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–¿Es una reedición?
–Es una revisión de los 98 fascículos publicados entre 2001 y 2002, uno de los trabajos más aceptados por nuestros lectores a lo largo de estos años. Son cuatro libros depurados. Para esa obra, me encerré cinco meses consultando todas las fuentes posibles. Tiene una gran logística de imágenes. Recorrimos todos los campos de batalla, desde el sur hasta el norte. Participaron muchos corresponsales de ABC, fotógrafos que retrataron aquellos lugares: la zona de Curuguaty, la Diagonal de Sangre. Me acuerdo del trabajo que hicimos con el recordado compañero Pablo Medina (asesinado en octubre de 2014). Se hizo una recolección casi completa de todos los componentes de la Guerra, no solo de las batallas. Se relata la historia de los campamentos, los armamentos utilizados y disponibles, la tecnología; hasta el tren participa por primera vez en las guerras, el globo aerostático que permite hacer las primeras observaciones aéreas. Hay acorazados preparados para vadear los cursos fluviales, que eran casi como submarinos de río.
–Lopiztas y antilopiztas, la controversia no termina.
–Sobre la Guerra de la Triple Alianza se han tejido demasiadas fantasías y sobre todo, como toda guerra que termina y tiene que justificar el esfuerzo bélico, el desgaste económico y la muerte de tantas personas, la gente buscó justificar su causa echándole la culpa al otro, que es lo que pasó un poco con esa pelea eterna que tenemos sobre la trascendencia de López.
–Hasta el EPP utiliza su nombre. Se usa hasta para propaganda ideológica.
–Aquella lucha no tuvo los caracteres ideológicos que hoy le quieren dar. López, como aparece en los emblemas del EPP, no fue el hombre de izquierda que quería imponer su ley en esta parte de América. Lo que tenía sí era un apasionado deseo de integrar al Paraguay en el concierto de las naciones americanas, hacerlo respetable y ese tipo de cosas. De ninguna manera se le pueden atribuir ideologías que entonces ni siquiera tenían una pinturita verde.
–Mantener cinco años una guerra desigual contra tres, quiere decir que su liderazgo tuvo que haber trascendido todos los niveles de la sociedad.
–(El historiador) Efraim Cardozo dice que en la eterna discusión de los valores de López con los antivalores que le puedan encontrar, al final todo el mundo termina otra vez hablando de López. Pero en este libro se habla sobre la contienda en sí, no solamente sobre López. En todo caso, consideramos el protagonismo de cada uno de los gobernantes. Por ejemplo, se ofrecen detalles muy poco difundidos de la carnicería espantosa que se registró en Tuyutí (1867), considerada por los especialistas como la batalla más grande de la historia de América, donde se movilizaron 60.000 hombres, 25.000 paraguayos y 35.000 aliados. El Paraguay pierde en esa confrontación prácticamente su mejor caballada y sus hombres.
–¿Que territorios abarca la Diagonal de Sangre?
–Empieza en el campamento Azcurra, en el Cerro de Caacupé. Están todavía los restos. López toma un camino en diagonal que pasa por Caraguatay, San Estanislao, San Isidro de Curuguaty, atraviesa la Cordillera del Amambay. Se interna en el actual territorio brasileño y sube paralelo a la Cordillera del Amambay. Cuando las fuerzas brasileñas le cierran el camino cruza la famosa picada de Chirigüelo, una picada yerbatera muy tupida, en lo que sería hoy las afueras de Pedro Juan Caballero. De ahí vuelve y llega a Cerro Corá el 8 de febrero de 1870 donde establece un campamento. Ahí es donde espera al enemigo. Era consciente de que no podía avanzar más.
–¿López empezó la Guerra?
–No. Eso dicen los aliados. López no empezó la Guerra. López tenía un tratado con el Brasil para defender la Independencia del Uruguay, firmado en 1851 por Carlos Antonio López. Brasil, sin embargo, invadía al Uruguay con apoyo logístico de Argentina, que auxiliaba a Venancio Flores para ponerlo a este en el Gobierno del Uruguay, porque el Gobierno Blanco de Bernardo Berro era afín al Paraguay. Lo que hacen los aliados es, no solo provocar a López, sino que cometen la enorme contradicción de decir que traerían la civilización al Paraguay.
–¿Por qué al final no se dividieron el territorio?
–Ese fue el valor de la resistencia de López. El mundo quedó conmocionado por la defensa que se hizo del territorio y el testimonio de lucha de los paraguayos. Los mismos contendores admiraron la resistencia y lo exteriorizaron en distintas ocasiones. Entonces, esa visibilidad de la resistencia hizo que el Paraguay conservara su dignidad nacional.
–¿Dónde fue ese degollamiento masivo de paraguayos, que es muy poco conocido?
–En Yataí, en la margen derecha del río Uruguay, cerca de Uruguayana. Está en el actual territorio de Misiones, Argentina. En ese lugar se conoce hasta hoy el “Cementerio de los paraguayos”, y hay un testimonio de un cronista europeo que dice que los paraguayos estaban todos degollados con las manos atadas a la espalda.
–¿Cuántos?
–Alrededor de 1.500.
–Una carnicería como esta no se habrá registrado en otra parte de América.
–Fue la guerra más grande de América, no solamente en duración, sino la que incorporó al mayor contingente militar que se conozca.
–¿Cuántos murieron en total en realidad?
–Acá hay unas cifras aproximadas, unos dicen 400.000 personas, otros 700.000. La primera no se compadece por la cantidad de población que le adjudican al Paraguay después de la Guerra. Si en Paraguay vivían entre 800.000 y 1.500.000 y quedaron 250.000 después de la Guerra, quiere decir que murieron entre 500.000 y 700.000. Un gran porcentaje se llevó el cólera y otro porcentaje que simplemente murió de enfermedades, de heridas de guerra, de maltratos de prisioneros, de bombardeos.
–Solamente quedaron mujeres y niños. Por eso, el papa Francisco elogiaba tanto.
–Había mujeres. Y ese es un aspecto también de nuestra historia que no se dilucidó muy bien. Muchas mujeres que volvieron de la guerra sobreviven asistiendo a las tropas invasoras. Muchas mueren en el camino de vuelta. Otras llevaban a sus hijos menores muertos sobre la cabeza. Si podían alcanzar La Recoleta los enterraban bajo una delgada capa de tierra. Las mujeres estaban a merced de las tropas. Muchas abortaban porque no querían hijos negros producto de la violación. Otras tienen a sus hijos, pero niegan la procedencia.
–Es una parte de nuestra historia que se quiere borrar.
–Nadie quiere recordar la derrota y sus consecuencias. Desarticuló y destruyó todo. Además, el martirio no se acabó con el fin de la Guerra. Continuó con la década más desastrosa que se conoce. Cuando la gente ve que la “ansiada civilización”, la “ansiada libertad” de los aliados, era solo hambre, enfermedades y muerte, entonces eso daba derecho a los habitantes a añorar a quienes los invasores llamaron dictador y déspota. Increíblemente los rescoldos, las mientes de la Guerra produce la generación más potente del Paraguay, intelectualmente hablando. Nacen los Cecilio Báez, Luis Fariña Núñez, Blas Manuel Garay, Benjamín Aceval, Rivarola, Jovellanos.
–Decía Teodosio González: “El infortunio paraguayo”.
–De hecho, Teodosio González era de la Generación del 900. Era de los jóvenes que surgieron de las cenizas de la Guerra y que querían hacer un Paraguay diferente. Los paraguayos tenían un fuerte sentido de pertenencia.
–Afloró de nuevo cuando ellos se juntaron para sacar a Paraguay del Mercosur en el 2012.
–Antes no pasaba eso con ellos. En las tropas brasileras había una gran cantidad de esclavos negros. A los argentinos los traían encadenados para pelear. Los uruguayos tenían como jefe un mercenario. Con base en tantos documentos se puede colegir que hubo un intento deliberado por eliminar al Paraguay del mapa de América.
–¿Qué otros libros tiene?
–Con ABC publiqué “Historias secretas del Paraguay”, “Postales de Asunción de antaño” en dos tomos, hice un libro sobre la inmigración italiana, otro sobre la inmigración eslava a pedido de la comunidad eslava de Carmen del Paraná. Hice Cuadernos del Bicentenario sobre el proceso independentista y también participé en ABC como coordinador y coautor de “Historia del Paraguay”.
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