Díaz de Mecanismo

Cínico e irónico. Así es Roberto Ibrahim, uno de los principales artífices de una gran red de corrupción que llega hasta lo más alto del poder en el Brasil. Su personaje es encarnado por un actor de raíces paraguayas, Enrique Díaz.

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En el 2018, Netflix produjo la controversial serie O mecanismo (El mecanismo), escrita por Elena Soares y José Padilha, uno de los mejores directores y guionistas del Brasil. Padilha plantea nuevamente en esta serie temas polémicos, como la corrupción en la política y cómo afecta a las personas.

La serie toma hechos del mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil: el operativo Lava Jato, que salpicó al expresidente Lula da Silva, la presidenta destituida Dilma Rousseff, multinacionales, empresarios y políticos.

La primera temporada culminó exitosamente y se aguarda con ansias el inicio de la segunda, que tendrá escenas realizadas en Ciudad del Este.

Con sangre guaraní

Roberto Ibrahim es el antagonista del policía retirado Marco Ruffo (Selton Mello). Roberto cobra vida bajo la piel del actor Enrique Díaz, hijo del recordado periodista paraguayo Juan Díaz Bordenave y hermano del también actor Chico Díaz.

“Hubo reacciones muy diversas. Mucha gente no está de acuerdo con la operación y todos los procedimientos”, responde acerca de cómo reaccionó el público brasileño a esta serie. “Mucha gente ve en la serie una tendencia narrativa hacia la derecha, contra el PT (Partido de los Trabajadores), y Lula da Silva. Entonces, eso supuso una discusión muy grande y protestas contra la serie”, agrega.

Complejidades

Enrique opina que la serie trata un tema muy complejo. “Por un lado, todos estamos en contra de la corrupción. No hay cómo no estarlo si no eres un corrupto (ríe). Pero existe una historia de aprovechamiento de la denuncia de la corrupción para luchar contra el Gobierno. La lucha contra la corrupción no es sinónimo de razón”, alude. “Creo que hay una narrativa construida que se olvida de un proyecto de política de izquierda muy interesante y esta hace que se olvide eso, porque tenemos que hablar solamente de corrupción. Entonces, cuando uno dice que la corrupción está en todas partes, que ese es el único problema, uno se olvida de toda una relación de clase, justicia social, favorecimiento de clases, capitalismo salvaje, de cómo la estructura social brasileña y la de otros países están organizadas en otra estructura colonial. Ese es el problema del discurso contra la corrupción. Es importante, pero no justifica todo, porque no se puede olvidar una crítica de los proyectos de gobierno basada en la idea de corrupción”, agrega.

Pérdidas sociales

Para el actor, si uno calcula las pérdidas por la corrupción en comparación con las sociales, aunque uno piense en dinero, las pérdidas sociales por el capitalismo salvaje son mucho más grandes. “No estoy diciendo que la corrupción no debe ser combatida, sino que es un tema con el cual se tiene que pensar de manera compleja. No se puede reducir a un solo pensamiento”, rescata.

Enrique elogia el trabajo de José Padilha y Elena Soares, que –pese a crear una historia de ficción– está muy próxima a la realidad política reciente del Brasil. “Me ha traído problemas personales, porque estamos en un momento muy importante de la política. Creo que hay un proyecto político de destrucción de la izquierda y estoy en contra de eso. Pienso que existe un peligro de que la serie sea usada por este proyecto político”, reflexiona.

Es por eso que recusó dos veces el trabajo, pero acabó aceptando. “Pensé que siendo autoproclamada como serie de ficción habría un espacio para que el espectador supiera entre discurso vs. realidad, pero eso ya no depende de mí”, argumenta. Elena es muy buena escritora, tanto de estructura como de diálogos y, sobre todo, de personajes. Escribe bien los personajes y eso en actuación es un regalo”, comenta.

Aunque hay mucho hermetismo sobre la segunda temporada, los tentáculos de El mecanismo sobrepasan el Brasil y se extienden prácticamente a todo el continente, incluyendo al Paraguay. La realidad siempre supera a la ficción.

Por Marlene Aponte Branco maponte@abc.com.py • Fotos ABC Color/Arcenio Acuña/internet.

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