Cargando...
–¿Cómo se le ocurrió esa campaña “Usá casco caraj…?”, grosería para mucha gente…
–No se para quién es grosería…, ¿para oídos pseudopuritanos o para la gente que ve pasar la vida por televisión? Para nosotros que estamos en el día a día no es una grosería. Es una tragedia.
–¿Fue por algún evento en especial?
–No fue por ningún evento en particular. Se me ocurrió hacer esto en una noche de insomnio. Pensé en un primer momento hacer un arbolito con cascos en vez de globos, plantado en el medio de la avenida General Santos, pero nos adaptamos al presupuesto. Nadie nos ayudó… Dos fueron los objetivos. Demostrar hartazgo y segundo, sembrar polémica. Fue arriesgado, pero reventamos las redes en un fin de semana.
–Hartos…
–Mire. El 70% de los que llegan al hospital es por accidentes de tránsito en moto. Cada año hay alrededor de 15.000 a 20.000 accidentes de tránsito. De 12.000 a 14.000 son accidentes de moto, lo cual quiere decir 1.000 por mes, 250 por semana. A algunos hay que amputarle un miembro, otros se recuperan sin problemas. Hay unos 1.800 accidentados con traumatismo de cráneo por año, de 300 a 400 con traumatismo de cráneo grave. Unos mueren y otros se recuperan relativamente y quedan unos 80 con secuelas, lo que comúnmente se conoce como vida vegetal, personas que no comen, no hablan o respiran con una traqueotomía. Se alimentan por una sonda en el estómago. La mayoría vuelve a sus ranchitos, terminan infectados y mueren.
–¿Jóvenes y pobres?
–La mayoría es pobre, pero acá vienen de todos lados: asegurados del Migone, San Roque, IPS, eso porque ya hay una tendencia a reconocer que este hospital es el que mayor garantía tiene de salvar la vida de la gente por la vasta experiencia de su personal médico y paramédico. Aquí, en el Hospital de Trauma llegan los pacientes y les recibe un jefe de guardia, un cirujano con mucha experiencia. Mientras le están revisando le hacen ecografía, le ve un traumatólogo, un neurocirujano, un anestesista por si necesite ser intubado inmediatamente por si acaso no respira…
–¿De dónde proviene la mayoría de accidentados?
–De todo el país. Del Chaco vienen poco. Los menonitas tienen un hospital muy lindo pero además han impuesto una disciplina tal que hasta los indígenas andan con casco. La multa es terrible. Vaya a Loma Plata y chequee si hay un motociclista que circula sin casco. En este país, nuestros jóvenes pasaron del caballo a la moto y recién se dan cuenta que no es lo mismo cuando están internados en el hospital…
–¿Por qué no usan casco, porque es caro?
–Si compraron una moto quiere decir que tienen para comprar el casco. Es una cuestión cultural, folclórica. Acá nadie controla. No se sanciona al que maneja borracho, al que produce un accidente grave por imprudencia. Grandes señores o hijos de papá montados en sus 4x4 atropellan a un carretillero del mercado y no se hacen cargo. Paga el Estado, pagan los contribuyentes y no ese cretino que causa la desgracia pero que tiene poder político o económico. A la pobre madre desesperada con su hijo herido, le pasa dos millones por debajo de la mesa y con eso arregla.
–La moto, arma mortal…
–La moto es un arma mortal. A una campaña de dengue se le da más importancia. Esta es una epidemia más grande y mata a mucha más gente. Es como si le vendieran un revólver en la vereda del hospital. Los vendedores entregan la moto a cualquiera por una moneda de 1.000. No interesa si el comprador es drogadicto, epiléptico o con defecto cerebral. Cuando yo llegué acá, de cada 100 accidentados de moto solo 16 tenían casco en el accidente. Hoy con todo el esfuerzo que hicimos solo llegamos al 40%. Sigue habiendo 60% sin casco.
–Debe haber muchos fantasmas por el hospital. Muere gente a diario…
–Aunque no lo crea, gente que estuvo en trance de muerte dice que vio desde arriba cuando le hacían reanimación. Hay varios que cuentan esas cosas.
–Los motochorros… Otra plaga. ¿Qué sugiere?
–Debería prohibirse que anden dos en una moto después de las cinco de la tarde. Si alguien tiene que ir a buscarle a su señora, a su novia, a su hijo o su vecino, que se presente a la comisaría a reportarse. El tránsito es libre, pero el interés general debe primar sobre el particular, y acá estamos hablando de peligro de muerte de ciudadanos de a pie.
–Y la tragedia de los petardos de fin de año ¿continúa?
–Disminuyó bastante. La tecnología de los nuevos fuegos artificiales y también la mayor conciencia de la gente ante las campañas hace que estas prácticas también se reduzcan. Ya no es como antes cuando en esta época era infernal y sostenido el sonido de las bombas de estruendo. Tuvimos menos hospitalizados en Navidad. A uno solo se le amputó un dedo. Eso no quiere decir que los padres se tienen que desinteresar del tema. Ellos son absolutamente responsables de lo que les pueda pasar a sus hijos.
–¿Hay que endurecer la ley?
–Lo que pasa es que nuestro país es el reino de los imputados donde nadie es castigado. “Ramírez Zambonini, de la Justicia Electoral, fue absuelto”, dice el diario. No importa que haya plagiado su título de doctor o que haya sido acusado de meter planilleros. El día que metan preso a un corrupto o le toquen el bolsillo, va a haber más conciencia.
–(“¡Presidentee!”, le grita un automovilista durante una sesión de fotos frente al edificio de donde cuelga el polémico arbolito-cartel)
–“Los perros”, por tener una idea así ya le declaran a uno presidente (comenta). Imagínese la orfandad de líderes que tenemos. Porque Santa Cruz mete un lindo gol ya le quieren hacer senador o vice. Filártiga escribe “Caraj…” y ya plantean que baje a la arena política. Es un absurdo. Es la orfandad de líderes lo que le hace a la gente opinar así.
–Y ¿no se propuso hacerse político?
–No. No me interesa pero debo decir que no me siento en zaga y no le doy la derecha a ninguno de los que suenan: ni en currículum, capacidad ni honestidad. Además, a nadie le debo una vela. Me llama la atención que le den tanto espacio a gente como Lugo, un cinismo personificado que seduce a adolescentes, las embaraza y no reconoce a los hijos. ¿Ese es el que lidera las encuestas? Yo no creo. Otro que debería callarse es Nicanor Duarte Frutos, el que hizo caer al Partido Colorado con su soberbia y chabacanería. Quiere enseñar y pontificar cosas. Primero debería explicar cómo se hizo de fortuna faraónica. En el país de los ciegos el tuerto es rey. No hay estadistas. La clase política está desprestigiada, en el Congreso no valen más que 10. Quieren resucitar a cadáveres políticos. Si vamos a resucitarlos, resucitemos a Eligio Ayala.
–Si tuviera que decidir, ¿qué ordenaría en este momento?
–Construir un helipuerto y comprar tres helicópteros sanitarios. Cuánto más rápido lleguen, los accidentados se van a salvar.
–¿Helicópteros?
–Sí. En vez de hacer hospitales en el interior que se llenan de yuyales porque no hay pacientes, no hay recursos humanos y no hay equipamiento posible, se tiene que potenciar la infraestructura del Hospital de Trauma. Al final, los pacientes vienen nomás luego a parar a este hospital. Los hospitales departamentales se construyen al pedo (en vano). En vez de construir 5 o 6 hospitales más, compremos tres helicópteros bien equipados con terapia y que estén en condiciones de traer a los pacientes en media hora. Así se va a morir mucha menos gente.
Entrevista de Hugo Ruiz Olazar
holazar@abc.com.py