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Aproximadamente, 30 jóvenes ensayaban pasos de baile en el salón de un conocido estudio de danza de Asunción. Al son de la canción Color esperanza, del cantautor argentino Diego Torres, cantaban y movían brazos y piernas a la par, en perfecta sincronía. Eran de la academia Lourdes Llanes y la Fundación Saraki, guiados por una instructora de la afamada e internacional Battery Dance Company. La conexión era tal que solo al mirar muy de cerca se notaba esa “distinción” que a muchos les cuesta ignorar a primera vista.
Y ese era justamente el objetivo de la Embajada de los Estados Unidos al impulsar el proyecto “Dancing to connect”: integrar a 100 niños y jóvenes “de todas las capacidades” a través de la danza, adiestrados por una de las mejores compañías de danza del mundo: la Battery Dance, de Nueva York. La iniciativa surge en conmemoración del 25.o aniversario de la ley sobre estadounidenses con discapacidad (ADA 1990), según explicó a ABC Revista la embajadora americana en nuestro país, Leslie Ann Bassett.
Con entrañable sencillez y humildad, la diplomática participó activamente de los ensayos de este grupo, tomándose solo unos minutos para hablar con la prensa, para explicar los motivos de esta campaña. “Hay un entendimiento muy importante, porque muchas veces se piensa solo en barreras y obstáculos que aquí no existen; hay posibilidades, oportunidades y arte”, dijo al ver parte del ensayo.
“Es una muestra de que todo es posible, y todo es mejor cuando hay una sociedad, economía y arte inclusivas”, prosiguió.
Esta singular iniciativa se extendió con talleres por espacio de una semana, precisamente del 8 al 12 de junio, y culminó con la presentación de un gran show en el Banco Central del Paraguay, el domingo 14. Las academias involucradas en este programa fueron: Asociación Santa Lucía, Fundación Solidaridad, Alas Abiertas, Centro Educativo de Fonoaudiología Paraguay-Uruguay, Centro de Educación Especial Virgen del Rosario, Asociación Mil Solidarios, Elenco de Arte Saraki, Academia Lourdes Llanes, Escuela de Arte Alex Martínez, Academia Sussy Sacco, Elenco de la Secretaría Nacional de Cultura y el Instituto Municipal de Arte.
Salir de la caja negra
En esta ocasión, también se contó con la presencia del fundador y director de la Battery Dance Company, Jonathan Hollander, quien monitoreaba atentamente el desenvolvimiento de todos los ensayos. “La danza debe salir de la caja negra del teatro, el estudio hacia el espacio público y estar disponible para todos. Este pensamiento es el que nos estuvo guiando desde el comienzo mismo”, explicó sobre el origen de su empresa.
Esta compañía de baile estadounidense ha dictado talleres y actuado en numerosos escenarios y espacios públicos en más de 60 países alrededor del mundo con sus 35 años de vigencia, interactuando con gente de todas las edades, con especial atención a los menos favorecidos. Su sede central se encuentra en Bajo Manhattan, Nueva York.
“El crecimiento y evolución del grupo es muy orgánico, porque no hubo un plan… Es, más que nada, el arte y la gente uniéndose”, indicó para luego agregar que la experiencia vivida en el Paraguay “crea conexiones entre quienes estudian danza en el conservatorio o la escuela y aquellos que en su comunidad no tienen acceso a esto... Eso es lo que está pasando aquí”.
Sueño hecho realidad
María José Cabezudo, directora de la Fundación Saraki, relata que el grupo a su cargo surgió en 1996, como un elenco de teatro, cuyo enfoque fue cambiando con el tiempo. “Pero siempre nos quedó el amor por el arte y la forma de transmitir toda esa concienciación sobre lo que es discapacidad e inclusión a través de eso”, apuntó.
Fue por este motivo, según dijo, que quedaron seducidos por la iniciativa de la sede diplomática del país norteamericano, que los incluyó desde el inicio, en enero de este año. “Siempre veía en internet videos de la Battery y decía: ‘Qué fabuloso poder hacer algo así acá’. Luego se dio la oportunidad. Es un sueño cumplido”, reveló.
Señaló que la presencia de la compañía de danza en nuestro país para tan loable fin “es para reactivar la fuerza. Pero, sobre todo, nos entusiasma cómo consiguió unir varias personas diferentes, muchas de ellas que a lo mejor nunca se imaginaron tener una experiencia con discapacidad”.
Este tipo de iniciativas demuestra que con la correcta aplicación de las políticas públicas hacia sectores vulnerables de la sociedad –y aún más con experiencias como las logradas por la Battery Dance, de una manera sencilla– se puede dejar de lado el pensamiento discriminatorio que aún se encuentra impregnado en el pensamiento colectivo y que, lamentablemente, impide a los desfavorecidos acceder a derechos básicos o, a lo sumo, logran transitar sin mayores restricciones por las calles con “rampas inclusivas”, que a menudo son obstruidas por conductores irresponsables.
Por Alejandra Rojas alejandra.rojas@abc.com.py • Fotos ABC Color/Gustavo Báez.