Padres divorciados, hijos divididos

En ciertos procesos de divorcio aparece el llamado síndrome de alienación parental (SAP). ¿En qué consiste? En programar al hijo para que odie a uno de sus padres sin justificación alguna. Los profesionales José Vera Gómez y Aurora Bachem nos hablan del tema.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2061

Cargando...

“A veces, cuando los padres están divorciados, quien obtiene la tenencia impide al otro ver a sus hijos. Esto constituye un tipo de maltrato infantil, muy dañino para la salud mental, que viola el derecho de niños y niñas de tener una relación adecuada con ambos progenitores”, comienza explicando el doctor José Vera Gómez.

A su criterio, en estos casos, en vez de promover y estimular la relación, se hace exactamente lo contrario, es decir, se impide. Para empeorar las cosas, cuando el progenitor busca ayuda de las autoridades judiciales, estas también se alían con este maltrato, agravando más el problema.

¿Cómo ocurre el fenómeno? El siquiatra Richard Gardner describió el síndrome de alienación parental como “un proceso que consiste en programar a un hijo para que odie a uno de sus padres sin que tenga justificación”.

Cuando el síndrome se presenta, el hijo aporta su propia contribución en la campaña de denigración del padre alienado. “En el SAP se llama alienador al progenitor que pone a los hijos en contra del otro, que es el alienado. El alienador es el que suele tener la tenencia de los hijos”, aclara la sicóloga Aurora Bachem, quien juntamente con José Vera Gómez se halla abocada a la tarea de presentar este tema como un proyecto de ley en nuestro país.

Siguiendo con las explicaciones de los profesionales paraguayos, “el progenitor alienador es a menudo una persona sobreprotectora. Puede estar cegada por rabia o animarse por un espíritu de venganza, provocado por celos o rabia. El progenitor alienado, en países occidentales, suele ser el varón y la mujer, la alienadora, pero en la medida en que fueron cambiando ciertos hechos culturales (por ejemplo, cada vez más los varones se encargan de la tenencia) esto se ha ido modificando, habiendo cada vez más madres alienadas”.

Luego de la separación, con el transcurrir del tiempo, el padre o la madre que visita y busca a sus hijos (generalmente, los fines de semana) empieza a encontrar dificultades para verlos: por ejemplo, llega a la hora acordada y sus hijos no están, o ante el mínimo cambio de horario se le impiden todas las visitas, o se registran cambios en la actividad programada. “Todo esto se suele acompañar de mayores exigencias económicas que, aun en los casos en que el cónyuge alienado aporte todo, las cosas se van volviendo más fuertes, llegando a circunstancias en que simplemente no se las puede cumplir por ser imposibles. También se recurren a tomar medidas que corresponden a un consenso entre ambos padres, como cambiar de escuela, sin dar aviso al otro.

Asimismo, se traslada a los niños de una casa a otra sin aviso, dejando que el otro padre entre en una desesperación por no saber qué hacer y qué conducta tomar. Es como que, haga lo que haga, igual está mal”, explican los profesionales.

En la medida en que las cosas se complican, la madre o el padre que vive con los hijos le enseña a ponerse en contra del otro, manipulándolos en la degradación, de tal manera que el niño tenga una pésima imagen de alguien que debe ser modelo y protector.

Generalmente, la madre es ayudada por sus propios padres, quienes se implican totalmente en la campaña de denigración del padre. La madre suele alegar para justificar su conducta que los niños regresan mal de las visitas y que tienen que pasar unos días para recuperarse. Llega un momento en que el poder ver a sus hijos se vuelve totalmente imposible para el padre, pues toda visita es “bloqueada”. Cuando las cosas adquieren mayor gravedad, se suele acusar al padre de abuso sexual, pero prácticamente nunca de abuso físico.

La explicación que dieron a estos actos los investigadores es que se acusa siempre sobre hechos que no dejan evidencias físicas. Uno de los problemas mayores ocurre en la última etapa de este cuadro, cuando entra a colaborar en un sentido totalmente negativo el sistema de justicia. Jueces, fiscales y abogados se ponen a favor de la madre y llevan a cabo demandas injustificadas que agravan el problema, y, sobre todo, hacen que los niños víctimas tengan un mal pronóstico en cuanto a su salud mental y, por ende, en cuanto a todo su futuro. “Este problema tiene consecuencias desastrosas para los hijos, quienes llegan a odiar y rechazar a un padre al que se quiere y necesita”, afirma Bachem.

También, como el lazo entre el hijo y el padre alienado será irremediablemente destruido, y este último será visto cada vez más como un extraño o un forastero. Sin embargo, la persona que tiene la custodia quedará como modelo principal para el niño. Es decir, tendrá un modelo de una persona mal adaptada, disfuncional, por lo que la posible consecuencia de tener trastornos siquiátricos se hace muy peligrosa. “La presencia de trastornos siquiátricos graves es muy frecuente en los niños en estos casos y pueden durar toda la vida. Entre los trastornos siquiátricos descritos en estos casos están la depresión, incapacidad de funcionamiento social, trastornos de identidad, trastornos de ansiedad, sentimientos de culpa, aislamiento, agresividad, desorganización y suicidio. Además, puede volver a demostrar la misma conducta alienadora en su familia si es que la forma.

Es mejor, en el inicio del SAP, que no se implique el sistema judicial, pues este solamente contribuye a empeorar las cosas. Sin embargo, la justicia, en caso de que se implique, debe tomar una dirección totalmente opuesta a la que tenía. El siquiatra Richard A. Gardner dice: “El progenitor que anima a sus hijos a ignorar los derechos de visita debe ser castigado por el tribunal y llamado al orden”, o como dice el Dr. Ludwig Lowenstein: “No se puede admitir que un progenitor estable y capaz sea privado del derecho de jugar su papel parental”.

El SAP es objeto de numerosas investigaciones en estos momentos y tiene tanta trascendencia que en muchos lugares se han dado ya cambios en la legislación, o se están estudiando los cambios.

En nuestro continente, en el Brasil, el 26 de agosto de 2010, el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva firmó la Ley N.º 12.318 de la alienación. “Ahora estamos trabajando con un equipo multidisciplinario, con profesionales del Derecho, sobre un proyecto de ley para presentar al Parlamento. Esperamos que nuestro país siga ese ejemplo” dijo Bachem.

La ventaja que tiene una ley similar es que en primer lugar pone en evidencia la existencia de este tipo de maltrato, impide a las autoridades de la justicia seguir siendo cómplices del mismo y obliga al tratamiento especializado. Hay países que han sido castigados por las cortes internacionales, como por ejemplo: En la sentencia ELSHOLZ del 13 de julio 2000, las Cortes Europeas le han dado razón y condenan a la Alemania a pagar una millonaria multa por los daños morales. Esta sentencia muestra que, a pesar de las leyes nacionales sean del país que sean, en el interés superior del hijo se encuentra el derecho fundamental de tener acceso a sus dos progenitores, y que cada uno de ellos sea capaz de promover y estimular una relación sana y fuerte con el otro.

Identificación del SAP

¿Cómo detectar cuando uno de los progenitores se enmarca dentro de lo que es el síndrome de alienación parental? José Vera Gómez y Aurora Bachem, basándose en el estudio de la Lic. Susana Pedrosa de Álvarez (sicóloga, perito forense, especializada en el tema), revelan las acciones que podrían ser penalizadas.

1- No pasar las llamadas telefónicas a los hijos.

2- Organizar actividades con los hijos justo en el período en que el otro progenitor debe normalmente ejercer su derecho de visita.

3- Presentar a la nueva pareja a los hijos como su nueva madre o su nuevo padre.

4- Interceptar el correo y los paquetes enviados a los hijos.

5- Desvalorizar e insultar al otro progenitor delante los hijos.

6- Rehusar de informar al otro progenitor a propósito de las actividades en las cuales están implicados los hijos (partidos deportivos, actuaciones teatrales, actividades escolares).

7- Hablar de manera descortés al nuevo cónyuge del otro progenitor.

8- Impedir al otro progenitor ejercer su derecho de visita.

9- “Olvidar” de avisar al otro progenitor de citas importantes (dentista, médico, sicólogo).

10- Implicar a su familia (su madre, su nuevo cónyuge) en el lavado de cerebro de los hijos.

11- Tomar decisiones importantes a propósito de los hijos sin consultar al otro progenitor (cambio de religión, elección de la escuela).

12- Cambiar (o intentar de cambiar) sus apellidos o sus nombres.

13- Impedir al otro progenitor acceder a los expedientes escolares y/o médicos de los hijos.

14- Irse de vacaciones sin los hijos y dejarlos con otra gente en vez del otro progenitor, aunque el mismo esté disponible y tenga la voluntad de ocuparse de ellos.

15- Decir a los hijos que la ropa que el otro progenitor les ha comprado es fea y prohibirles su uso. Así como el uso de otros regalos.

16- Amenazar con castigar a los hijos si se atreven a llamarle, escribir o contactar al otro progenitor de la manera que sea.

17- Culpar al otro progenitor del mal comportamiento de los hijos.

Modificado de “Recopilación: Lic. Susana Pedrosa de Álvarez - psicóloga, perito forense, especializada en síndrome de alienación parental”.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...