Fue un acto de patoterismo de Dilma, Cristina y Pepe Mujica

El expresidente del Uruguay Luis Alberto Lacalle Herrera calificó de conjura, de acto de patoterismo de Cristina Kirchner, Dilma Rousseff y Pepe Mujica, la exclusión de Paraguay del Mercosur y al permitir en cambio el ingreso de Venezuela. En esta entrevista asegura que el bloque que fundó en el 91 ha degenerado en un club de políticos de izquierda.

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– Aunque muchos ya saben su opinión, ¿podría resumir lo que hicieron según usted, Cristina, Dilma y Mujica?

–Fue un atropello, una intromisión en el proceso político interno de una nación soberana. No se trata de poca cosa lo que hicieron. Nuevamente el elegido es Paraguay, tremendo y trágico destino. Hasta hace poco pretendían forzar a su Parlamento a adoptar una medida en favor de Venezuela, como si Paraguay requiriera de tutores. He venido a vivirlo de cerca en este país amigo. He venido a interiorizarme para ir a transmitir al Senado de mi país que el Paraguay tenía un presidente legítimo que se llama Fernando Lugo y que, por la puesta en práctica de ciertos mecanismos institucionales, tiene ahora un nuevo presidente que se llama Federico Franco.

–Tan simple como eso.

–A mí me indigna como amigo del Paraguay que haya una especie de deseo de algunos de los que están fuera del Paraguay de que todo fuera a la antigua. ¿Qué preferían, la caballería, el tanque, el enfrentamiento en la calle? ¿No les interesa que el sistema democrático funcione a la perfección?

–Fue una reacción de los presidentes contra el sistema que eligió a Franco.

–Repito. ¿Les molesta que en el Paraguay funcione el sistema democrático? Pareciera que fuera así. Parece que Paraguay, para ciertos gobernantes de ciertos países, o ciertos regímenes –porque no son países– estuviera siempre destinado a ser el discapacitado de la región, al que hay que indicarle, que hay que hacerle las cosas. Pero más allá de los números que indicaron que el presidente Fernando Lugo tuvo un solo voto en la Cámara de Diputados, se observa que este cambio, desde un punto de vista del peso político que va detrás del peso jurídico, tiene un enorme apoyo. ¿O van a decir que los parlamentarios que decidieron el cambio no son legítimos? Aquí hubo toda una legitimación proveniente de una elección. En Paraguay hubo un presidente que quizás no supo atraerse las fuerzas como para tener un respaldo, pero bueno, eso pasa. Pasó con el señor (Richard) Nixon en Estados Unidos. Pasó en Brasil con (Fernando) Collor de Melo. Pasó en Argentina con (Fernando) De la Rúa y ahora le pasa a (Fernando) Lugo en Paraguay. Para eso están los mecanismos de la democracia por si pasa algo, o se muere, se enferma, se discapacita o se destituye un presidente.

–Por lo visto no es tan automático.

–Aquí es donde vemos entonces que lo que funciona es una hipocresía, donde un régimen como el del señor (Hugo) Chávez habla de constitucionalidad. Si no fuera trágico sería para reírse a carcajadas. ¿En Venezuela no pasa nada que sea digno de atención de estos tan cuidadosos constitucionalistas que se reunieron en Mendoza? Mire. Están dando patente de democracia desde la Argentina, desde el Ecuador mientras se viola la Constitución de una manera escandalosa, ¡desde el Uruguay!, mi propio país, donde dos referendas confirmaron una ley, pero la mayoría parlamentaria del Frente Amplio votó para derogarla después de haber sido ratificada por el cuerpo electoral. ¿Y le quieren venir a darle lecciones de democracia a Paraguay? No, mi amigo. Ese tiempo se acabó.

–“Golpe parlamentario” le llaman.

–¡Noo! Acá funcionan las instituciones. Las instituciones funcionan como el sistema fisiológico, como un organismo. Tiene sus mecanismos. El mecanismo para sustituir al Presidente está establecido.
Se cumplieron los requisitos. Ya está y a otra cosa.

–Primaron otros intereses.

–Acá, la madre del borrego apareció muy rápido. Ni siquiera tuvieron el pudor de hacerlo en dos etapas. Hicieron como en el fútbol. Mostraron el cartel: “Sale Paraguay, entra Venezuela”. Fue impúdico. Además es una Venezuela que yo me pregunto: ¿alguien negoció algo con Venezuela? ¿Se sabe qué productos? Porque los países que integramos Mercosur, los cuatro originarios, estuvimos tres años con las listas, ¿se acuerda? Y las bajas de los aranceles eran de a poco, y se sabía qué productos eran más sensibles o menos. Pero acá entra Venezuela a hacer lo que quiera.

–¿Por qué?

–Porque es Venezuela. ¡Claro! Le debemos plata. Bueno, entonces había que buscar una presión de Venezuela por el lado de que Argentina le debe mil millones, Uruguay le debe 700 millones, Paraguay 200 millones. ¡Entonces estamos ante una nueva forma de imperialismo!
A mí me parece que estamos viviendo un momento patético de la historia de América.

–¿Cómo interpreta la actitud de Brasil?

–Me preocupa. Con todo el respeto y cariño hacia su pueblo y su historia, conozco Argentina cuyos regímenes de gobierno no se han fijado demasiado en las lindezas jurídicas. Es un país que tiene una concepción muy “peculiar” de los temas institucionales. El Brasil, que es el líder natural de la región, que siempre se caracterizó por la prudencia, por aquella sabiduría que le atribuíamos –quizás excesivamente a Itamaraty– no se ha dado cuenta que los liderazgos en el siglo XXI no se imponen, se conquistan. ¿Y cómo Brasil se sube a esta ola antiparaguaya, contra el país más vulnerable y pequeño del Mercosur para aplicarle su peso? Me parece que con esto Brasil ha retrocedido en sus intereses legítimos de ser el líder de América del Sur. Con esto ha retrocedido, porque yo no puedo atribuirle a partir de ahora, o tengo que atribuirle muchas menos capacidades de liderazgo. A Brasil, en esto lo desconozco, el Brasil, sabio políticamente y que aspira un liderazgo.

–¿La camaradería ideológica le hizo perder el horizonte a Dilma?

–En el Parlamento nosotros tenemos prohibido, por el reglamento, atribuir intenciones. Yo no puedo adivinar qué piensa Dilma Rousseff a tomar estas actitudes. No lo sé, porque no lo ha dicho y no las puedo suponer. Lo que yo miro son los hechos y en los hechos encuentro que se ha hecho un acto de patoterismo seudodemocrático contra el Paraguay y lamento que el Gobierno del Uruguay lo haya acompañado.

–¿Y Uruguay, por qué?

–Lo que pasa es que el Mercosur se convirtió en un club ideológico. En la parte económica no sirve para nada. No se respeta ningún derecho. No entran los productos. Los paran. Hay laudos del tribunal que no se cumplen. Pero los otros están encantados.

Yo estoy entristecido porque con esa decisión hemos dado muchos pasos para atrás. Por eso estoy acá. Ante un Paraguay sitiado, mi deber es estar acá.

–Usted vino por esto?

–Estuve en Europa. Regresaba al Uruguay, pero me pareció que era un deber estar presente aquí, primero por la tradición que me une al Paraguay, como usted sabe, que parte de mi abuelo, el Dr. (Luis Alberto) Herrera, pero a través de los años que pude ayudar al Paraguay, de sentirme paraguayo y decir como todos “che retã” (mi patria) con propiedad.

–¿Usted interpretó enseguida o se presta a confusión lo que resolvió el Congreso?

–Apenas me informé y consulté con la gente en la que confío, entendí perfectamente que lo que se dio aquí fue un cambio constitucional, de acuerdo con todas las normas democráticas y que los de afuera no tenemos por qué opinar sobre las cosas internas de Paraguay. Pero cuando se formó esta conjura, este empatotamiento seudodemocrático contra Paraguay, yo dije: “Estoy junto al Paraguay”.

–En cuanto a los efectos que puede tener, ¿qué cree que se viene?

–Le va a hacer daño al Paraguay. De todas maneras, la comunidad internacional se está dando cuenta. En la OEA Paraguay tuvo un apoyo importante.

–Aunque Unasur también condenó al nuevo gobierno.

–Unasur es una creación del intelecto. Es una cosa ficticia. Pero en los países importantes y en los centros mundiales la gente dice, al contrario, en el Paraguay funcionó la democracia. Funciona en Estados Unidos. Funciona en Brasil. Funcionaron las instituciones.

–¿Cómo se observa este acontecimiento desde el Uruguay?

–Con indignación. Yo voy a hablar sobre el tema el martes en el Senado. Tenemos un gobierno con mayoría absoluta en el Parlamento, aunque es un gobierno que ya se ha quitado la careta y va hacia una visión totalitaria del socialismo radical.

–¿Hay algo más detrás de esa pinta de bonachón que tiene el presidente (José) Mujica?

–¡Pero no lo compren por la pinta de bonachón! Es un señor que se viste de manera muy particular. Es propietario de un importante establecimiento rural donde trabaja. Dice malas palabras. Se viste mal. Lamentablemente mucha gente compra eso como ser popular. Yo digo que eso es ser maleducado y de no asumir los deberes hasta de presencia al que está obligado como Presidente de la República.

–¿En qué se desvió este Mercosur de aquel original del 91?

–Yo no reconozco este Mercosur como mi hijo. Con los otros tres padres que fundamos dijimos que el objetivo era el comercio libre, inversiones, más trabajo, pero no para un club político y menos para un club político de izquierda. Mercosur se volvió una especie de liga de políticos de izquierda, pero este desvío muy pronto lo vamos a enderezar.

–¿Qué le sugiere a Paraguay en esta coyuntura?

– Paraguay no necesita tutores. Se puede recurrir a La Haya, pero eso lleva años. Lo que yo podría sugerir es diversificar sus alianzas comerciales, iniciar obras de trascendencia que necesita con urgencia. Tenemos elecciones en ocho meses. Los paraguayos podrán ratificar que el sistema democrático funciona a la perfección.

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