El pocero francés

El próximo jueves celebramos un nuevo aniversario de la firma del protocolo de paz que estableció el armisticio que derivó, tres años después, en el Tratado definitivo de Paz, Amistad y Límites entre las repúblicas del Paraguay y de Bolivia. Durante el conflicto, uno de los mayores problemas para uno y otro bando fue el agua, o mejor dicho, la falta de agua. La infatigable tarea de un puñado de hombres dirigido por el francés León Fragnaud, posibilitó al ejército paraguayo avanzar en su campaña por defender el territorio disputado y obtener así la victoria, luego de tres largos años de lucha.

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En pleno fragor de una de nuestras luchas fratricidas, llegó al Paraguay, contratado por la empresa taninera de Puerto Casado para buscar agua "o lo que sea", léase petróleo- un reputado técnico francés especializado en la perforación de pozos acuíferos. Este técnico era don León Fragnaud, ampliamente conocido en la Argentina, pues estuvo durante largos años radicado en la ciudad balnearia de Mar del Plata, a la que, allá por 1910, dotó de agua corriente por medio de pozos artesianos, además de haber perforado a principios del siglo XX más de mil pozos en toda la provincia de Buenos Aires.
Por imperio de su actividad, el señor Fragnaud se radicó en el Paraguay, y realizó numerosos pozos a empresas y a particulares, concretando en parte uno de los sueños de la sociedad asunceña: el servicio de aguas corrientes.

De Mar del Plata al Chaco
Cuando las cosas se pusieron candentes en la cuestión chaqueña, con la movilización general de 1928, el gobierno recurrió a los servicios del pocero francés, al que encargó la perforación de numerosos pozos en el Chaco boreal, como los de los fortines Toledo, Isla Po'i, Corrales, Carayá, Boquerón, etc.
Pocos años después, el conocimiento por medio de la prensa de las angustias vividas por los combatientes a causa de la sed, le llevó a ofrecer nuevamente sus servicios al estado paraguayo, que lo movilizó, dándole la misión de perforar los pozos necesarios para abastecer de agua a las fuerzas en campaña. Para ello, con el grado de capitán (H.C.), fue nombrado jefe del Cuerpo de Zapadores-Captadores, unidad dependiente de los Arsenales de Guerra y Marina.
En ese entonces, León Fragnaud estaba trabajando para el ingenio azucarero de Censi & Pirotta, por lo que para integrar su unidad de zapadores-captadores, recurrió a 36 colaboradores suyos, con quienes se trasladó al frente de batalla, a mediados de septiembre de 1932. Algunos de aquellos sacrificados colaboradores suyos fueron: Brígido Franco y los tenientes Soto, Estigarribia, Ocampos, Camperchioli, Farías, Segovia, etc.

Su misión era la obtención de agua potable para el ejército en campaña. Y vaya si lo hizo, a tal punto, que su pozo de Yrendague, en 1934, consolidó el triunfo paraguayo en la Guerra del Chaco.
Y en cuestiones guerreras, don León era un veterano. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, dejó prósperos negocios en la Argentina, viajó a su país a pelear y regresó luego, con el prestigio ganado en los campos de batalla, entre ellas, la célebre de Verdún.
Durante su permanencia en la Argentina, don León, como ya dijimos, estuvo al frente de su empresa de perforaciones y una de sus pasiones era el deporte: fue uno de los pioneros del automovilismo en la Argentina.

Ya en el Chaco, Fragnaud y sus poceros se dedicaron a la ímproba tarea de dotar del vital líquido a los estoicos combatientes, sin importar los impedimentos -a poco de llegar, recibió una herida de bala durante un ataque aéreo boliviano a Isla Po'i-. Gracias a sus pozos, después de agotarse la laguna de Isla Po'i, se pudo seguir proveyendo de agua a los héroes de Boquerón.
Luego de aquella sangrienta batalla, para proseguir la persecución al enemigo, era vital la provisión de agua a los combatientes. En aquella ocasión, según el rico anecdotario relacionado con el señor Fragnaud, el entonces coronel José Félix Estigarribia le preguntó si estaba seguro del resultado de sus pozos. "-Segurísimo, mi coronel", fue la respuesta del francés. "-¿Pueden dar agua a 14.000 hombres?". "-Pueden darla, mi coronel". Tras una breve pausa, Estigarribia le advirtió: "-Mire, capitán, que dispondré el avance de nuestras tropas sobre Arce. Si sus pozos fallan, lo mando fusilar...". "Acepto, mi coronel", fue la respuesta de Fragnaud. "-Si usted cumple -le dijo Estigarribia-, le mandaré levantar un monumento en Boquerón". El fortín Arce cayó en manos paraguayas el 23 de octubre de 1932.
En efecto, durante la guerra, una particularidad de la lucha consistía en que sin falta se efectuaba teniendo en cuenta la conquista de una aguada, para el abastecimiento de agua. Por esta razón, Estigarribia, en sus planes de operaciones, siempre dio suma importancia a las acciones que posibilitaran la conquista de un objetivo donde hubiera agua. Era la falta de agua potable el mayor enemigo del combatiente -de uno y otro bando- y uno de los problemas principales a lo largo de la campaña chaqueña.


"Ha llegado Fragnaud"
Cada vez que las fuerzas paraguayas pasaban por momentos difíciles, la llegada de León Fragnaud y sus hombres era recibida como una noticia largamente esperada. Su presencia en el frente de batalla, siempre era saludada con frases como las que acostumbraba decir el coronel Rafael Franco, comandante del II Cuerpo de Ejército: "-Ha llegado Fragnaud y puede salvarnos de esta situación". Y fue en una de estas situaciones en que algunas particularidades del terreno le llamó la atención al francés y se puso a perforar sus pozos. Cuando la sed amenazaba con diezmar a los soldados del II Cuerpo, a los 32 metros de profundidad, empezó a brotar una cristalina, fresca y, sobre todo, rica agua. Era el primero de los pozos de Yrendague, que, poco después, desgraciadamente cayeron en poder de los bolivianos y fueron recuperados luego de una larga y agonizante marcha, una calurosa mañana del 8 de diciembre de 1932, concretando un lema surgido en un momento de dramatismo: "¡A vencer o a reventar!".

Fragnaud y la Virgen de Caacupé
La fecha del 8 de diciembre tuvo mucha importancia en la vida de León Fragnaud. En una ocasión, salvó milagrosamente la vida, al librarse de caer en una emboscada boliviana, en 1932; y dos años después, en esa fecha, las fuerzas de la VIII División de Infantería comandada por el coronel Eugenio A. Garay, recuperaron los pozos que había perforado en Yrendague. Su devoción hacia la Virgen serrana era tan intensa, que, inclusive, había mandado confeccionar para la Virgen de Caacupé una Cruz del Chaco en miniatura.

Los pozos del francés
Algunos de los pozos perforados por el equipo dirigido por el capitán Fragnaud fueron los de Kilómetro 160 (6 pozos de 3 pulgadas), Kilómetro 180 (Arsenal Chaco), Mina-Cue 5 pozos (4 de 3 pulgadas y 1 de 6, con motobombas a nafta y profundidad de 30 a 40 metros, con 30.000 litros por día), permanentemente rodeados de tigres; Kilómetro 220 (3 pozos de 3 pulgadas de 5000 litros/día), luego se hizo uno de 6 pulgadas con motobomba; Kilómetro 252: 2 pozos de 30 metros (uno dulce, otro salobre), López de Filippis: 5 pozos no muy útiles, Cañada La Paz: 3 pozos de 3 pulgadas (agua salobre, pero se utilizaba haciéndola hervir), Cañada Santa Elena: 2 pozos, uno de 6 pulgadas, salobre, y otro de 3, dulce; Cañada Tarija: tajamares y pozos con agua salada; Garrapatal: agua salada hasta 60 metros, Yatebu-i: 1 pozo de 4 pulgadas con compresor, muy buena; Siracuas: pozos con brocal, Puesto La Faye: Pozo Victoria, de 6 pulgadas: agua dulce, que luego se agotó; Picuiba: 5 pozos de 4 y 6 pulgadas, 10 m. de profundidad; Loma Vistosa: 4 pozos de 6 pulgadas, agua salada. Fue en la época en que la falta de agua fue de consecuencias terribles. 27 de Noviembre: 3 pozos de 6 pulgadas, agua potable; Amboro: 1 pozo, bueno; Santa Fe: 1 pozo de 6 pulgadas; Yrendague: 4 pozos, más la recuperación de otros 4 inutilizados por los bolivianos, con agua potable abundante; Algodonal: reacondicionamiento de un pozo boliviano; agua dulce, escasa; y Ysyporendá: pozo de 100 metros de 6 pulgadas.

Este fue el papel desempeñado por el francés Fragnaud. Una titánica tarea que posibilitó la permanencia de miles de hombres en un medio hostil y desértico. Por estos méritos, fue ascendido a mayor (H.C.) y se le otorgó la ciudadanía paraguaya. Se hizo merecedor, además, de la Cruz del Defensor, la Medalla de Boquerón, la Cruz del Chaco, además de la denominación de una calle asunceña con su nombre. Le sobreviven dos hijas, de avanzada edad, sobrellevando el peso de los años con una mísera pensión que les dio el Estado paraguayo, en pago por la ciclópea labor salvadora de vidas que realizó su padre en los desiertos chaqueños.
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