Obra que devuelve dignidad y amor a personas que sufren

“Dios logra que luego del ocaso surja el amanecer”, afirmó el padre italiano Aldo Trento, quien dirige la Fundación Centro San Rafael de Ayuda a la Vida. Dijo que los niños y adultos cuidados en el lugar recobran la dignidad y el amor en la antesala de la clínica de la institución.

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“Si el padre Aldo tiene seguidores es porque se ven los frutos y su inmenso amor evidenciado en sus cerca de 20 obras de servicios humanitarios y en el amor al prójimo”, nos dijo un enfermo terminal internado en la clínica Divina Providencia.

En la auditoría realizada el año pasado, el Ministerio de Hacienda cataloga a la fundación “Centro San Rafael de Ayuda a la Vida” como una administración institucional, digna de imitar.

El padre Aldo Trento, que proviene de una familia pobre de Italia, llegó al Paraguay hace 23 años, sumido en una profunda depresión. Pero de esa vivencia salieron sus obras: un centro para enfermos crónicos y terminales, un asilo, una escuela, una granja para enfermos de sida, un servicio de donantes de sangre, tres casitas para niños”, etc.

En esta nota nos ocupamos de la clínica habilitada para enfermos terminales, cuya atención de primera calidad es totalmente gratuita.

“No vine al Paraguay para crear una clínica (ni tampoco las casas para niños abandonados, los asilos para ancianos, la casa para niñas embarazadas, obras que funcionan todas dentro de la misma manzana de la parroquia San Rafael), en el barrio Tembetary. Vine porque Mons. Luigi Giussani (sacerdote italiano fundador del movimiento católico Comunión y Liberación) me abrazó y me envió aquí por la fuerte depresión en la que yo vivía sumido”, recordó Trento.

En el recorrido que hicimos por la clínica Casa Divina Providencia San Riccardo Pampuri supimos que se atiende específicamente a personas con enfermedades terminales y que en su mayoría ya no se encuentran en contacto con sus familiares.

El sacerdote nos dijo que la clínica es la historia de un abrazo. “A mí me abrazaron cuando estaba inmerso en el dolor y yo ahora quiero abrazar a aquellos que viven en el dolor y son, así como yo me sentí mucho tiempo, los despreciados de la sociedad”, afirmó.

“La forma semicircular de la fachada de la clínica, justamente, quiere expresar la misericordia divina de Cristo, de la Iglesia, que se reveló en mi vida mediante el abrazo de ese hombre.

Además, toda la estructura arquitectónica en la clínica es una síntesis entre lo antiguo y lo nuevo entre la primera evangelización, y la nueva que tiene en Pedro su única garantía unida a Pablo el Apóstol de la gente”, relató.

El nuevo desafío que el padre Aldo enfrenta es el crecimiento edilicio de la clínica Divina Providencia. La construcción, de cinco pisos, que se inaugurará en breve. Se puede admirar en el edificio la piedra sillar que reviste la fachada con los símbolos hermosos de las Ruinas de San Ignacio Mini y de Trinidad.

En el recorrido por las instalaciones de la actual clínica y del edificio de la nueva, sorprenden gratamente la limpieza y el orden en que se encuentran las diferentes salas con aire acondicionado y bien perfumadas.

Las obras y los gestos solidarios abundan en la iglesia San Rafael. A las distintas obras impulsadas desde la fe por el padre Aldo Trento se suma el esfuerzo de los feligreses que aun en los momentos de crisis dan una mano.

Cómo se inició la clínica

“Hace algunos años llegó hasta nosotros una chica llamada Laura, enferma terminal que había sido abandonada por sus familiares, para pedirnos ayuda”, relató el sacerdote Aldo Trento, fundador de la obra.

“No teníamos nada que ofrecerle, pero tampoco podíamos dejarla morir tirada por la calle, así que la recibimos en nuestra casa (la casa sacerdotal de la parroquia San Rafael), le dimos una pieza y el jardinero de la parroquia cumplía con el papel de enfermero (durante el día estaba aquí con nosotros, durante la noche cuidaba a Laura, y tiempo después decidió estudiar Enfermería; así comenzó nuestra Clínica”, agregó.

A partir de ahí el crecimiento no se detiene hasta hoy. Han pasado ya por sus habitaciones más de 1.200 pacientes, enfermos de sida, cáncer, todos con un denominador en común: el abandono al que la sociedad los somete.

“El enfermo de sida es Cristo que sufre”, concluye el padre Trento.

eolmedo@abc.com.py

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