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El Dr. Bunge visita Paraguay a partir de mañana, para impartir conferencias y reunirse con filósofos y científicos paraguayos, que discutirán con él los avances en ciencia y tecnología, además de la investigación en el campo social que existen en las universidades locales.
El filósofo, traído por la Asociación Paraguaya Racionalista, APRA, tiene una nutrida agenda. Mañana se reunirá con investigadores sociales y filósofos en la Universidad Católica de Asunción, mientras que impartirá una conferencia sobre pseudociencias sociales en la Universidad Iberoamericana, donde se le conferirá también el título de Prof. Dr. Honoris causa.
El viernes se reunirá con científicos, en la Sociedad Científica del Paraguay, y ofrecerá su conferencia magistral sobre pseudociencias naturales en la Universidad Autónoma de Asunción.
Más datos al 0981-907266 y 0981-134876.
–¿Cómo sabe que no hay un dios?
–Porque sabemos cómo y porqué han sido inventados miles de dioses. Los hindúes veneran a unos 100.000 y millones de ellos han dejado de venerarlos. Y porque ni la ciencia ni la técnica usan el concepto de Dios, menos aún el de milagro.
–El argumento religioso monoteísta es que si no hay dios, la moral es imposible para el ser humano. Sin embargo, no vemos guerras en nombre del ateísmo o masacres de no creyentes. ¿Es la moral posible sin dios?
–Los chinos no tienen dioses desde hace 5.000 años, pero tienen códigos morales.
–¿Existen los valores universales o la moral es relativa?
–Hay valores universales, como el bienestar, la paz y la verdad, y otros locales, como la pureza racial y el mítico mercado libre.
–¿Cuál debe ser el rol del Estado en las interrelaciones humanas?
–Ninguna en las sociedades primitivas, absoluto supremo en las totalitarias, y limitado a la defensa, la salud pública, la vigencia del estado de derecho y la defensa de los débiles en las sociedades altamente civilizadas.
–En pleno siglo XXI, todavía hay alrededor de 50 dictadores en el mundo, especialmente en África y Asia. Incluyendo países que están en las Naciones Unidas. ¿Una gran contradicción?
–Hay dictaduras ostensibles, como la que encabezó Alfredo Stroessner, y dictaduras solapadas, como las del gran capital financiero, el Fondo Monetario Internacional y las iglesias.
–En América Latina el sistema presidencial sigue fuerte, hay países donde se recurre constantemente al autoritarismo. ¿Por qué cuesta cambiar el paradigma político?
–Tenemos una fe supersticiosa en la Constitución americana y en las Constituciones copiadas de ella, que son todas presidencialistas y por tanto invitan a la dictadura. Habría que abogar por gobiernos parlamentarios en los 3 niveles, así como una mayor participación ciudadana en gobiernos y ONG.
–En la región, cuestiones como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el consumo de drogas ilegales, el aborto y la eutanasia siguen siendo tabúes. ¿Por qué no se pueden abordar estos temas de manera racional?
–Esos tabúes nos vienen del Antiguo Testamento y han hecho desgraciadas a millones de personas. Carecen de fundamento moral y de justificación práctica.
–En varias de sus obras critica a las universidades latinoamericanas, que hasta el momento no figuran entre las 100 mejores del mundo, según los ranking internacionales. ¿Por qué sucede esto?
–A que, como dijo el gran fisiólogo Armando Basun Menéndez, son invertidas: ponen en la cúspide a la enseñanza, no a la investigación original. Son fábricas de diplomas profesionales antes que incubadoras de ideas.
–Umberto Eco señala que la universidad debe ser para una élite, ya que el excesivo número de alumnos entorpece la actividad académica y aboca a estas instituciones a la crisis. ¿Comparte esa visión?
–Sí, a condición de que la élite sea intelectual, no económica ni política.
–¿Qué se debería enseñar más en las universidades? ¿O qué hacer para cambiar los modelos mediocres?
–Más ciencia y técnica, menos carreras minúsculas que solo exigen esfuerzos minúsculos.
–¿Compite hoy internet con el conocimiento y la información que se genera en otros ámbitos?
–Internet bien usado es una herramienta útil, pero no reemplaza al aula donde se debaten ideas; ni al laboratorio, donde se ponen hipótesis a prueba, ni al taller donde se construyen artefactos.
–En su libro “Filosofía para médicos” dice que los médicos filosofan todo el tiempo. ¿Por qué lo hacen?
–Nadie puede dejar de plantearse problemas filosóficos, como la realidad o irrealidad de lo mental, la verdad o falsedad de una doctrina, o la bondad o maldad de una política.
–¿Debe la medicina ser pública totalmente o privada en algún sentido?
–La asistencia médica y la educación debieran ser públicas, y de hecho lo han sido en Europa Occidental desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Esto explica el descenso sensacional de las tasas de morbilidad y mortalidad en esos países. En cambio, como lo denunció la Asociación Médica Británica, esas tasas subieron durante el gobierno conservador de Margaret Thatcher: el conservadurismo es malo para la salud.
–¿Cuál será el futuro de la filosofía? ¿Qué queda por hacer?
–No soy profeta. En principio, habría que rehacer la filosofía cada tanto, poniéndola al día con los avances de la ciencia.
–¿Y el futuro de la ciencia? ¿Qué cosas más tenemos que descubrir o hacer?
–Hay consenso en que la ciencia actual tiene defectos, y en que las ideas radicalmente nuevas son impredictibles.
–¿Cuál es su expectativa al venir al Paraguay?
–Conocer a gente empeñada en hacer investigación seria y en superar el subdesarrollo impuesto por potencias extranjeras, empezando por Argentina.
–¿Qué desea encontrar en este pequeño país de América del Sur?
–Gente tan creadora y valiente como Augusto Roa Bastos y Domingo Rivarola, con quienes tuve el gusto de conversar en Toledo hace exactamente 30 años.
–¿Cree que la Asociación Paraguaya Racionalista, APRA, actúa bien en hacer escepticismo militante en un país con mayoría de católicos?
–APRA le hace un favor al país y a la región en desenmascarar a los falsos científicos. Pero hará mal si preconiza el escepticismo radical de Sexto Empírico o Karl Popper, en lugar el escepticismo moderado y la crítica constructiva que se practican en las ciencias. Y no hará lo suficiente si se limita a atacar a las pseudociencias naturales, como la parapsicología, y se abstiene de criticar a las pseudociencias sociales, como la microeconomía neoclásica, la escuela económica austriaca de von Mises y Hayek, y el marxismo osificado, que atentan contra el bienestar de la mayoría.
equintana@abc.com.py