“El Papa tendrá que dar cuentas a Dios”

Duros cuestionamientos a la misión del nuncio en Paraguay, Mons. Eliseo A. Ariotti, a la Conferencia Episcopal Paraguaya y a su seminario mayor, hizo nuevamente ayer el obispo destituido, Mons. Rogelio Livieres Plano, en una carta dirigida al prefecto de la Congregación para los Obispos, cardenal Marc Ouellet. Del Papa dijo que “tendrá que dar cuentas a Dios”.

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De Ariotti, indicó que hizo pública su destitución antes de que él fuera notificado, una “irregularidad más en este anómalo proceso”.

Livieres Plano consideró “fulminante la intervención” de su diócesis y hasta cree que antes de la visita apostólica todo estaba arreglado, porque afirma el cardenal Santos y Abril le dijo: “espero que reciban las decisiones de Roma con la misma apertura y docilidad con que me han recibido a mí”. Y se pregunta: “¿Estaba indicando que el curso de acción estaba ya decidido antes de los informes finales y el examen del Santo Padre?”. “En cualquier caso, no hay que temer rebeldía alguna. Los fieles han sido formados en la disciplina de la Iglesia y saben obedecer a las autoridades legítimas”, dice en otra parte en la carta.

Livieres Plano considera que los ataques y maniobras destituyentes de los que afirma haber sido objeto se iniciaron desde su nombramiento como obispo.

En otra parte de su escrito al prefecto para los obispos, cuestiona la decisión final de la visita apostólica. “No recibí en ningún momento un informe escrito sobre la visita apostólica y, por consiguiente, tampoco he podido responder debidamente a él. A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales, tampoco he tenido oportunidad de hablar con el papa Francisco, ni siquiera para aclararle alguna duda o preocupación”, expresa su misiva.

Livieres Plano considera que solo ha recibido presiones orales para renunciar. “Que mis opositores y la prensa local hayan informado en los medios, no de lo que había pasado, sino de lo que iba a suceder, incluso en los más mínimos detalles, es sin duda otro indicador de que algunas altas autoridades en el Vaticano, el nuncio apostólico y algunos obispos del país estaban maniobrando de forma orquestada y dando filtraciones irresponsables para ‘orientar’ el curso de acción y la opinión pública”, sostiene el prelado.

Seguidamente señala en su carta que “como hijo obediente de la Iglesia, acepto, sin embargo, esta decisión por más que la considero infundada y arbitraria y de la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios, ya que no a mí”. Agrega que más allá de los muchos errores humanos que haya cometido, y por los cuales pidió perdón a Dios y a quienes hayan sufrido por ello, afirma una vez más que la substancia del caso ha sido una oposición y persecución ideológica.

Nuevamente, cuestionó la formación sacerdotal en el Seminario Nacional y finalmente apuntó que el verdadero problema de la Iglesia en el Paraguay es la crisis de fe y de vida moral que una mala formación del clero ha ido perpetuando, junto con la negligencia de los pastores.

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