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–Lo que recuerdo es que pensé enseguida en papá. Levanté la cabeza. Miré su foto. Pensé en él y le pedí que me ayude.
–¿Tenía mucha influencia en la familia?
–Gracias a Dios, en mi familia somos muy unidos.
–¿Qué se acuerda de él?
–Era ultraconservador. Si hubiera vivido todavía, es capaz que se moría del corazón al saber en qué me metí, nada que ver con su temperamento (se ríe).
–¿Cómo reaccionaron sus allegados más cercanos?
–Al principio hubo resistencia. No les gustó mucho, pero entendieron y me apoyaron.
–¿Cómo era su padre?
–Muy trabajador, un fanático de los aviones, muy responsable, muy práctico. Lo respetábamos mucho. Nunca olvidamos sus enseñanzas...
–¿Y su madre?
–Es una reliquia viviente. El solo ver que está sonriente me da seguridad y fuerza. Mamá fue la secretaria de papá toda su vida. Cuando traía los aviones de Estados Unidos, ella era su compañera de viaje. Eran aviones livianitos, muy precarios. Para tener más autonomía ponían un tambor atrás y una bomba que abastecía (de combustible). Ella se encargaba de todo. Escribía las cartas en inglés para las fábricas...