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–¿Es así como estamos, como dice el excanciller de Uruguay Sergio Abreu? ¿Estamos parados entre la esquizofrenia argentina y la hipocresía brasileña en este pleito del Mercosur?
–Creo que sí.
–¿Tenemos que agregarle nuestra inoperancia?
–Yo no diría inoperancia, porque en el Paraguay cuando queremos algo actuamos coherentemente. En todo caso tiene que ver más con la autoestima de los paraguayos de que juntos se pueden lograr cosas. La experiencia demuestra que casi siempre ellos han salido beneficiados y que el derrame hacia el lado paraguayo es insignificante.
–¿Cuánto cree usted que el Mercosur nos benefició?
–Muy poco.
–Son 22 años...
–No hubo crecimiento sustancial en los últimos 10 años. El crecimiento se dio en los primeros 10 años.
–¿Cuánto le perjudicó su exclusión?
–El haber estado ausente un año lo que realmente hizo fue no tener relaciones diplomáticas. El rompimiento no afectó el comercio ni hubo mayores trabas. Lo que pasa es que se necesita de diplomacia para resolver los conflictos comerciales. Hay conflictos latentes que van a venir por otro lado. Un conflicto comercial latente es el proyecto de instalación de una planta nuclear en Formosa, por ejemplo. No es una planta con fines comerciales, pero tendrá un efecto importante en las relaciones bilaterales. Una planta nuclear a la vera del camino no es muy halagüeño.
–¿Qué hay que hacer ahora: aprovechar para salir definitivamente o regresar como el perro arrepentido?
–Salir sin tener nada no es ninguna opción. Uno tiene que salir con algo concreto. Para entrar, hay que entrar a un Mercosur que respete las normas. ¿Qué seguridad, qué imagen tiene también el Mercosur, de cara a terceros países que lo ven como un organismo que no respeta los acuerdos comerciales?
–De todos modos, seguimos en el vecindario...
–Yo propondría negociar otro tipo de Mercosur, quedarnos con un tratado de libre comercio que permita que Paraguay negocie sus acuerdos de integración libremente con otros países de acuerdo a sus intereses.
–Si Paraguay no es nada para ellos, ¿por qué se molestan en pedirle que retorne?
–Por una cuestión hegemónica. Si no tienen influencia sobre el vecino, es más difícil tener influencia sobre el que está lejos...
–Una cuestión de imagen...
–Sí.
–Cartes dice que el 29% de nuestra fuerza laboral depende del Mercosur. ¿Qué pasa si Paraguay se aleja?
–Esa mano de obra está muy relacionada con el comercio de Ciudad del Este. Esa mano de obra se verá en problemas cuando Brasil cierre sus puertas y empiece a generar empleo al otro lado con su proyecto de duty free (zona libre en Foz). Pero el problema para esa mano de obra va a aparecer en cualquier momento, estemos o no en el Mercosur. La pregunta pasa más por cómo hará el Paraguay para ubicar esa mano de obra, cuando ese sector comercial reduzca drásticamente su mano de obra. ¿En el Estado, como siempre, o vamos a buscar generar algún tipo de industria?
–Desde el advenimiento de la democracia, Argentina y Brasil ejercieron un paternalismo absoluto sobre el Paraguay, con la excusa del Mercosur. No hubo ni un esfuerzo aquí para estimular la iniciativa propia..
–Era natural que Paraguay se insertara en el Mercosur. En ese entonces daba prestigio integrar el Mercosur. Pero hoy, si miramos 20 años después, notamos que comprometimos todos los huevos en la misma canasta sin buscar otras oportunidades. Nos convencimos de que nuestros vecinos iban a velar por nosotros nuestros intereses, como si fueran los de ellos. Hoy nos damos cuenta de que cada cual tiene sus intereses y cada uno debe velar por el suyo. Hoy recién nos planteamos qué estrategia de desarrollo vamos a utilizar y de qué manera...
–¿La exclusión del Mercosur despertó a Paraguay? ¿Es como cuando Estonia se liberó de la Unión Soviética para despegar?
–No tan exagerado como eso, pero sí, Paraguay se despierta. La suspensión del Mercosur fue algo histórico si bien no lo buscamos. El Paraguay se dio cuenta de que existe algo más que este Mercosur enfrente.
–Tenemos la Alianza del Pacífico y qué más...
–Tenemos la Alianza del Pacífico, tenemos otros mercados que requieren que nos desarrollemos para alcanzarlos. El desafío está también en generar la infraestructura necesaria para sostener ese nivel de desarrollo. Si quiero incrementar el comercio y salir afuera necesito mejorar la infraestructura. Es un verdadero desafío. Se tiene que incrementar el ritmo de hacer...
–¿Con qué recursos? Ya no tendremos el Fondo de Convergencia del Mercosur (Focem)...
–Mucha de esa mano de obra que puede quedar desempleada como consecuencia del cierre del comercio tradicional con Brasil, vía Ciudad del Este o de otros puntos fronterizos, se puede colocar en obras de infraestructura. Con solo asfaltar el país van a tener trabajo para rato...
–¿Cuánto tiempo?
–Cinco, diez años...
–Con qué fondos?
–Con los bonos del Tesoro, con los recursos del Fonacide (Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo). Están los fondos de otros proyectos que, bien administrados, pueden ayudar a motorizar la economía. Está la alianza público-privada para monitorear y controlar.
–¿Cuál sería el siguiente paso sin Mercosur?
–Si no está el Mercosur, está Aladi. Sigue funcionando. Muchos acuerdos pueden hacerse en el marco de Aladi. De hecho se recurrió en todos estos años a los mecanismos de Aladi. La otra cosa es reducir el Mercosur a un tratado de libre comercio en el cual Paraguay puede establecer su arancel externo común en el nivel que desee y que Argentina, Brasil y Uruguay establezcan sus propios aranceles, y que el comercio que se hace con uno esté regulado por aranceles bilaterales.
–¿Y Paraguay?
–Que haga tratados con quienes quiera. Y por otro lado, esta experiencia nos enseña a construir otro tipo de infraestructura, además de la terrestre y fluvial, la aérea, construir por ejemplo un aeropuerto de cargas en Mariscal Estigarribia. Hay proyectos. Dada la perentoria necesidad de alimentos que hay en el mundo, no es errado pensar que, de aquí al 2030 o 2050, esa necesidad se va a convertir en escasez. Hay que prepararse.
–¿Mercosur no vende como imagen?
–Mercosur en sí es un mercado importante por Brasil, por su poder de compra.
–Uno se imagina que volver es como volver al brete...
–Volver al Mercosur es como volver voluntariamente a los mismos males. Volver al Mercosur es como preguntar a una mujer en proceso de divorcio si está dispuesta a someterse a los mismos golpes...
–O seguir siendo eternos actores de reparto...
–Yo, al Mercosur no vuelvo. En todo caso vuelvo al tratado de libre comercio, como tiene Chile. Tengo el magnífico pretexto...
–¿Y los beneficios que podría perder?
–Ninguno.
–¿Por qué se dice que la Alianza avanzó tanto en un año lo que Mercosur en 20?
–Porque ellos, al liberar el comercio entre ellos, potenciaron fuertemente el comercio. También hicieron una plataforma común para exportar a Asia. A nivel internacional, la Alianza del Pacífico tiene más peso que el Mercosur.
–¿Esto no va a terminar siendo una guerra comercial entre una región y la otra?
–No. Acá se habla de hegemonía y de peso a nivel mundial cuando se habla de decisiones en los órganos internacionales. Pero Brasil, pese a su esfuerzo, está perdiendo la pulseada.
–Ellos dicen: libre comercio no es solución. Hay que pensar en cadenas productivas para potenciarlas y no seguir con exportación de materia prima.
–El libre comercio y cadenas productivas no son excluyentes. Lo que se cuestiona es el modelo de exportación de materias primas sin un proceso de agregado de valor. Es correcto. Es lo que pretendemos en el Paraguay. No queremos que se exporte materia prima solamente sino que se instale un proceso de industrialización y que la región sea la que reciba los beneficios de ese valor agregado. La otra pregunta es qué otros tipos de alimentos se pueden producir a partir de la soja y que responda también a las necesidades.
Cuando se habla de libre comercio se habla de liberar las barreras comerciales, los impuestos. Lo que se busca es que no existan barreras que tengan valor agregado, como en este caso la industrialización de la soja.
–Ellos dicen que el Mercosur es hoy más que libre comercio, más que la Alianza...
–Por supuesto. La Alianza del Pacífico busca una zona de libre comercio. El Mercosur busca un mercado común con unos objetivos más amplios. Pero si uno mira los resultados, no lo logra. El punto está en por qué Mercosur sería positivo y el otro esquema de integración no. Por qué uno sería malo y el otro bueno.
–¿Por qué sería más malo aquél y no este?
–El objetivo es tener un comercio más fluido. Finalmente, si no se crea prosperidad es imposible lograr mejorar la calidad de vida de los habitantes...
–Los del Mercosur dicen que la fórmula de la prosperidad está aquí, no allá...
–Esto no es un partido de fútbol. La cuestión es lograr un acuerdo de libre comercio que nos permita comerciar lo que estamos produciendo, el fruto de la vocación exportadora de cada país.
–Finalmente, dicen que la Alianza es un instrumento de Estados Unidos para hacer fracasar el Mercosur.
–Ni lo uno ni lo otro...
–La derecha continental, le llaman a la Alianza...
–Me está haciendo una pregunta política (sonríe). Son esquemas de integración. Uno tiene que ir transitando cada uno de esos estadios para llegar a lo máximo. Dentro del Mercosur ni siquiera se ha llegado a cumplir libre comercio o unión aduanera. Está lejos del mercado común.
–Ellos dicen que su mercado de consumidores es cada vez mayor. Son 270 millones de personas, incluido Venezuela.
–El problema es la protección del mercado para las industrias locales. Sin competencia exterior, es poco probable que las industrias locales se sofistiquen y fabriquen productos de calidad, con estándares internacionales respetando el medio ambiente...
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