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“Un hombre que hacía fácilmente enemistades, altamente homofóbico, bipolar y completamente desequilibrado”. Así describe Carolina Sérvulo a su exjefe Darío Messer. La mujer trabajó durante varios años como secretaria personal del doleiro prófugo e imputado por lavado de dinero en Paraguay y Brasil, donde lo señalan como pieza clave del escándalo Lava Jato.
Sérvulo es una de las tantas excolaboradoras de Messer que decidieron colaborar con la justicia del vecino país en el proceso abierto contra él. En un documento de más de 60 páginas, la mujer reveló parte del esquema utilizado por el “amigo del alma” del presidente Horacio Cartes para meter dinero desde Paraguay a Brasil.
“Las veces que fui a Paraguay, él (Messer) me pidió que trajera dinero en efectivo, todo dentro del límite de lo que podía traer”, relató Carolina a la Fiscalía brasileña. El dinero era entregado en nuestro país por el administrador del doleiro, el también prófugo Ilan Grinspun.
“Una vez, Ilan me dijo que trajera unos 7.000 reales porque él ya estaba trayendo más, solo que yo ya estaba entrando con mi límite al Brasil y no estuve de acuerdo con entrar con ese valor excedente”, agregó.
El esquema era repetido casi cotidianamente y para el envío del dinero utilizaba no solo a Grinspun sino también a varios funcionarios de las empresas que abrió en Paraguay: CHAI SA y Matrix Realty SA.
Del exterior a Paraguay y de aquí a Brasil
Carolina relató que Messer ordenaba el envío de grandes sumas que tenía ubicadas en cuentas bancarias en el extranjero y a nombre de empresas offshore o de miembros de su familia hasta las cuentas abiertas en Paraguay a nombre de sus empresas. El dinero era retirado por Grinspun que lo llevaba personalmente o a través de sus funcionarios a bancos ubicados en Foz de Iguazú.
Las cuentas en el extranjero habían sido abiertas en Italia, Suiza, Luxemburgo, Israel y en varios paraísos fiscales.
“Ellos pasaban la frontera para poder realizar los depósitos. Los depósitos eran realizados varias veces”, puntualizó.
Messer usó a su madre, una tía que vivía en Israel, a su suegra y hasta una empleada doméstica para abrir las cuentas bancarias.
“Doña Fany Messer, creo que tiene unos 90 años y tiene cuentas que Darío mueve. Ella, en realidad, ni entiende lo que está pasando”, relató Carolina. Muchas veces, el doleiro hacía que su madre, mientras seguía viva, firmase las transferencias sin que la anciana mujer entendiera de qué se trataba.
juan.lezcano@abc.com.py