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Muchos alumnos comienzan a tener dificultades en su aprendizaje durante el ciclo lectivo, aunque su nivel de inteligencia sea el mismo que el de sus compañeros. Entonces, surgen los cuestionamientos: ¿por qué si un niño se esfuerza en seguir las instrucciones, se concentra y se porta bien tanto en la casa como en la escuela, no asimila, procesa y domina las tareas e informaciones? ¿Por qué los otros aprenden y él no?
“Las dificultades de un niño en el proceso de aprendizaje incidirían directamente en su autoestima; en su ambiente familiar, escolar y social”, explica la licenciada Pamela Pérez Ortellado, directora general del Grupo Educativo Amanecer, un centro de apoyo integral abocado a complementar la actividad escolar de niños y jóvenes de todos los niveles.
Asimismo, el niño que no puede asimilar en tiempo y forma lo instruido en clase ni las tareas asignadas tiene un rendimiento escolar por debajo del estándar esperado. “Esto trae como consecuencia metas no logradas que conllevan a un fracaso escolar. Si esta dificultad o trastorno en el proceso de aprendizaje no se detecta a tiempo o no se hace el tratamiento adecuado, el niño lleva este problema a lo largo de los grados, lo cual se agrava a medida que la malla curricular se vuelve más exigente”.
Agnosias, apraxias y motivación
Pérez destaca que el coeficiente intelectual del niño no siempre determina si tendrá o no dificultad en el aprendizaje, puesto que en el proceso de aprender intervienen variables internas y externas (agnosias: alteración de la percepción que incapacita a alguien para reconocer personas, objetos o sensaciones que antes le eran familiares; apraxias: incapacidad total o parcial de realizar movimientos voluntarios sin causa orgánica que lo impida) y, por sobre todo, un ingrediente importantísimo: la motivación.
Hay variables que el niño no puede manejar por más que se esfuerza; una de ellas puede ser la apraxia, como así también un déficit de atención. “El niño no puede lograr el mismo nivel que sus compañeros porque sufre de alteraciones en la organización de las funciones cognitivas, la integración anatómica y funcional, madurez sicomotriz, armonía intelectual y el equilibrio emocional”.
Pero ¿cómo saber si el chico necesita un refuerzo escolar y en qué consiste? “Al observar los logros obtenidos en las calificaciones y en su autogestión en el grado, se puede detectar si necesita un refuerzo escolar parcial o global”, dice Pérez. En el centro aportan a cada alumno nuevas herramientas en su proceso de aprendizaje y fijación de conocimientos, de tal forma que pueda aplicarlas a otras áreas académicas y a su propio desarrollo evolutivo, y le sean de utilidad en posteriores aprendizajes.
La profesional destaca que no prestar atención en clase ni hacer las tareas por miedo a equivocarse son síntomas que no solo ameritan un refuerzo escolar, sino una evaluación sicopedagógica para poder detectar cuáles son las áreas comprometidas que necesitan ser tratadas.
En el centro, inicialmente, tienen una entrevista con los padres para interiorizarse de las dificultades que a priori se observan a nivel escolar, familiar o social. “Luego, evaluamos en forma personalizada a cada niño y, una vez obtenidos los resultados, los consensuamos entre las profesionales del centro de apoyo y decidimos cuál será el tratamiento o apoyo que recibirá cada niño en el área de pedagogía, en las diversas asignaturas del programa de estudio del MEC; sicopedagogía, sicología, fonoaudiología, fisioterapia. También contamos con profesionales para refuerzo escolar de idiomas, como inglés y alemán”.
Pérez remarca que una de las mayores dificultades con las que se encuentran es que algunos padres aún son reacios a un apoyo escolar o a una intervención sicopedagógica sostenida a lo largo del año lectivo, por diversos motivos, y recurren a los profesionales solo en vísperas de los exámenes. “Entonces, obtener resultados inmediatos se torna difícil”.
Por el contrario, el niño con dificultades escolares o algún trastorno que recibe tratamiento en forma permanente logra excelentes resultados. Se trata de subsanar el problema que bloquea o indispone a este, a través de un seguimiento personalizado, ofreciéndole diferentes metodologías y estrategias de enseñanzas, de manera que el estudio y las tareas sean placenteros, con la creación de un ambiente propicio con herramientas necesarias para su comprensión y razonamiento. “Así, el niño obtiene los resultados esperados”.
La familia
En este sentido es importante y fundamental el papel de la familia en el proceso de aprendizaje del niño o joven, pues el núcleo familiar es el que crea el ambiente motivador básico para que cada uno pueda lograr las metas personales y escolares, sentirse realizado con un rendimiento óptimo a lo largo de su etapa escolar. “Por lo cual, realizamos sesiones periódicas en las que los padres reciben la orientación adecuada para que puedan desarrollarla en el ambiente familiar”.
Sostiene que, para identificar y corregir patologías y deficiencias del habla u otras originadas por alteraciones físicas, sicológicas, pedagógicas, neurológicas, entre otras, cuentan con profesionales en todas las áreas, quienes utilizan baterías de tests, que son herramientas indispensables de medición para lograr identificar el trastorno. “La corrección o modificación de las conductas inadecuadas o patologías propias de cada niño se logra con terapias personalizadas en los ámbitos que se necesite”.
La licenciada Ortellado asegura que la mejor manera de enfrentar los desafíos diarios es con el apoyo de la familia y la educación. “Una familia cimentada en el amor y una educación adecuada, que genere conocimientos para un aprendizaje constructivo y significativo”.
Características más comunes
Los profesionales observan, en la mayoría de los casos, que un niño con problemas de aprendizaje presenta las siguientes características: dificultad en la autogestión, trastornos en la conducta, lentificación general, déficit de atención (con o sin hiperactividad); alteración en la lectura, escritura y cálculo; baja autoestima y dificultades de relacionamiento, así como para llegar a las metas; falta de motivación, incapacidad de seguir reglas y directivas, no acepta la autoridad, no logra compartir, no asume responsabilidades ni responde a contenidos, entre otros.
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