Pobreza y desigualdad económica

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) presentaron un documento de trabajo “Pobreza, oportunidades económicas desiguales y género. Hipótesis para la discusión”.

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La presentación del documento estuvo a cargo de Verónica Serafini, consultora de ONU Mujeres, que analiza la pobreza de ingreso en el último año de la Encuesta de Hogares 2013 desde un enfoque de género, con particular énfasis en la situación del trabajo. Los datos muestran que la reducción de la pobreza registrada a nivel nacional tiene variaciones con respecto a hombres y mujeres. El documento se presentó en el Salón Auditorio de las Naciones Unidas.

La reciente reducción de la pobreza (2011-2013) fue mayor en los hogares con jefatura masculina, pudiendo así iniciarse un proceso de feminización de la pobreza de ingreso, sobre todo en el sector rural. El documento busca también construir algunas hipótesis acerca del trabajo doméstico no remunerado y de cuidado, realizado al interior de los hogares, a partir del análisis de algunas variables de las encuestas de hogares.

El estudio da cuenta de algunas diferencias y disparidades clave registradas entre mujeres y hombres en el proceso de reducción de la pobreza: el proceso de feminización de la pobreza de ingreso, principalmente en áreas rurales, donde el 32,3% de los hogares con jefatura masculina autodeclarada se encuentran en situación de pobreza, frente al 38,5% de los hogares con jefatura femenina autodeclarada, y al 37,3% de los hogares con jefatura femenina económica.

“La mayor pobreza de ingreso de las mujeres está asociada con menores niveles de ingreso, precariedad en la inserción laboral y, en consecuencia, con mayor vulnerabilidad de las mujeres y de sus hogares. Las mujeres perciben, en promedio, aproximadamente el 71,0% del ingreso masculino. Las mismas trabajan menos horas por semana, y parte importante de su tiempo es invertido en ocupaciones de baja remuneración, como el trabajo doméstico no remunerado en los hogares.

“Se registra una mayor proporción de mujeres trabajando por cuenta propia, 42,9% frente a 38,2% de hombres. Este hecho vinculado con el menor número de proveedores en el hogar puede afectar negativamente en mayor medida a los hogares con jefatura femenina, aumentando los riesgos que conlleva la pobreza, especialmente en el sector rural”, revela parte del documento.

Un aspecto relevante a considerar es que los menores ingresos laborales de las mujeres, especialmente de las jefas de hogar, no se traducen necesariamente en peores condiciones de vida en sus hogares ni en una mayor pobreza relativa, salvo en este último periodo (2011-2013) en que se observa una tendencia al empobrecimiento de las mujeres campesinas. Este hecho exige estudios de tipo cualitativo para entender mejor las dinámicas económicas, sociales y de cuidado implementadas en los hogares.

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