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María Oviedo ríe alto, en medio de la producción fotográfica, antes de comenzar a charlar sobre educación, un tema "siempre muy importante". Ella forma parte de la Campaña Mundial por el Derecho a la Educación, creada en el año 2000, en la Convención de Dakar, con el objetivo de sensibilizar sobre el derecho a la educación y vino a nuestro país para una visita al Foro de la Educación por Paraguay.
“La educación es un proceso largo y los gobiernos duran, cuanto mucho, cinco años y, en ese tiempo, los gobernantes buscan resultados inmediatos. Es ahí donde aparecen los obstáculos, ya que la educación, como decía, es un desarrollo de mucho aliento que comienza en la casa y se da continuidad en la escuela, en la universidad, durante toda la vida".
Entonces ¿cuál es la solución? “En primer lugar, cumplir lo que se promete en los discursos, ya que, generalmente, hay mucha palabra y poca acción. Por otro lado, si hay un buen trabajo, con resultados favorables, lo ideal sería darle continuidad sea quien sea el gobernante de turno, ya que la educación no es un servicio ni una inversión social; es un derecho y los estados deben garantizar ese derecho. Hay que trabajar la educación desde la perspectiva de los derechos humanos, ya que abre otras puertas como el derecho a la vida, a la igualdad, a la opinión, a la información. La educación puede ser uno de los elementos proveedores de la emancipación, de las personas y también de los pueblos, de la libertad y de otro mundo posible. Para los que no cumplen existen dos derechos justiciables en la Corte Panamericana de Derechos Humanos: uno es el trabajo y el otro, la educación”.
Ese trabajo de planificación debe hacerse “desde la realidad de cada país, desde sus necesidades, desde sus inquietudes. Otro punto vital es admitir en las instituciones únicamente a los docentes con mejores promedios y remunerarlos bien por la calidad que brindan. Hay que analizar la formación académica de los maestros, de las maestras, para poder avanzar”.
Oviedo se refiere también a la educación recibida en la casa, como parte esencial y vital, en toda la transformación hacia una formación óptima.
A su criterio hay que aprovechar la escuela como espacio para socializar. “Es un tema difícil porque la tecnología también nos va llevando por otros caminos. Las escuelas también se han convertido en reproductoras de un sistema y estos espacios de educación no nacieron hace miles de años, fueron una creación de la edad moderna, fueron creados para que las personas pudieran responder a ciertos horarios y quedarse en un lugar. Las escuelas nacen como un espacio de domesticación y no sé hasta qué punto las sociedades hemos logrado revertir esos procesos. Los niños tienen que salir de las aulas y hacer contacto”.
A modo de ejemplo dice que cuando los chicos comienzan a estudiar las plantas, lo ideal sería ir a un parque y no aprender desde una lámina. “La escuela no sale a la realidad, está separada de la realidad, no deja ese espacio de domesticación, tiene que salir hacia el espacio de la liberación que, finalmente, es el espacio de la felicidad... Por ahí tendríamos que empezar por la felicidad. Las madres tenemos hacia nuestros hijos un amor entrañable, por lo tanto tenemos que empezar a pensar en hijos e hijas libres, a pensar que la libertad forma parte de la felicidad”.
Oviedo afirma también que como Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación “decimos que no queremos educar hijos, hijas, niños y niñas para el mercado, queremos educar para la vida y para el vivir bien. La educación debe ser gratuita, pública y obligatoria. Yo soy producto de la educación pública, gratuita y obligatoria de la Argentina, de mi país, tanto de la primaria, secundaria y terciaria”.
Esa educación pública, gratuita y obligatoria, de calidad obviamente, la llevó a ser secretaria técnica de la Campaña Boliviana por el Derecho a la Educación desde 2009. Es miembro del Comité Directivo de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación. Trabaja en políticas públicas educativas no sexistas ni racistas. Escribió artículos de inclusión y otros temas educativos por los que recibió un premio periodístico.
Es historiadora, con posgrado en Pedagogía, Educación Superior y maestría en Desarrollo Social y Humano. En los últimos años trabajó en la Universidad U-PIEB, en metodologías de investigación, educación y género. Directora del Colectivo Cabildeo, institución que trabaja políticas públicas de género, presupuestos con enfoque de género, economía y género. Realizó consultorías para Save the Children, PNUD, Unifem, Unicef, Asociación Alemana de Educación de Personas Adultas, Coordinadora de la Mujer.
Una prueba clara de que una educación de calidad provenida desde una institución sumada al amor entrañable que cada madre siente, motor esencial en la formación de personas íntegras con sólidos principios, dan sus frutos. Ese trabajo conjunto de escuela, casa, entorno, de convivencia diaria, es lo esencial; la responsabilidad tiene que ser compartida.
“Creo que ahí está el equilibrio para lograr sociedades más justas, inclusivas, aceptando las diversidades como parte de la vida. La educación es un derecho humano, cósmico que responde a la vida porque solo dejamos de instruirnos cuando ya no estamos en este mundo. Por eso, responde a la vida".