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La mujer relató detalladamente cómo transcurrió la última cobertura de nuestro compañero, en el distrito de Villa Ygatimí, y reveló que se salvó de ser ejecutada al fingir su propia muerte, después de ser salpicada por la sangre del periodista Pablo, quien fue acallado por denunciar la impune acción de los productores de marihuana en la zona de Canindeyú.
La mujer, aún visiblemente conmocionada por el horrendo crimen del cual fue testigo, recordó cómo se inició aquel fatídico jueves 16 de octubre de 2014, fecha que quedará en la historia negra del Paraguay debido al cobarde asesinato de nuestro querido compañero de trabajo, en un atentado que sin embargo nunca podrá matar la férrea convicción que tenía de denunciar los esquemas de producción de drogas que permanecían activos en su zona y que amenazaban con interrumpir el progreso de su comunidad.
Ese día, Pablo buscó a Antonia Maribel y a la testigo del inquilinato donde vivían, aproximadamente a las 07:30, en su camioneta Mitsubishi L-200, con chapa ABC 033, la misma con la cual ya había recorrido casi todos los puntos del departamento de Canindeyú reportando las necesidades de la gente.
El día anterior nuestro corresponsal y las dos hermanas habían combinado que aprovecharían el recorrido periodístico para visitar a los familiares de las mujeres, quienes viven en la ciudad de Villa Ygatimí, a 50 kilómetros de Curuguaty. Los tres se dirigieron inicialmente a la sede de la corresponsalía de ABC Color, en el centro de Curuguaty, a preparar tereré para el camino. Luego de media hora, finalmente partieron.
Arribaron a Villa Ygatimí a las 09:00. En principio, las dos mujeres tenían planeado quedarse en la casa de su familia, mientras que nuestro compañero recorrería las colonias Ko’ê Porã, Ára Verá y Crescencio González recabando quejas de los agricultores por el ataque de plagas a los cultivos de mandioca y sobre la intervención de la Federación Nacional Campesina (FNC) en el tema de fumigación.
Pablo incluso anunció este recorrido, que sería el último de su vida, en un mensaje que envió a las 08:06 al grupo de WhatsApp de los corresponsales de ABC Color, en el cual comunicó que regresaría a últimas horas de la tarde a su base de Curuguaty.
Pero, por aquellos designios del destino, Pablo les pidió a las chicas que lo acompañaran a su cobertura, “para que mi hermana Maribel le cebara tereré, porque hacía mucho calor”, rememoró. El siguiente punto donde se detuvieron fue la comisaría de la colonia Marchetti, donde Pablo conversó por unos momentos con un policía joven, y luego continuaron su camino ya rumbo a la zona de Crescencio González.
En este punto nuestro compañero otra vez descendió a saludar a los policías del puesto local, antes de internarse en la comunidad.
Un poco más hacia el frente, recordó Ruth, subieron dos personas a la camioneta, primero una mujer y luego un varón, que hicieron de guía para llegar a un sitio de plantaciones de mandioca atacadas por orugas (marandova). En cuestión de minutos Pablo Medina terminó su cobertura, que hasta incluyó el registro fotográfico de un tractor que hacía aparentemente fumigaciones en la zona. Poco después del mediodía, el grupo ya estaba de regreso.
La sobreviviente también mencionó que el mismo Pablo les comentó que el policía con el cual conversó en la comisaría de Marchetti había sido su custodio durante la época en que se vio obligado a replantear su sistema de seguridad, debido a las amenazas provenientes del intendente colorado de Ypehû, Vilmar Acosta Marques, alias “Neneco”, ahora sindicado como el autor intelectual del homicidio del comunicador, en un caso en el que el hermano mayor del político, Wilson Acosta Marques, surge como uno de los autores materiales.
Pablo le había pedido a su exguardia que le consiguiera una gallina casera para llevar a su casa de Curuguaty, al regresar de su cobertura, pero después olvidó pasar por la comisaría. Otro punto interesante que reveló la mujer es que Pablo conversó por varios minutos con una persona, por teléfono, con quien supuestamente negociaba la compra de una pistola, seguramente temiendo por su integridad ante el retiro de su custodia policial. Por las respuestas que Pablo le daba a la otra persona, la testigo dedujo que el intercomunicador le preguntó al periodista varias veces dónde mismo se encontraba.
Otro detalle que comentó y que ya manejan los investigadores es que antes de llegar a Villa Ygatimí un vehículo les había seguido y con seña de luz les paró. Sin embargo, el conductor del rodado, al reconocerle a Pablo, le señaló que pensaba que era otra persona, y les pasó. También comentó que un motociclista había salido delante de ellos de la zona de Crescencio González.
La testigo del doble homicidio relató que ella viajaba en el asiento trasero de la camioneta doble cabina, casi en el centro, aunque ligeramente más hacia la derecha, detrás de su hermana, que se iba en el asiento del acompañante.
La testigo, cuya protección debe ser una prioridad para el Gobierno, aún afligida, recordó que el vehículo fue interceptado por los dos matones, uno de los cuales preguntó al conductor: “¿Nde piko la Pablo Medina?”.
Cuando el periodista respondió que sí, los sicarios lo apuntaron y consumaron el acribillamiento.
Nuestro compañero llegó a suplicar: “Anína che japi!”, pero estas fueron sus últimas palabras, ya que cayó muerto sobre su volante al acusar cuatro tiros de pistola: en el brazo, la cara y la cabeza, y un disparo de escopeta en la parte posterior de la cabeza.
Los disparos, que también alcanzaron a Antonia Maribel, hicieron que la testigo se lanzara instintivamente al piso del rodado, detrás de su hermana.
Dijo que fue vista por los sicarios, quienes la miraron fijamente, pero al verla caer a un costado aparentemente decidieron ignorarla, creyendo que también había muerto.
“La sangre de Pablo me salpicó y me cubrió el rostro. Creo que por eso ellos pensaron que también yo estaba muerta y no me dispararon”, afirmó.
La joven permaneció en el piso del rodado por unos 10 minutos, fingiendo estar muerta. Viendo que su Maribel aún respiraba, volvió a arrancar la camioneta como para socorrerla, pero no pudo mover el rodado porque no consiguió hacer a un lado el cuerpo de Pablo, que yacía sobre el volante. Entonces, con el celular del corresponsal, empezó a pedir socorro, hasta que fueron auxiliados por lugareños.
Para cuando el auxilio llegó, el doble homicidio ya había sido consumado.