Sala de odontología es usada como gimnasio y para fiestas privadas

La sala de odontología que está dentro de la cárcel de Tacumbú se convirtió desde hace un tiempo en un sitio que es explotado por un interno, quien utiliza el lugar para hacer fiestas y hasta “habilitó” un gimnasio, al que van internos que pagan por estar todo el día en ese lugar. Pese a las denuncias no se tomaron las medidas.

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Osvaldo Guillermo Fernández Segovia mató a su concubina el 14 de noviembre de 2013 y en mayo del año pasado fue condenado a 22 años de cárcel y está preso en la cárcel de Tacumbú, pero su vida carcelaria tuvo un giro increíble cuando se le permitió pasar sus días en la sala de odontología y no en una celda como todo interno.

Fernández Segovia se apoderó del recinto sanitario y eso generó el enojo de la odontóloga del penal Dionisia Alvarenga, quien denunció el hecho, pero rápidamente el Dr. Éver Velázquez –director de Salud Penitenciaria– el 12 de setiembre pasado firmó la circular N° 01/2018 por la cual se comunicó que Osvaldo Fernández, de quien dice que es odontólogo, tiene permiso para utilizar la sala debido a la gran demanda odontológica en la cárcel.

Con el permiso también se le dieron las llaves del sitio al interno, quien según denuncias, lo utiliza para dormir. En el mismo lugar armó un improvisado gimnasio, al que van algunos presos a hacer musculación y sin temor a represalias se toman fotografías que luego son subidas a sus redes sociales.

También las denuncias señalan que hacen “fiestas” en las que abundan bebidas alcohólicas y eso queda todo registrado en fotografías.

Por estar en la sala de odontología se paga dinero y se accede así a ser parte de este exclusivo círculo.

Los funcionarios de blanco que van para trabajar en ese sitio del penal deben esperar que Osvaldo Guillermo Fernández se despierte para poder ingresar a trabajar.

Hay mucho miedo de parte de los funcionarios para enfrentar al reo, ya que tiene protección de las mismas autoridades penitenciarias.

Todos estos hechos fueron denunciados, por escrito, en reiteradas ocasiones al director de la cárcel, Luis Villagra, pero ninguna de las quejas prospera, ya que se cajonean todas.

Mientras tanto, a los presos que sí necesitan de atención odontológica no se los recibe ya que el lugar que está equipado para eso es usado con otros fines. No se conoce por qué Fernández tiene ese inimaginable privilegio.

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