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CARAPEGUÁ (Emilce Ramírez, de nuestra redacción regional). El deceso de Mons. Celso Yegros Estigarribia se produjo en su vivienda de Carapeguá. Padecía del mal de Parkinson, sufrió un derrame cerebrovascular crónico y en los últimos días se le diagnosticó broncopulmonía.
El obispo emérito está siendo velado en la catedral Inmaculada Concepción de María de esta localidad. Mons. Yegros, antes de acogerse a los beneficios de la jubilación y entregar su báculo a su sucesor, Mons. Hermes Joaquín Robledo, en agosto del 2010, había pedido que cuando muera se lo entierre al lado de Mons. Angel Nicolás Acha, cuyos restos se encuentran depositados cerca del altar dentro de la Catedral local. Su voluntad será cumplida hoy, a las 15:00.
Mons. Celso Yegros Estigarribia nació el 11 de julio de 1953 en Itauguá. Completó 50 años de sacerdocio y 27 años de episcopado, más los años dedicados a la oración hablan de una profunda vocación de servicio de un consagrado a Dios.
Fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de 1960 por imposición de manos de Mons. Aníbal Mena Porta. Su primera tarea fue la de ser vicario parroquial de San Lorenzo y después fue destinado a la Curia Arquidiocesana y como vicario de la Catedral Metropolitana.
Fue consagrado obispo el 29 de mayo de 1983 en la Catedral de Carapeguá, siendo obispo ordenante Mons. Ismael Rolón Silvero. Escogió como lema episcopal: “Servidor de Cristo Jesús, elegido como apóstol y destinado a proclamar el Evangelio de Dios”.
Decía Mons. Yegros: “Son tres los puntos que yo en toda mi vida pastoral los hice con mayor intensidad y con mayor entusiasmo: la catequesis, la liturgia y la animación bíblica de la pastoral. Y es que la catequesis sin liturgia no se entiende y liturgia sin catequesis tampoco”.
En su carta de despedida como obispo diocesano de Carapeguá, Mons. Yegros dijo: “Gasté mi vida por Cristo y por la Iglesia, primero como presbítero y luego como obispo. He procurado ser un administrador fiel y honrado. Llegó el momento de decir: He peleado hasta el fin el buen combate, he concluido mi carrera, conservé la fe”.