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“En 1868 sacaron del Tesoro Nacional, de la casa de Luis Patri, donde estaba el Ministerio de Hacienda, lo que eran las reservas en lingotes de oro y se subieron en dos vagones del tren para llevarlos supuestamente a Ypacaraí. Lo que siempre nosotros escuchamos es que se alzó mucho oro, y que militares por el camino lo descargaron en dos carretas y exigieron a algunos prisioneros de guerra para que cavaran y enterraran el oro en dos lugares diferentes. Una vez que enterraron, fueron fusilados”, relata.
Agrega que los propios maquinistas no sabían el lugar porque se descargaron en carretas, y le exigieron que desaparecieran, y llegaron a Ypacaraí con los vagones ya vacíos.
“Se manejan dos versiones. Una es que los tesoros fueron enterrados en la zona de Cerro León, ya que todo el sistema ferroviario se centraba en el campamento Cerro León. Pero la versión más fuerte es que se encontraría en la zona de Luque, y según nosotros manejamos la información, un grupo de expedicionarios ya habría detectado el lugar exacto y ahora está queriendo cavar para la extracción”, indicó Soria.
El funcionario cuenta además que a menudo recibe en el ferrocarril a los buscadores de tesoros.
“Acá llegan buscadores que quieren copias de los planos antiguos del ferrocarril. Cada tanto recibo a algunos de ellos; quieren planos de las vías, sobre todo de donde estaban los antiguos ejes y tramos por donde pasaba el ferrocarril. En Yukyry cavaron el lecho del arroyo; allí llegaron a hacer un desvío enorme. Tenemos buscadores que permanentemente hacen eso. Yukyry siempre fue el eje de la excavación”, señala.
Hay una laguna que tiene una profundidad de seis metros. En el libro Historias Secretas del Paraguay, del arquitecto e historiador Jorge Rubiani, hay un capítulo que hace referencia a un misterioso “depósito central”.
“Entre la serie de comunicaciones con las que el entonces vicepresidente Domingo Francisco Sánchez reportaba al mariscal Francisco Solano López algunos procedimientos realizados en Asunción, se cuenta la curiosa descripción de un ‘deposito central’, un gigantesco subterráneo de dos cuadras de largo que cruzaba la ciudad, el cual, puede presumirse, sería la ‘bóveda del tesoro’ del gobierno”, señala en el libro el historiador.
Los lingotes de oro habrían sido retirados de allí para ser cargados en los vagones del tren, según la versión.