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–Fue una visita sorpresiva la suya, no anunciada. ¿Vino a asesorar a Cartes?
–No se trata de asesorar. El Presidente me comentó que me escuchó en algunas de las conferencias que di en la Cumbre de las Américas en Cartagena (Colombia). Simplemente, conversamos sobre las experiencias que tuve en diversas áreas que seguramente constituyen de interés. Me invitó a venir mi compañero de la Universidad de Harvard, Fleming Duarte (actual presidente de Petropar). Además, tenía interés en conocer al presidente Cartes, de quien estoy seguro que será muy buen presidente del Paraguay.
–¿Qué podría transmitirnos de su experiencia?
–Platicando de muchas cosas con el presidente Cartes, desembocamos en el tema de infraestructura. Nosotros llevamos adelante en México un plan de infraestructura que fue razonablemente exitoso. Básicamente, logramos incrementar la inversión del 3 al 5% del PIB. Logramos construir, o reconstruir, 22.000 kilómetros de carreteras...
–¿Cómo 22.000?
–Sí.
–En cuánto tiempo.
–En seis años.
–¿Y cómo lo hizo?
–Primero, aumentamos el presupuesto para carreteras. Segundo, creamos un fondo para infraestructura con recursos que provinieron de activos que tenía el gobierno: de peajes de carreteras, por ejemplo. Lo licitamos con operadores interesados. Con los recursos que obtuvimos al concesionar esos proyectos creamos un fondo de infraestructura que nos dio posibilidad de construir algunos de los proyectos más complejos, como la autopista Mazatlán-Durango. Es una autopista de 250 km que corta la Sierra Madre Occidental. Tiene 81 túneles y más de 110 puentes. Es impresionante.
–¿A qué precio?
–Debe haber costado 2.000 millones de dólares. Otras carreteras las volvimos a concesionar, hicimos diversas modalidades de asociaciones público-privadas. En las licitaciones públicas, el gobierno ofrecía un apoyo de hasta el 40% del costo de la carretera. Se otorgaba la concesión a quien, habiendo aprobado los requisitos técnicos, era el que menos apoyo público pedía. Otra modalidad consistía en pagar por el servicio que presta la carretera. Por ejemplo, pagábamos una determinada cantidad por cada coche por cada kilómetro. Si no hay tráfico, no pago carretera. Si hay mucho tráfico, pago en función del tráfico...
–A los paraguayos les va a resultar curioso. ¿Se puede hacer una carretera en el tiempo que dura un gobierno?
–Claro que se puede hacer. En México los proyectos ya estaban.
–Aquí también...
–El 85% se hizo bajo mi gobierno, con sus túneles y puentes. Hay un puente del que estoy muy orgulloso, uno de cables de acero colgante, lo llaman el Puente Agigantado. Entre el puente colgante y el río, hay más de 400 metros de altura. Entre la última columna del estado de Durango y la primera columna del estado de Sinaloa, hay más de medio kilómetro sin columnas; todo queda colgado sobre el abismo. Es una cosa impresionante. En National Geographic lo destacaron en el programa Megaobras...
–¿Qué le llama la atención de Paraguay?
–Paraguay tiene un enorme potencial que espero que el actual gobierno lo pueda aprovechar. El presidente Cartes tiene una visión muy clara. Paraguay tiene un recurso caro como es la energía, que le permitiría ser más competitivo en una zona, donde a mi juicio Brasil ha perdido una enorme competitividad. El Presidente ve en eso una oportunidad, por ejemplo, para abrir un frente de industrialización que le hace mucha falta a Paraguay. Sumado a eso, los recursos naturales existentes, su tierra cultivable, su enorme disponibilidad de agua potable, su acceso fluvial al mar, todos son factores que le permitirían al país sostener un impulso y un crecimiento económico que traerá bienestar. De hecho, el crecimiento económico de Paraguay será este año uno de los más altos del mundo, del orden del 13%, cuando en China, donde el crecimiento siempre nos ha impresionado, este año no será más del 8%. De mi experiencia, creo que el plan de infraestructura podría ayudar mucho. Por ejemplo, comenzaría a construir o reconstruir algunas carreteras que sabemos que traerá prosperidad de aquí a 20 años.
–Usted hizo todo eso paralelamente al combate al narcotráfico y a la delincuencia. Dicen que fue implacable...
–Mi objetivo primordial no fue perseguir al narcotráfico per se. Más que una lucha al narcotráfico en sí mismo, fue una batalla por la seguridad pública que estaba comprometida y amenazada por actividades criminales de diverso tipo, entre ellas, las de criminales organizados que en su origen solo se dedicaron al tráfico de drogas. Con el tiempo se pasaron a otras actividades ilícitas: secuestrar, extorsionar, establecer focos de corrupción, a tal punto de extraer toda la renta. Estaban prácticamente secando a la sociedad... Ya no los podíamos evadir más. Se tenía que poner un alto a la criminalidad. Se estaban convirtiendo en los mandamases de México...
–Se adjudican como 80.000 muertos durante su gobierno...
–La violencia se debe no a la acción del gobierno, fundamentalmente, sino a la expansión territorial de esos grupos criminales. A la hora de disputarse un mismo territorio se enfrentaron en forma terrible entre ellos. Los enfrentamientos cárteles contra cárteles provocaron una ola de violencia enorme...
–Los Zetas...
–Los Zetas, el cártel del Golfo, el cartel del Pacífico... Déjeme explicarle qué fue lo que pasó. En todo el siglo XX, estos grupos criminales se dedicaban nada más a traficar drogas a Estados Unidos. Lo hacían por ejemplo de la costa del Pacífico a Estados Unidos. Otro cártel pasaba del golfo de Veracruz hacia Texas, y otro, de Sinaloa a Arizona, o por Tijuana. Estas líneas nunca se cruzaban (hace trazos en una servilleta). Sin embargo, algunos cárteles no se interesaron solamente en vender drogas a Estados Unidos, sino a venderlos en México, estimulados por el crecimiento económico del país. No les interesaba solamente pasar drogas por Ciudad Juárez, sino vender droga en Ciudad Juárez.
–¿Cuál es el negocio?
–La distribución. La clave es el control de múltiples puntos de venta: las tiendas, bares, centros nocturnos. La clave fue el control territorial, algo que antes no les interesaba. Para pasar una tonelada de droga a Estados Unidos en un tráiler había que pasarla rápidamente, previo soborno a alguna autoridad mexicana. Es un asunto de transporte y de logística. Vender esa misma droga en bolsitas de un gramo (en México) significa que usted tiene que vender un millón de bolsitas en esa ciudad. Y para venderla necesita controlar el territorio. Cuando un grupo se apodera de un territorio, y otro también se quiere apoderar del territorio, es la que causa la violencia. Esto empezó antes de que yo llegara a la Presidencia, y sigue después de que yo dejara la Presidencia (en 2012). No es la acción del gobierno la que genera. Es al revés. Se exige la presencia del Estado para restablecer el estado de derecho, después de que el crimen organizado pretendiera tomar una ciudad o un pueblo o controlar la policía...
–¿Estaba minada la policía?
–Honestamente, había pueblos y ciudades donde la policía estaba totalmente carcomida por la corrupción. Es una desgracia, pero la corrupción es un mal endémico de México. Acabó la seguridad. Con su poder sobre la policía extorsionan, secuestran empresarios, cobran cuotas a la tienda de la esquina, cobran por protección a los comerciantes, a los ganaderos. Matan periodistas...
–Mataron un montón de periodistas...
–Es el crimen organizado. Ya no es narcotráfico. Es un tema de renta sobre la sociedad...
–¿Cómo pillaron la corrupción en las fuerzas públicas?
–Básicamente, hicimos una estrategia de tres ejes. Se combate a los criminales, pero si la policía de un estado o de una ciudad estaba en manos de ellos, yo tenía que usar la fuerza federal. Tuvimos que reconstruir las instituciones policiales.
–¿Cómo hicieron?
–Empezamos a crear procesos de confianza que no existían. Por ejemplo, empezamos con los comandantes de los cuerpos policíacos. El comandante tenía que pasar por un examen toxicológico. Teníamos que comprobar si un comandante no era un adicto. Teníamos que comprobar su situación socioeconómica: si sus ingresos correspondían a su patrimonio. Hay otro examen sicológico y otro examen de polígrafo.
–¿Los sometían a un detector de mentiras?
–Sí, para ratificarlo como director de la fuerza se los sometía al detector de mentiras. Empezamos del más alto rango hacia abajo. Así, creamos una policía mucho más confiable. Se obligó a las policías estatales y municipales a hacer lo mismo. Desgraciadamente, algunos estados no se sometieron. Y si se fija en las tasas, los estados que menos cumplieron son los que más problemas de criminalidad siguen teniendo. La tasa de homicidios en México llegó a un pico en abril de 2011, y desde entonces ha venido bajando considerablemente, incluso con cifras cercanas al 35%...
–Se le cuestionó mucho a usted su implacabilidad. El expresidente Fox es partidario de legalizar la marihuana...
–La droga puede ser legal o ilegal, pero si la policía está asociada con los criminales, usted va a seguir teniendo problemas. Yo en Naciones Unidas hice una propuesta con el presidente de Guatemala y el presidente Santos de Colombia. Propusimos que a nivel global, Naciones Unidas revise la política de drogas y se estudien todas las alternativas, incluidas alternativas de mercado. Para mí, la polémica no es si se legaliza o no. Tiene que revisarse, tarde o temprano, pero el problema de México no es un asunto de drogas nada más. Las organizaciones criminales han adquirido tal grado de sofisticación que se están apoderando de las instituciones. ¿Usted se acuerda de esa frase de la Segunda Guerra Mundial? “Cuando los nazis comenzaron a llevarse comunistas no dije nada porque eran comunistas. Cuando comenzaron a llevarse judíos no dije nada porque eran judíos, hasta el día en que llegaron por mí y no hubo nadie que dijera nada a mi favor”. Algunos dicen: “déjenlos”, mientras se van apoderando de la ciudad e imponen su ley.
–¿Por qué tanto salvajismo con esos asesinatos masivos?
–Cuando una organización quiere apoderarse de un territorio, lo quiere hacer monopólicamente. Para intimidar a una organización rival no basta asesinar a un operador, a un vendedor de droga o a un sicario. Hay que hacerlo de manera cruel y sanguinaria para intimidar.
–¿Cuáles fueron las consecuencias personales para usted?
–Se corren muchos riesgos...
–El expresidente colombiano Álvaro Uribe sufrió 18 atentados... ¿Cómo le fue a usted?
–No quiero comentar mucho, información muy delicada. Es difícil, y si uno quisiera evitarse los riesgos uno no haría eso. Pero a uno lo eligen presidente para cumplir con su deber. Otros no cumplieron. Por eso los países sufren tanto, y mientras se siga evadiendo los problemas de la seguridad ciudadana, vamos a sufrir mucho en América Latina.
–¿Cuál es el problema más importante de Latinoamérica?
–El estado de derecho.
–¿Cuál fue la fórmula que encauzó la prosperidad de México y de los países de la Alianza Pacífico (Chile, Perú y Colombia)?
–La apertura de las fronteras. Yo abrí mucho las fronteras...
–¿Cuál es el defecto del Mercosur?
–La política ha sido más bien cerrarlas (las fronteras), Argentina, Brasil... Eso los hace menos competitivos. (Mercosur) Es como la selección (de fútbol) de un país. En lugar de salir a enfrentar a las otras selecciones, se queda en casa a jugar con equipos de la liga local. Hay que jugar contra todos, si es posible, con los mejores del mundo...
–¿Cree que se puede corregir?
–El Mercosur funcionará muy bien cuando se derriben las barreras del comercio entre los países. Hoy lo veo muy proteccionista, con países con los tipos de cambio controlados, por ejemplo. Un país que trata de controlar su tipo de cambio va a tener problemas con el comercio.
–Tenemos presidentes controversiales, polémicos. ¿Eso también tiene su influencia?
–Sí. La verdad que sí.
–¿Cuál fue su experiencia con Chávez, Maduro...?
–No tuve experiencia con Maduro. Con Chávez externé mis discrepancias, pero también las coincidencias, tanto públicamente como privadamente... Yo discrepo de esa política, pero logramos construir una relación en medio de nuestras diferencias, una relación respetuosa. Los países salieron ganando...
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