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El desafuero del imputado legislador colorado Ulises Quintana solicitado por el juez Rubén Ayala Brun fue aprobado sobre tablas con 77 votos a favor, la abstención del procesado y dos ausencias. El rápido tratamiento se hizo a pedido del propio parlamentario, siguiendo un “guión” acordado.
Casualmente uno de los diputados ausentes al momento de la votación fue Tomás “Éver” Rivas (ANR, cartista), imputado por tener “caseros” pagados por el Congreso en sus propiedades de Paraguarí y Lambaré. Un caso similar al de José María Ibáñez pero con la diferencia que a Rivas la justicia aún no le alcanzó.
Quintana se hizo presente ante el pleno cuando los trabajadores de prensa abandonaron la sala de sesiones. Al llegar a su curul recibió el abrazo de apoyo del acusado Carlos Núñez Salinas (ANR) y con una voz temblorosa se declaró inocente, dijo ser un perseguido y víctima de una perversa fiscalía. “Siempre trabajé honestamente. Soy abogado hace 15 años. Tengo un hijo de 16 años de quien era su ídolo pero resulta ser que su padre es uno de los mayores narcotraficantes de la República, nada más falaz”, señaló casi con lágrimas al recalcar que hace 10 años inició su vida política.
Cuestionó duramente que la fiscala Lorena Ledesma lo impute por los supuestos hechos punibles de tráfico en calidad de cómplice, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y tráfico de influencias.
“Puede ser que hoy esté sentado aquí y puede ser que mañana esté en Tacumbú. Pero voy a salir y demostrar que soy inocente”, dijo el legislador imputado por sus vínculos con uno de los presuntos jefes narco de Alto Paraná Javier Cabaña, alias Cucho (detenido).
Pese a las evidencias fiscales en su contra, Quintana reiteró que nunca tuvo conexiones o brindó protección al narcotráfico. Recalcó que en Alto Paraná es “otra familia” la que gobierna, en alusión al clan Zacarías Irún (cartista), y solapadamente responsabilizó al gobierno de Horacio Cartes al señalar que los jefes policiales que lo acusan fueron ubicados durante esa administración.
Antes de cerrar su alocución parafraseó a Voltaire: “Es mejor absolver a un culpable que condenar a un inocente, y yo soy inocente...”, concluyó.