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El Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert) convirtió la colonia Santa Lucía en una suerte de ícono de la administración de Horacio Cartes en materia de reforma agraria.
Santa Lucía se encuentra en el distrito de Itakyry, Alto Paraná. La región tiene como base de la producción agrícola el cultivo de soja, y la colonia no escapa a esta generalidad.
Justo Cárdenas, titular del Indert, menciona a Santa Lucía como un ejemplo de la política agraria gubernamental. Habla de un antes y un después a partir de esta experiencia.
¿De dónde surgió Santa Lucía? La colonia no es nueva, viene de la década de 1970, y formó parte del área de expansión de colonos brasileños que ingresaron al país. La tierras fueron objeto de loteamiento de empresas privadas y, en algunos casos, pequeñas porciones; las ventas fueron realizadas por el propio Instituto de Bienestar Rural, antecesor del Indert.
Las tierras son de buena calidad, aunque hay sectores arenosos e inclusive tierras bajas, regadas por un sinnúmero de pequeños cauces de agua.
No solo brasileños llegaron hasta el lugar, atraídos por los bajos precios de las tierras. También un grupo interesante de colonos paraguayos llegaron con la intención de disponer de una fracción. El IBR creó una colonia de campesinos paraguayos.
La experiencia fue un fracaso: al poco tiempo, los lotes fueron vendidos; tanto productores brasileños como paraguayos terminaron comprando las mejores fracciones a campesinos que no tenían cómo sobrevivir. La agricultura de consumo no es suficiente para solventar los costos de una familia.
Santa Lucía terminó en manos de personas que originalmente no fueron beneficiadas con la distribución de tierras.
Bandera del Indert
Bajo la administración del Lic. Justo Cárdenas, el Indert convirtió a Santa Lucía en bandera de reivindicación. Se parte del supuesto de que es posible recuperar tierras que fueron abandonadas por los campesinos y que fueron objeto de venta irregular.
Para lograrlo, el Indert determinó que las tierras debían ser devueltas al Estado paraguayo y, a través del Gobierno, iniciar una nueva distribución de parcelas a los destinatarios de la reforma agraria.
El primer obstáculo es que hay productores que trabajan en el lugar, y para que Santa Lucía pudiera funcionar, habría que expulsarlos del sitio. Si el Estado es el propietario, el Indert asumió su responsabilidad en la recuperación de las tierras.
Una vez “recuperada” la tierra, el Indert planificó un nuevo modelo de colonia. Se instaló un casco urbano y las fincas fuera del perímetro. El sistema tiene como ventaja una economía en instalación de servicios básicos, sobre todo agua potable, electricidad y servicio médico.
Familias agrupadas en torno a un casco urbano tienen mayor facilidad para acceder a comodidades básicas a un costo menor. Una cosa es agua potable en torno a 8 o 10 manzanas, y otra, la extensión de caños para conducir el agua a través de 20 o 30 kilómetros alrededor de un asentamiento.
Para que funcione el modelo, las fincas deben estar cercanas al casco urbano. La familia debe tener facilidad para acceder a su lugar de trabajo.
El campesino paraguayo no es muy afecto al modelo alrededor de un casco urbano, generalmente por dos motivos: temor a que le roben su producción y terror a que su señora reciba visitas inadecuadas mientras él está trabajando en la finca.
¿Y la realidad en Santa Lucía?
Mientras el Indert habla de una exitosa recuperación de tierras, de un nuevo modelo de colonia campesina y, sobre todo, de la entrega de tierras a quienes realmente necesitan, ¿cuál es la realidad en Santa Lucía? ¿Hasta qué punto es cierta la información que transmiten desde el Indert?
Conocer la realidad en Santa Lucía no es tarea fácil. La dirigencia campesina montó alrededor de la futura colonia un esquema de seguridad muy difícil de penetrar. Periodistas de ABC Color, así como de otros medios, intentaron en diversas oportunidades ingresar en el lugar, pero los esfuerzos en general fueron en vano. Colegas del diario Vanguardia inclusive llegaron a comentar que la agresividad de los dirigentes es notoria y se menciona al sitio como un “lugar peligroso”.
¿Cómo ingresar y saber qué hay por dentro? Encomendamos la misión de sortear la vigilancia a nuestro corresponsal Aldo Lezcano, de Ybycuí.
Con entusiasmo, Aldo se preparó para cumplir la función de “macatero”, y escogió la función de vendedor ambulante de muebles.
Tuvo éxito: comprobó que la realidad en Santa Lucía no es la que dice el Indert.
Conversar con la gente permitió acceder a la cotidianeidad de un asentamiento que se llena de vida solo cuando llegan funcionarios del Indert.
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