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El camino está asfaltado hasta la estancia La Patria y de allí se toma un trayecto de tierra de 23 kilómetros para llegar a la sede central del parque. Su creación por Decreto número 15936 del 21 de mayo de 1980 marcó el propósito de preservar 40 mil hectáreas de un ecosistema característico del Chaco seco, compuesto por arbustos, matorrales y árboles: samuu, algarrobo, aromita o tuka, coronillo y quebracho blanco.
Cabe en una mano. La lista de aves registra variedades de buitres o yryvu, ñandú, loros, el tujuju cuartelero y la charata. Abundan reptiles como la cascabel, el caimán o jakare, el teju guasu y las tortugas.
Y la araña pollito es tan común como los mosquitos o las mariposas, que en los meses de enero y febrero producen el fenómeno llamado "Nieve chaqueña", por la invasión de una especie blanca.
Comodidades básicas
Cuenta con 5 dormitorios, sanitarios confortables y capacidad para albergar a 30 personas. Dispone de un Centro de Interpretación con auditorio y es sede administrativa de dos parques nacionales: Teniente Enciso y Médanos del Chaco, ubicado a unos 70 kilómetros.
Mario Torales (39), el jefe de los guardaparques, tiene 15 años de experiencia en la tarea de manejar recursos ecológicos. Comenta él que su función en el Chaco consiste primordialmente en potenciar una relación sostenible con las comunidades indígenas.
Dentro de los límites del parque hay una hermosa aguada con cobertura vegetal. Tiene un metro y medio de profundidad y fue cavada en 1936 por los militares que se asentaron en el lugar, anteriormente llamado Pozo Espinoza. Los arbustos y helechos que le dan sombra impiden que el agua se evapore y permiten así que los animales silvestres tengan qué beber durante las agudas sequías. "Ya a estas alturas esa aguada se volvió natural.
Es tan emocionante cuando en sus bordes uno descubre las Lugares huellas de tapires o cualquier otro animal que viene por la noche a tomar agua", suelta Ismael Arias, estudiante de Ciencias Ambientales y con cuatro años de experiencia en Enciso.
A pocos metros de la casa de los guardaparques se encuentran vestigios históricos del tiempo de la guerra contra Bolivia (1932- 1935). El Sendero de la Trinchera muestra, en sus 1.200 metros de recorrido, parte de las excavaciones realizadas por los soldados contendientes para protegerse del enemigo.
Está dividido en 13 estaciones que los guías utilizan para hablar a los visitantes acerca de las especies vegetales que crecen en el bosquecillo, por ejemplo jukeri hu, una planta de madera flexible que alcanza los 3 y 7 metros de altura; distintas variedades de karaguata, cactáceas y helechos.
Parte de este sendero incluye un sector de la antigua picada Boquerón - Yrendagüé, que a su vez fue abierta sobre tramos originales del Tapé Avirú o camino prehispánico de los guaraníes.
De administrar el Parque Nacional Teniente Agripino Enciso se encarga la Secretaría del Ambiente (SEAM), que destaca en el lugar a un cuerpo de guardaparques encargados de la vigilancia del área y la atención de quienes llegan con deseos de conocer el sencillo, pero encantador paisaje chaqueño.
Banco genético
Reúne cantidad de insectos y animales menores que se procrean favorecidos por el dinamismo biogenético de la zona. Alcanza importancia ilimitada como banco genético, todavía poco explorado. Su suelo arenoso es propicio para el desarrollo de hierbas medicinales y especies silvestres de ají, mandioca, mburukuja, maní y batata. También crecen espontáneamente distintos tipos de cactus, muchos de ellos comestibles. El algarrobo, que hay en abundancia, es un poderoso recurso alimenticio.
Destino ecológico
Por la rica flora y fauna que contiene, el Parque Nacional Teniente Agripino Enciso es considerado por los ambientalistas un "importante patrimonio natural del Paraguay".
"Es la mejor escuela que tenemos para conocer nuestra naturaleza. Acá todo es vital y durante el año se produce la recomposición de la cadena ecológica", indica Juan Manuel Prieto. El paisaje, el clima, los insectos, las plantas, los indígenas, los escenarios de la guerra son recursos válidos para alentar su explotación racional como un destino turístico de aventura.
"Muy lejos de los ruidos artificiales de la vida urbana, aquí uno se reconcilia con el ambiente puro. Los sonidos absolutamente naturales permiten recuperar la paz que el espíritu necesita de tanto en tanto", comenta Lucía Velázquez, una simpática visitante relacionada al mundo de la hotelería y los viajes.