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Hay quienes dicen que las tradiciones son imaginarias; por ello, algunos, a medida que notan que las van perdiendo, se esfuerzan por conservarlas y hacen de ellas parte de su identidad. Tal vez por eso se aferran a ellas, a veces conscientemente y otras por hábito. Y dentro de estas costumbres están, por ejemplo, el clásico brebaje llamado carrulim (caña, ruda y limón), que se bebe el 1 de agosto como antídoto contra la mala onda, además de las siete hierbas en el mate o tereré.
Sobre las tradiciones populares, el Dr. José Nicolás Morínigo, sociólogo, dice que Pierre Bourdieu, su colega francés, analiza este tema desde el punto de vista de la práctica humana bajo dos perspectivas: una objetiva, según la cual hacemos las cosas en un determinado tiempo y lugar, y otra subjetiva, de acuerdo a nuestras creencias, y ambas se complementan. “Es decir que todas estas tradiciones nos permiten que exista esta suerte de hábito que no responde solamente a nuestro deseo, sino que la sociedad nos trasmite para dar respuestas a las prácticas sociales”.
En ese sentido, nadie toma plena conciencia de por qué toma el carrulim, pero lo hace, y esto tiene una consecuencia en la práctica social permanente, tanto consciente como inconsciente y se va volviendo una tradición. “Se da el fenómeno de que tiene un tiempo muy preciso, que es el 1 de agosto”, explica y recuerda la expresión “agosto, tuja ha vaka piru rerahaha” (agosto se lleva a la vaca flaca y a los ancianos). “Es como una suerte de recordación del hecho y para hacerlo, se consumen esta bebida y las siete hierbas”.
Resalta que no importa lo que uno toma, sino prepararse para el hecho. “Se plantea simplemente como una actividad recordatoria, sin necesidad de decir: ‘Mire, estamos entrando en una etapa difícil’. Se trata de una tradición hecha hasta de manera inconsciente para estar preparado frente a cualquier eventualidad”.
Para el sociólogo es bueno que la tradición no se pierda. “Porque rememorar esos elementos nos demuestran la conexión y el vínculo que tenemos entre un antes y un después; entre la cultura que teníamos, y estamos teniendo y vamos a tener”.
Clemente Cáceres, promotor cultural de la Dirección General de Cultura y encargado de las recordaciones del calendario folclórico, cuenta que la costumbre de beber carrulim es bastante antigua. “Los primeros registros que tenemos son los de un antropólogo de apellido Vera, del año 1700, que es el más antiguo, de León Cadogan, Paulo de Carvalho Neto, Dionisio González Torres y Mauricio Cardozo Ocampo”.
Explica que el carrulim se hace con caña blanca, aunque se puede utilizar alcohol rectificado —el bebible, pero en menor porcentaje—, ruda y limón, de cuyas primeras sílabas se forma su nombre. “Se toma como un antídoto para ahuyentar la mala onda y la muerte repentina en agosto, lo mismo que las siete hierbas”, comenta, y añade que actualmente se estila agregarle katuáva, un energizante, y la cáscara de guavirami, para mejorar su sabor, y miel de abeja, que le aportan poderes afrodisíacos”.
Recomienda beberlo durante todo el invierno porque agosto se caracteriza por registrar mayor cantidad de fallecimientos. “Lo cual denota que esta costumbre no está lejos de la realidad. Creo firmemente que resulta, pero no si se toma un solo día”.
Cáceres manifiesta que vamos perdiendo nuestras tradiciones porque tenemos la tendencia a olvidar fácilmente nuestras raíces y adoptar costumbres foráneas. “Además, la religiosidad y las creencias populares, los mitos y leyendas, generalmente, no encajan entre la gente ilustrada”.
Destaca que la función de la prensa es muy importante para la difusión de las tradiciones. Sobre todo que las entidades que publican libros y revistas culturales vean lo positivo y lo negativo porque la encasillan como agüerías, una creencia popular sin asidero científico, por lo cual no es importante. “Analizando otras culturas, encontramos que también tienen sus creencias, pero las valorizan aun conscientes de que no tienen ninguna efectividad, y las cuidan porque son legados de sus antepasados. Esa dosis nos falta un poquitito a nosotros”.
Destaca la importancia de darle su saborcito de folclore y tomar el carrulim todo el día. “Los siete traguitos de las siete yerbas, en ayunas, y tienen sus límites porque a veces produce efectos no deseables. Está comprobado científicamente que la flor de agosto es tóxica; se toma como infusión, en el mate o tereré”.
En esto coincide Javier Torres, vendedor de yuyos del Mercado 4, en República Francesa y Pettirossi, aunque él indica que el carrulim se toma en ayunas. También recomienda tomar las siete hierbas —agosto poty, romero, ajenjo, ka’apiky, vervena’i, pyno’i y ruda— en el tereré para renovar la sangre.
Según Torres, se bebe los siete tragos de carrulim por tradición y por temor a la mala fama de agosto, y también recuerda la frase “agosto, vaka piru ha guaiguî rerahaha”. Y tanto para Cáceres como para él, sin duda, la bebida es efectiva por donde se la mire, porque además de purificar la sangre y evitar desgracias, con otros agregados adquiere poderes afrodisíacos; por lo que ¡bien vale más de los siete tragos y uno de yapa!
El vendedor cuenta que lleva en este menester más 12 años junto a su abuela, con quien viene desde Villa Hayes hasta la capital. En todos estos años, desde su perspectiva, la costumbre de beber carrulim va a disminuyendo. “Se va perdiendo la tradición”, resalta.
Y con este pensamiento coinciden varios jóvenes a quienes consultamos a través de las redes sociales. Tanto Jonás Aguirre (21), fotógrafo, como Jeannette Bogado (21), violinista; Evelyn Ortiz (29), estudiante; Karina Obando (30), estudiante, y Paola Rafart (26), estudiante, aseguran que nunca tomaron, ya sea porque en sus hogares no se acostumbra, no se animaron, no les llama la atención o no creen en su efectividad.
En cambio otros, como Richard García (25), Lic. en Relaciones Internacionales; Andrés Aguilar (34), comerciante; Augusto López Ortiz (22), estudiante, afirman que lo toman por tradición aunque no crean en su eficacia.
Y están los demás, como Luis Troche Santiviago (25), actor, y Mabel Otazú Melgarejo (26), sicóloga, que cuentan que nunca tomaron, pero refieren que, si les invitan, lo probarían o como Anahí Duarte Miltos (29), sicóloga, quien lo probó una vez por curiosidad para conocer su sabor y ver si el “mito” en verdad funciona.
Por su parte, el bartender Darío Loprete cuenta que a nivel comercial no le suelen pedir el carrulim como trago; generalmente lo compran de las vendedoras de yuyos. “Pero yo suelo preparar para mis compañeros de trabajo y para mí. Me gusta seguir la tradición”. Loprete dice que, como se trata de una bebida muy fuerte, toman al mediodía, antes del almuerzo. “Porque cuando tomás recién, te pone un poquito alegre”, subraya.
Con todo, como lo afirma el Dr. Morínigo, estas prácticas persisten y constituyen todo un reconocimiento de nuestra particularidad cultural, que es importante conocer en un tiempo en el cual hablamos de universalización, globalización. Son maneras de comprender una cultura que ya no existe, pero que mantiene todavía sus elementos presentes y plenamente vigentes de manera inconsciente y que se mantienen como una tradición permanente gracias a una práctica social que se repite a lo largo del tiempo.
Es importante darle su saborcito de folclore a ese día y tomar el carrulim, así como los siete traguitos de las siete yerbas, en ayunas.
Manzana de la Rivera
El 1 de agosto se realizará un acto a las 10:00, en el cual Clemente Cáceres (foto derecha) hablará sobre el carrulim. Luego, las integrantes del Ballet Folclórico Municipal de Adultos Mayores tendrán la bebida para la venta.
El 1 de agosto, el carrulim y las siete hierbas estarán a la venta en el Mercado 4 a G. 5000 y 10.000 la botellita.
mpalacios@abc.com.py
Fotos ABC Color/Jorge Cañete/Heber Carballo/Gustavo Báez/Gentileza.