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Reclamó que la formación de los jóvenes sea rica en valores, valientes en la verdad, el servicio, la solidaridad, el amor y la justicia.
Criticó la injusta distribución de la tierra en nuestro país, que calificó la más “desigual del mundo, con una pequeña élite, que concentra casi toda la superficie agrícola y ganadera, mientras que una mayoría de familias campesinas y algunas indígenas (de la zona oriental), carecen de tierra suficiente. “Estas grandes desigualdades son capaces de generar grandes desequilibrios y amenazas a la paz. Mientras, por otra parte, el gran déficit habitacional de los 150.000 hogares es otra amenaza al país, ya que muchos no cuentan con vivienda alguna, con insuficiencia de las fuentes de empleo de buena calidad”, indicó.
Valoró la inversión en infraestructuras, pero advirtió del acelerado patrón de endeudamiento con bonos de los últimos años. “Necesitamos prudencia, y esta prudencia significa que debemos ponerle un límite a la tasa de crecimiento de la deuda, la que año a año no debe superar a la tasa de crecimiento de la economía. Es crítica la necesidad de generar ahorros fiscales propios como para financiar la inversión que tanto necesita el país”, apuntó.
Instó a valorar nuestra herencia, honrar a las mujeres, cuidar a los niños, a los ancianos, resguardando a los más débiles y vulnerables, no cayendo en la trampa del relativismo moral, que lleva a otras comunidades del mundo a la confusión y al error.