Algunos puntos sobre las íes

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Cada vez que se habla del la Guerra del Chaco, se trae a colación que fue reflejo de la pelea por el dominio del territorio y de las economías del Paraguay y de Bolivia por parte de empresas transnacionales dedicadas a la explotación y comercialización petrolífera. Como en dos días más se recuerda el 71 aniversario de la firma de la Paz definitiva en la cuestión del Chaco, y a propósito de la entrega, hace unos meses, de los informes finales de la Comisión de Límites, es necesario comentar algunas cosas.

Hace unos tres meses, en un acto realizado en Buenos Aires, se realizó en la Casa de Gobierno de la Argentina un acto considerado como el "símbolo de la clausura definitiva de aquella etapa de enfrentamientos sin sentido", como lo señaló la Presidenta de ese país, quien a la vez —nuevamente— se refirió a la cantinela de la responsabilidad de empresas petroleras de EE.UU. (Standard Oil) y del Reino Unido (Royal Dutch Shell), que habrían incentivado la guerra entre el Paraguay y Bolivia, entre 1932 y 1935.

El petróleo en Bolivia

Convengamos que los hidrocarburos son un componente muy importante de la historia de los siglos XIX y XX en Bolivia. Las primeras concesiones de explotación petrolífera en Bolivia datan de 1865, si bien ellas no tuvieron resultados prácticos. Fue recién en 1913, cuando un empresario llamado Luis Lavadenz descubrió el carburante en territorio boliviano. Para explotarlo, consiguió una concesión de un millón de hectáreas.
Debido a que para la búsqueda y explotación de petróleo requería mucho capital, en 1920 Lavadenz vendió sus concesiones a la empresa Richmond Levering Company, de Nueva York. Poco después, esta empresa vendió su concesión a otra compañía norteamericana, la Standard Oil Company, introduciéndose, de esa manera como factor importante en la historia boliviana.
A partir de 1924, la Standard Oil descubrió los yacimientos de campo Bermejo, Sanandita, 1926; Camiri, 1927, instalando sus refinerías en 1931.

La Standard Oil y la guerra paraguayo-boliviana

Cada vez que se habla de la guerra paraguayo-boliviana, se trae a colación la disputa entre la Standard Oil Co. y la Royal Dutch Shell. Convengamos también, que la Shell llegó y se instaló en el país en 1955, en Calera Cue, un barrio de Asunción, dedicándose a la comercialización de sus productos derivados del petróleo. Que sepamos, al menos con el nombre de Shell, nunca obtuvo ninguna concesión para la explotación petrolífera en el Chaco.
En cuanto a la Standard Oil Co., dicha compañía norteamericana, desde la iniciación de sus operaciones en Bolivia, tuvo serias divergencias con el Gobierno de ese país. Tanto es así que, a partir de 1931 empezó a retirar parte de sus equipos y maquinarias y realizó exportaciones clandestinas a la Argentina. Para complicar aún más su situación, la Standard Oil se había negado a suministrar petróleo al Gobierno boliviano para sus Fuerzas Armadas en 1932. Y durante todo el conflicto.
El 15 de junio de 1932 se iniciaron las hostilidades entre el Paraguay y Bolivia por la posesión del Chaco. Hacia 1934, el senador norteamericano, Huey Pierce Long, que mantenía una relación de enemistad con los ejecutivos de la Standard Oil, acusó a esta empresa de apoyar desembozadamente al Gobierno boliviano, cosa que ni los bolivianos ni sus colegas del Senado norteamericano tomaron en serio. Unos meses después, Long —cuyas denuncias fueron tomadas con propósitos propagandísticos por el Gobierno paraguayo— caía acribillado a balazos, pero, según parece, como consecuencia de asuntos totalmente alejados de la cuestión chaqueña.

Los hechos que mencionamos más arriba, en relación con la Standard Oil, elevaron las tensiones entre la compañía norteamericana y el Gobierno boliviano a lo largo del conflicto, lo que contradice rotundamente la teoría de que la Standard Oil estuvo detrás de la guerra para beneficio propio. Algún interés habrá tenido —no cabe duda—, pero no fue determinante.
También desbarata esa tesitura, el hecho de  que en la posguerra, la situación de la Standard Oil no era la mejor: A poco de culminar el conflicto, el presidente José Luis Tejada Sorzano inició un juicio contra la empresa por fraude y por las denuncias de exportaciones clandestinas de petróleo entre 1926 y 1927, denuncia probada y luego admitida por la compañía.
Poco después, durante el Gobierno del coronel David Toro se expropió y confiscó los bienes de la empresa por cargos de traición a la patria, lo que llevó a la creación, el 21 de diciembre de 1936, de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Los acuerdos transaccionales con la Standard Oil Company por las expropiaciones recién llegaron en 1942.
La perforación del primer pozo a cargo de la YPFB se llevó a cabo en 1939. Poco antes, el Gobierno boliviano había firmado con el Brasil un convenio de vinculación ferroviaria que dio origen a las exportaciones de gas a ese país.
Fue a partir de 1941 en que la producción de crudo boliviano tomó realmente impulso, lo que llevó, años después, a una verdadera etapa dorada, superándose la producción de crudo año tras año. A esto se sumó la aprobación del Código de Petróleo, o "Davenport", la complementación con centros de acopio de las refinerías de Cochabamba y Santa Cruz y la proliferación, por todo el país, de las estaciones de YPFB, además de una mayor exploración de hidrocarburos, con concesiones otorgadas a empresas como la Bolivian Gulf Oil Company, que descubrió y explotó numeroso pozos, llegando a tener producciones y reservas, diez veces mayores que la misma YPFB.
En 1969 se estatizó dicha empresa, lo que produjo serios inconvenientes al Gobierno boliviano. Nuevas leyes posteriores regularizaron las relaciones entre el Estado boliviano y los productores petrolíferos.
A mediados de 2006, el Gobierno lanzó un decreto de "nacionalización", por el que se revisaron los contratos firmados con las empresas petroleras y se aumentaron los porcentajes de pago de regalías.

El petróleo en el Paraguay

Tanto se ha dicho sobre los intereses de la Royal Dutch Shell, que esta compañía angloholandesa estuvo detrás del papel del Gobierno paraguayo en la Guerra del Chaco, que patatín que patatán... Lo cierto es que las primeras concesiones para la búsqueda y explotación petrolífera en el Chaco se dieron recién casi una década después de culminar el conflicto.
La primera empresa en ser adjudicada con una concesión fue la compañía norteamericana Union Oil Co., de California, que en 1944, por medio del Decreto Ley 5.449, obtuvo la autorización para la exploración en el Chaco paraguayo. Esta empresa realizó perforación de los primeros cinco pozos exploratorios profundos, caracterizados como Santa Rosa, Pirizal, La Paz, Picuiba y Orihuela.
Diez años después, el Gobierno paraguayo otorgó, por Ley 475, de 1957, derechos de exploración a la empresa norteamericana Pure Oil Company. Esta empresa perforó cuatro pozos entre 1958 y 1959: Madrejón, Lagerenza, López y Mendoza 1R.
El pozo Mendoza 1R fue el pozo más exitoso perforado por Pure Oil Company, pues en el mismo, se encontró el primer indicio importante de hidrocarburos en forma de gas y a una profundidad de entre 1.934 y 2.079 pies (la mayor manifestación se encontró a la profundidad de 1.956 pies con una capacidad de 136.000 m3/día).
En 1966, se otorgó permiso para la prospección de hidrocarburos a la  compañía Placid Oil Company y perforó en 1967 los pozos: Mendoza 1, Mendoza 2 y Mendoza 3.
Tres años después, en 1969, por Decreto 7.362, el Gobierno otorgó permiso para prospección y exploración de petróleo a la compañía Pennzoil Company & Victory Oil Holdings. Luego de dos años de trabajo, esta compañía perforó un total de 16 pozos en la Subcuenca del Carandayty: Alicia, Brígida, Christina, Dorotea, Emilia, Federica, Gabriela, Hortensia, Isabel, Julia, Katherina, Luciana, Marta, Nola, Olga y Don Quixote. De todos estos, sólo el último, según se conoce, tuvo indicios de petróleo.
En 1976, por medio de la Ley de Concesión 621, se otorgó permiso a la compañía Chaco Exploration, que en 1977 realizó dos pozos: Parapití 1 y Parapití 2.

La Standard Oil en el Chaco paraguayo


La presencia de la Standard Oil, en realidad bajo el nombre de Esso Standard, data de 1975 (40 años después de finalizado el conflicto), cuando puso su pie en el Chaco paraguayo, a través de la Ley de Concesión 487. En la Subcuenca del Pirity perforó el pozo más profundo del Paraguay: el Berta 1, con una profundidad de 4.789 m, en el que también se localizaron indicios de petróleo.

Otras compañías en el Chaco


Además de las mencionadas, otras compañías que trabajaron en el Chaco paraguayo buscando petróleo fueron la Texaco-Maraton, cuya concesión fue a través de la Ley 436, de 1974. Esta empresa perforó, entre 1977 y 1978, los pozos Cerro León 1, Toro 1 y Gato 1. En el pozo Gato 1 se encontraron indicios de petróleo.
El descubrimiento de importantes indicios de petróleo en la Cuenca de Palmar Largo (Argentina), vecina a la frontera con el Paraguay (en realidad una prolongación de la Subcuenca del Pirity), las compañías petroleras centraron sus objetivos en dicha Subcuenca.
En 1975, las compañías Repsa & CPC (Refinería Paraguaya SA y Compañía Petrolera Chaco), con una concesión otorgada por el Decreto 8.438, de 1969, perforaron el pozo Palo Santo. Más tarde la Compañía Petrolera del Chaco, entre 1978 y 1979 perforó dos pozos más: Anita 1 y Gloria 1, que resultaron con indicios de gas.
Entre 1985 y 1987, la empresa Occidental of Paraguay, (cuya concesión fue otorgada por la Ley 1.160, de 1985), realizó tres pozos estratigráficos en la subcuenca del Pirity: Carmen 1, Tte. Acosta 1 y Nazaret 1, con algunos indicios de petróleo y gas.

Del otro lado del río


No sólo el Chaco fue escenario de la búsqueda de petróleo. También se buscó en la Región Oriental. Uno de los objetivos de las compañías petroleras fue la Cuenca del Paraná. Allí la compañía Pecten, cuya concesión data de 1979, por la Ley 763, perforó dos pozos en el Bloque San Pedro entre 1982 y 1983: Asunción 1 y Asunción 2. En el primero aparecieron indicios de petróleo.
También la Texaco buscó en la Cuenca del Paraná. Por Ley 31, de 1989, se le otorgó la concesión para la prospección, exploración y explotación de hidrocarburos en la Región Oriental. Su búsqueda se centró en el Bloque Alto Paraná con la perforación del pozo Mallorquín 1, en 1990, en el cual encontraron importantes indicios de petróleo en los sedimentos de edad Pérmica; más adelante, esta compañía, asociada con la empresa Guaraní Exploration & Development, en 1994, perforó dos pozos más, Inés 1 e Inés 2.

Nuevamente en el Chaco


Mientras, en el Chaco, la empresa paraguaya Primo Cano Martínez S.A. En su área de exploración otorgada en concesión por la Ley 1.028, de 1983, encontró, diez años después, importantes indicios de gas en el pozo Independencia 1. En 1997, perforó un segundo pozo, Independencia 2.
Otra empresa que buscó petróleo en el Chaco fue la Phillips Petroleum Co., cuya concesión se otorgó por medio de la Ley 121, de 1991, para la prospección, exploración y explotación de hidrocarburos en la Región Occidental (Bloque Curupayty). El periodo de prospección duró dos años. En una segunda etapa, en 1995 realizó el pozo Pantera 1.
Desde el primer pozo, en 1944, se realizaron un total de 15.859 km de líneas sísmicas y perforaron 48 pozos de exploración petrolífera, de los cuales 28 pozos (el 58%) han registrado indicios de hidrocarburos. Según un experto, para obtener un pozo rentable de petróleo, debería hacerse entre 40 y 60 perforaciones. O sea, nuestra búsqueda, con suerte, podemos considerarla exitosa. Entonces... ¿fue el petróleo la causa de la Guerra del Chaco? La consecuencia, por lo menos, no lo fue.
Lo que sí en concreto ocurrió —con los acuerdos llegados por medio de los arreglos definitivos de 40 años atrás y cuya documentación fue entregada el pasado 27 de abril— es que, según las nuevas mediciones, nuestra frontera retrocedió unas 93.699 hectáreas, con 8.572 m2. Y el petróleo sigue sin aparecer.

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