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Entre ellos está Antonio Silva (40), funcionario de la ANDE de María Auxiliadora, quien nació en la cárcel de Emboscada en ese año trágico, mientras su madre, Clotilde Esquivel, y el padre, Hermenegildo Silva, estuvieron presos allí.
Sin poder reprimir el llanto, contó las dificultades por las que pasó su familia, porque al regresar a su valle, la Compañía Sangre de Grado (actualmente lleva el nombre del excomandante de la III División de San Juan Bautista, Alcibiades Ibáñez Rojas) no quedó nada del hogar.
“La cárcel de Abraham Cué, en San Juan Bautista, sirvió de centro de operaciones de los que estaban al servicio del régimen”, comentó Romualdo Martínez. Desde que expulsaron al padre Vicente Barreto, en febrero de 1972, comenzó la represión sistemática.
San Juan Bautista, en la Semana Santa de 1976, fue la capital del terror. Los torturadores Camilo Almada Morel, alias “Sapriza”, y Lucilo Benítez, alias “Kururu pire”, entre otros, abrieron las puertas del infierno por donde pasaron los miembros de las Ligas Agrarias Cristianas.