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También activó en política; fue presidente del Partido Liberal, ocupó escaños en la Cámara de Diputados y en el Senado. En 1924, fue elegido Vicepresidente de la República y como tal presidió el Senado nacional. Conoció el exilio y falleció en Buenos Aires, el 2 de julio de 1947.
Viajes de antaño
La travesía desde Europa a América para los hombres de los siglos XVI y XVII era una auténtica aventura llena de incomodidades. A la larga duración del viaje y a la incógnita de su final feliz habría que añadir los motivos y perturbaciones que comenzaban desde el momento de tomar la decisión de pasar a Indias.
Durante el trayecto, los viajeros -salvo los que iban dependiendo de otros, como en el caso de la tripulación- debían de resolver por sus propios medios todo lo relacionado con su manutención. Los responsables del buque sólo facilitaban agua racionada por persona, para beber y lavar. Así, pues, cada viajero había de llevar consigo vituallas tales como: tocino, harina, galletas, carne y pescados salados, aceite, vinagre, embutidos, etc..., así como mantas, colchas y ropas personales.
También era frecuente transportar jaulas con animales vivos: gallinas, pavos, tórtolas, etc... Todo ello daba lugar a compras, ventas y trueques, un comercio que se iniciaba ya en el puerto y continuaba a bordo. La mayoría de los viajeros debía aposentarse en los pocos espacios libres que en la cubierta o debajo de esta, dejaba la abundante carga que aseguraba la rentabilidad del flete. Era, por tanto, primordial para cada pasajero hacerse desde el principio con un espacio para colocar su bagaje y su propio cuerpo y defender este espacio durante los largos días de navegación.
No quedaban, por tanto, grandes superficies para pasear. El pasajero permanecía echado casi todo el tiempo junto a los bultos de su propiedad, mientras piojos, chinches y cucarachas comenzaban a ampliar sus dominios.