adueña de una cita de Eligio Ayala: "Yo no escribo para enseñar, sino para aprender".
Juntos aseguran que aprendieron mucho con el libro El caso Gastón Gadín: El último fusilamiento del Paraguay, que será lanzado mañana, 3 de octubre, a las 19, en el Aula Magna de la Universidad Católica.
Ana y Gastón. Ana Mayeregger era sobrina de uno de los peones y la familia Gadín tenía una buena posición económica. Según se lee en el expediente, la mamá pretendía que Gastón fuera a hacer el servicio militar en Francia y se casara con una francesa. Las aspiraciones se vieron apeligradas cuando Gastón se puso de novio con Ana, por lo que surge la negativa de los padres de aceptar la relación. Así es que el enamorado busca a un expeón, Cipriano León, y le cuenta sus planes.
Luego de concretar el crimen, Ana también entró a prisión. Salió después y se fue a Clorinda. Cuando se fijó la condena, ella se trasladó a Buenos Aires y no regresó. Esto salió a luz por casualidad, ya que otro compañero de trabajo de Juan Marcos y Atilio es descendiente suyo y conoce la historia. "Nada más pudimos averiguar", cuentan.
La quinta Gadín. González y Fernández descubrieron que la propiedad, de unas tres manzanas y media, comenzaba sobre la avenida Mcal. López, al lado de la Casa Cuna no en la misma casa como se cree, y las manzanas que van hacia San Martín hasta formar una ele en lo que es hoy la Cooperativa Universitaria. Lograron rastrear a quienes fueron los dueños de la casa hasta 1932, aproximadamente. A partir de ese año, el número de esa finca desaparece de los registros públicos.
La investigación
Según Fernández, el texto analiza el proceso judicial que culminó en el fusilamiento de Gastón. Atilio sostiene que uno de los aspectos que se discute es si el joven era menor de edad. Si hubiera sido, de acuerdo a la legislación de la época, no podían aplicarle tal sentencia. "Fue una de las cosas que nos llamó la atención", indica. Por eso, uno de los puntales de las averiguaciones que encararon fue si el condenado ya había cumplido la mayoría de edad (22 años).
El crimen ocurrió en 1915 y el fusilamiento en 1917. Gastón estuvo preso los dos años que duró el juicio. En el momento de cometer el crimen, supuestamente tenía 18 años.
Juan Marcos cuenta que un artículo de Luis Verón, en esta misma revista, titulado "El último fusilamiento", inspiró la búsqueda de datos. La referida publicación relata lo que vio un supuesto testigo ocular. "Tomamos el dato porque que no había bibliografía del tema; nadie escribió sobre el caso. El artículo tenía dos frases clave: Joven de 18 años, el parricida y Los matutinos informaron. La segunda nos condujo directamente a la Biblioteca Nacional de Asunción, donde están todos los periódicos de entonces", revela Juan Marcos. Indica también que la primera frase la cotejaron con toda la legislación penal de la época y les surgió la necesidad de dar con la clave de si era menor de edad.
"De ser cierto lo que decía el testigo ocular, ¿por qué lo fusilaron? Teníamos un millón de preguntas que solamente podían ser respondidas con el mismísimo expediente judicial del caso", acota González y continúa explicando que fueron a hurgar en el Poder Judicial, en el archivo de los tribunales, que se había mudado tres veces desde aquellos años hasta hoy. Hallaron el expediente de Gastón Gadín, redactado a mano en un 90 % y 10 % escrito con máquina de escribir. Gracias a la iniciativa de estos dos jóvenes, el expediente está en el Museo de la Memoria del Poder Judicial, en la actualidad.
Un 70 % de la pesquisa fue elaborada con el expediente encontrado, pero quedaba por resolver la incógnita de si Gadín era en realidad menor de edad. El dato no figuraba en el documento porque era ciudadano francés y no tenía certificado de nacimiento. En ese tiempo, no había una cédula de identidad, como la conocemos hoy; solo una fe de bautismo.
Entonces, vino un médico, como estipulaba la ley, expone Juan Marcos, y Atilio añade que tal vez no hicieron traer de Francia la fe de bautismo porque estaban en plena Primera Guerra Mundial.
Finalmente, localizaron el certificado de nacimiento, que se hallaba en Francia, y se encargaron de traerlo a través de la Cancillería "y el buen gesto de los funcionarios de la Embajada de Paraguay en dicho país, que nos tendieron la mano", agradece González.
Para él, la mitad de lo que consiguieron fue investigando y la otra fue fruto del azar; por ejemplo, haber encontrado el expediente. Atilio remata: "Hay veces que un expediente de hace diez años no se encuentra en el Poder Judicial; encontrar uno de hace casi un siglo es cosa de la suerte".
Quién fue Gastón
Fernández señala que el otro apartado del libro es acerca de la persona que protagonizó tal episodio. "Hablamos de su infancia, del tiempo que vivió en Argentina y cuando vino a Paraguay. Se describe el país, la ciudad y el barrio Villa Morra en esos días, y termina en una historia de amor que incita al crimen. Fue una trágica historia de amor", sentencia Juan Marcos, y Atilio agrega: "Una relación no comprendida por los padres y debemos agregar que él no estaba totalmente en sus cabales".
Los informes médicos legales dan cuenta de ello. El doctor dictaminó que Gastón era muy impulsivo y apasionado, según manifiestan los autores.
Juan Marcos y Atilio elaboraron una teoría sobre la posible influencia de la opinión pública sobre el jurado que había en esa época. Esto sumado a un número importante de imágenes que lograron reunir en la publicación de Gastón Gadín, de Cipriano León autor material del asesinato, de Ana Mayeregger la novia, de los policías intervinientes, del pelotón de fusilamiento, de los cuerpos, de la ambulancia policial que llevó los cuerpos hasta el Mangrullo, entre otras, hacen de esta propuesta un material de lectura más que interesante.
Los autores consideran que la importancia de su investigación radica en que tira luz sobre el último fusilamiento ejecutado en Paraguay, en tiempos de paz. "Va a dar qué hablar. Además de contar una historia, aportamos nuestro grano de arena sobre algo de lo que nunca se habló ni se investigó en profundidad. Imprimimos nuestro sello en la historia paraguaya y dejamos abierta la posibilidad a quien desee ampliar el tema", reflexiona Juan Marcos. Para finalizar, Atilio se adueña de una cita de Eligio Ayala: "Yo no escribo para enseñar, sino para aprender".
Juntos aseguran que aprendieron mucho con el libro El caso Gastón Gadín: El último fusilamiento del Paraguay, que será lanzado mañana, 3 de octubre, a las 19, en el Aula Magna de la Universidad Católica.
Ana y Gastón. Ana Mayeregger era sobrina de uno de los peones y la familia Gadín tenía una buena posición económica. Según se lee en el expediente, la mamá pretendía que Gastón fuera a hacer el servicio militar en Francia y se casara con una francesa. Las aspiraciones se vieron apeligradas cuando Gastón se puso de novio con Ana, por lo que surge la negativa de los padres de aceptar la relación. Así es que el enamorado busca a un expeón, Cipriano León, y le cuenta sus planes.
Luego de concretar el crimen, Ana también entró a prisión. Salió después y se fue a Clorinda. Cuando se fijó la condena, ella se trasladó a Buenos Aires y no regresó. Esto salió a luz por casualidad, ya que otro compañero de trabajo de Juan Marcos y Atilio es descendiente suyo y conoce la historia. "Nada más pudimos averiguar", cuentan.
La quinta Gadín. González y Fernández descubrieron que la propiedad, de unas tres manzanas y media, comenzaba sobre la avenida Mcal. López, al lado de la Casa Cuna no en la misma casa como se cree, y las manzanas que van hacia San Martín hasta formar una ele en lo que es hoy la Cooperativa Universitaria. Lograron rastrear a quienes fueron los dueños de la casa hasta 1932, aproximadamente. A partir de ese año, el número de esa finca desaparece de los registros públicos.