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Se acerca el Día del Niño –el 16 de agosto– y es un buen momento para replantear los métodos de crianza que se aplican actualmente en las familias paraguayas y el mundo. Es bien sabido que todo padre desea para su hijo la felicidad y autorrealización. Pero muchas veces, el camino para obtener esto es muy complicado, teniendo en cuenta que vivimos en tiempos en los que la sociedad está todo el momento tratando de imponer “la manera correcta” de educar a una criatura.
Nadie más que los padres saben cuál es la realidad de cada menor, así como cuáles son los elementos que están a su alcance para brindarle un desarrollo afectivo o intelectual. Sin embargo, profesionales del área de la niñez y adolescencia recomiendan ciertos tips, en todos los casos, muy alejados del factor económico.
Muchos piensan que un padre pobre no puede criar un niño feliz; nada más erróneo. La seguridad y el conocimiento que puede brindar un padre no tienen un valor monetario, y es esa la base de una sociedad justa, libre de pensamiento, alejada de prejuicios dañinos y creativa.
Científicamente se ha comprobado que, para la formación de adultos líderes, es fundamental una niñez feliz, basada en el cumplimiento de normas y el desarrollo de la creatividad.
Es así que el siquiatra Edward Hallowell, autor de varios libros sobre educación y docente de Medicina en la Universidad de Harvard, habla en su página web (http://www.drhallowell.com) de cinco pasos fundamentales para criar hijos felices: conexiones, juego, práctica, maestría y reconocimiento.
Explica que las conexiones del chico o que pueda sentir que tiene raíces le otorgan una sensación de seguridad; esto lo pueden experimentar al tener lazos fortalecidos con la familia, escuela o por el simple hecho de tener una mascota.
Sobre el juego, dice el experto que es imprescindible que los menores tengan un espacio de tiempo para crear sus propios juegos, desarrollar su talento y, a la vez, otorgarles la posibilidad de resolver problemas sin ningún tipo de presión, usando sus propios recursos. La práctica se da una vez que el chico puede notar algún talento o atracción hacia cierta área, como el arte, en la que se sienta a gusto. En esta parte, a pesar de que al principio los niños puedan estar muy entusiasmados, se pasa naturalmente por un periodo de baja motivación en el cual es clave el empujón de su familia.
La maestría, dice Hallowell, viene luego de mucha práctica y puede ser desde un deporte o atarse los cordones; lo importante es que pueda alcanzar la actitud de “yo puedo”, empezando con pequeñas cosas que lo llevarán a fijarse objetivos cada vez más grandes.
Como último punto, menciona el reconocimiento: esto es hacerle saber al niño cuando obró de buena manera con su familia, en la escuela o el parque; que sepa desde sus primeros años que lo que hace afecta positiva o negativamente a su entorno, lo que le lleva a tomar un comportamiento moral que le acompañará durante toda su vida. Tomando estos simples consejos, dice Hallowel, se aumentará sus posibilidades de tener una vida feliz y significativa.
El arte
Desarrollar el talento artístico de los chicos es solo una de las maneras de potenciar su autoestima, creatividad e interactuar en la sociedad. La artista y maestra de Arte, Liliana Segovia explica que no hay mejor manera de formar artistas que el dejarlos crear sin presiones ni límites, darles un espacio que sea solo suyo. “En las clases ponemos música, cerramos las puertas y no permitimos el ingreso de los padres ni ningún otro adulto que pueda interferir en el proceso creativo de los chicos. Ese es su espacio, su momento sagrado”, explica.
Este es uno de los talleres creativos para chicos de 6 a 14 años que nació de la necesidad de ofrecer un espacio para que estos se encuentren a sí mismos y desarrollen su propio carácter.
El método que se emplea está basado en la cooperación de los niños entre sí, ya que cualquier actividad incluye el esfuerzo voluntario de los mismos para organizarse, respetar las cosas ajenas y compartir objetos de uso común. Lo que se logra con esto es la formación de una moral autónoma, basada en principios de igualdad y solidaridad.
Segovia explica que, para desarrollar la creatividad de los niños, no se necesita mucho, ya que con simples hojas de diario viejo o papel reciclado y pinturas o lápices se puede lograr, siempre y cuando se respete el espacio creativo. “Si ellos quieren pintar un árbol de rojo, tenemos que respetarles porque es eso lo que ellos ven; no podemos decirles que está mal, porque estaríamos limitándolos. Los adultos tenemos que aprender a no intentar todo el tiempo imponer nuestros criterios, dejándolos expresar lo que ven y sienten”.
mbareiro@abc.com.py
• Fotos ABC Color/Gustavo Báez.