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Cada vez que regresa al Paraguay lo reciben como rockstar, y él lo sabe. Desde aquel primer encuentro con su legión de fans –el 28 de febrero de 1998, en el León Condou–, el artista casi juega de local y siempre gana en afecto, audiencia y pasión. Como en cada jugada –esta vez, la quinta–, el éxito se repitió anoche con localidades agotadas en el Court Central del Yacht y Golf Club. “El público paraguayo es muy generoso conmigo, apenas nos conocemos, pero me tratan como a un hermano”, dice en una entrevista con ABC Revista. “Yo respondo honradamente y queriendo ofrecer el mejor concierto posible; ensayamos bien para brindar lo mejor del repertorio en un recital verdadero de rock genuino, con guitarras incendiadas”.
El autor de verdaderos éxitos generacionales –Mil horas, Flaca y El salmón son apenas tres ejemplos– hizo un hueco en su gira acústica Licencia para cantar para entregarse al formato acústico en Vivo Festival, evento en el que compartió cartel con los británicos The Magic Numbers y La de Roberto. “¡El show lo preparamos muy bien! Reunimos la banda y ensayamos dos semanas. Tocamos lo mejor de mi repertorio en un recital de rock y canciones genuino y auténtico, sin trucos ni trampas”.
–Entre las joyas ‘perdidas’ (y encontradas) de tu repertorio hay referencias hacia nuestro país, en canciones como Bachicha y La ranchada de los paraguayos. ¿Qué te inspira de nuestra tierra?
–El Paraguay es el gran país del norte, es un secreto que pocos afortunados en Argentina realmente conocen. Bachicha es una porción de surrealismo que reivindica los valores hispanoamericanos de la gente normal que camina por la calle, una composición metafórica que opone la idea del pequeño comercio que intenta sobrevivir a la aparición de las grandes cadenas, y eso mismo, como metáfora social del impacto de los monopolios en las personas. La Ranchada es una letra de Jorge Larrosa, una historia real de presidiarios paraguayos haciendo el rancho en una cárcel de Argentina en el momento de un motín. Un aguafuerte pictórico, una descripción cálida en un escenario complicado.
–De ser el centro de atención absoluto (confrontando con antitaurinos y la prensa rosa) a un alejamiento de la “agitación” de Twitter, ¿te cansaste de la plataforma o los tuiteros?
–Sí. Ya no entiendo la necesidad de compartirlo todo: qué estamos haciendo, qué estamos comiendo, qué escuchamos o vemos en televisión. No comparto la importancia de compartir. Entiendo que mi tiempo es mío y lo que compartimos es mucho más valioso que divulgar lo que estoy comiendo o pensando (lógicamente, creo que la comida y el pensamiento son dos grandes cosas). Tampoco es interesante saber lo que piensan u opinan los otros. Siempre hay algo atractivo, pero puedo encontrarlo en libros, discos y cine.
–La faceta del Calamaro intérprete vuelve a tomar protagonismo en Romaphonic sessions, como ocurriera marcadamente en producciones como Tinta roja (2006) y El cantante (2004). ¿Sentís que el Andrés compositor se retroalimenta siempre del cantante?
–Una canción crece si la interpretación es buena. Es verdad. Una canción original puede parecer mejor si está cantada como hay que hacerlo. Intento cantar siempre lo mejor posible en las grabaciones y los recitales, pero es el canto el broche de una canción nueva. La canción es el canto; lo demás es el material necesario para construirla con armonías y versos.
–Desde Honestidad brutal (1999), Paloma es una canción que traspasa fronteras, formatos y versiones. De hecho, la volviste a grabar en una bonita versión en piano en Romaphonic... ¿Qué recordás del momento en el que la escribiste?, ¿cuál es el espíritu de la canción?
–Paloma la escribí en un autobús en la carretera, recorriendo provincias argentinas de La Pampa a Buenos Aires. También escribí algunas letras de aquel disco (Honestidad brutal) en Asunción, otras en Corrientes y Buenos Aires. Unos pocos meses después nos encontrábamos en disposición de un estudio para grabar, entonces terminé de darles sonido y ambientes a aquellos textos. Fue la génesis de Honestidad brutal, la semilla. El espíritu está en el interior de aquellos que la escuchan y cantan conmigo, son sus sensaciones.
–René Pérez (Residente) anunció que se embarcará a su carrera solista, dejando atrás su proyecto de Calle 13. ¿Cómo ves esa decisión?, ¿qué recordás de la colaboración que hicieron juntos para On the rock?
–Calle 13 es un grupo de hermanos. La importancia de René en la música es muy grande, ya que es un extraordinario poeta y una fuerza natural notable en los recitales. Es la fuerza y el texto de Calle 13. Supongo que está necesitando un cambio de aire, que tampoco tiene que ser permanente ni definitivo. Nuestra colaboración fue muy valiosa, le sumó mucho a la canción, la transformó. Insoportablemente cruel era una pequeña idea guardada en el callejón de los olvidos musicales, y los versos de René le dieron dirección y profundidad, además de gracia. Fue muy generoso escribiendo y cantando para mi disco.
–Hablando de colaboraciones, una de las más sorpresivas tuvo lugar este año con un ícono de la música latina que nos dejó: Juan Gabriel. En el video se observa un cariño y una admiración mutua. ¿Qué recuerdos te deja?
–Muchos recuerdos. Fue un auténtico viaje musical y personal. Viajé a México y me recibió en su hogar-estudio. Fue generoso, fraternal y respetuoso. Soy privilegiado y no voy a olvidar a semejante leyenda de la canción de América.
–Muchas de tus creaciones forman parte de la categoría de “clásicos” del rock en español. Si pudieras elegir cinco para acompañar una misión espacial, ¿cuáles enviarías?
–Para no olvidar (Los Rodríguez), Expulsado del paraíso (El salmón), Gomontonera (On the rock), Flaca (Alta suciedad) y El día de la mujer mundial (Honestidad brutal).
–¿Cómo se gesta hoy un nuevo álbum de estudio de Andrés Calamaro? Nos encantaría una primicia de lo que se viene.
–Tengo distintos proyectos que puedo desarrollar según los planes que distinguen el tiempo y deseo. El más próximo es el que ya está en marcha y trabajamos para que pueda publicarse este mismo año. Es una selección de grabaciones recientes, un disco completamente inédito. Muy interesante, roquero, blusero, nocturno e incorrecto.