El Buen Pastor, otro penal superpoblado y mugroso

Hace tres años, la cárcel de mujeres se libraba de la sobrepoblación, pero no de la mugre y el caos. Hoy día duplica su capacidad estructural y, por ende, su situación higiénica y edilicia empeoró. Está dividida en varios sectores donde algunas reclusas -con más suerte- tienen una cama mientras que otras deben compartir una pequeña cama o un colchón en el piso. Por lo menos tienen algo y no como los pasilleros de Tacumbú, que duermen sobre vetustas frazadas y sábanas.

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La mayoría ingresó al penal a causa del tráfico de drogas. Varias comentaron que fueron utilizadas como mulas. El problema es que desde hace cinco años muchas esperan alguna condena. Son las olvidadas por la justicia, las excluidas del sistema legal.

El penal de mujeres Buen Pastor fue construido en 1919. Funcionaba como convento. Su capacidad es para 200 personas; sin embargo, hoy día acoge a 429 internas, de las cuales solo 124 poseen condena. Si tomamos como parámetro la cantidad de presidiarias en 2010, de 195 presas, y este año de 429, podemos deducir que la criminalidad se incrementó, dado que en tres años y ocho meses aumentó más del 100%.

El amontonamiento de personas reduce las condiciones de higiene y salubridad. También deteriora el estado del edificio. Dentro de la precariedad, muchas intentan aprender algún oficio que les pueda redituar en ingresos económicos. Personas de la Cruz Roja, del Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) y del Instituto Paraguayo de Artesanía les enseñan a diseñar y confeccionar ropas típicas para hombres, mujeres y menores. Una persona les enseña todo sobre alta costura.

Orgullosas exhibieron sus producciones a los visitantes ocasionales, los periodistas de nuestro diario y los funcionarios de la Dirección General de Establecimientos Penitenciarios, Centros Educativos y Hogares de Abrigo, encabezados por el Dr. Francisco Quiñónez.

Una camisa de ao po’i para hombres venden a G. 120.000 y para damas a G. 80.000. Fabrican tapetes (20.000), fundas, toallas, salida de baño. También bordan zapatillas de goma (G. 40.000). “Por favor, necesitamos publicidad para vender”, dijo una de ellas.

Otra interna pidió donación de veladores para trabajar también en horario nocturno.
Justamente el pabellón bastante productivo es el especial, donde están confinadas las consideradas peligrosas. Allí estaba recluida Carmen Villalba, integrante del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

Buen Pastor cuenta con 11 pabellones, donde conviven 429 internas. Tiene el sector VIP y el pabellón de las “rebeldes”. Lo único que se arregló el año pasado fue el sistema eléctrico, que incluye el tablero y mantenimiento del grupo generador.

En nuestro paseo por los pasillos notamos que las paredes de las celdas están muy deterioradas. Ni hablemos de los baños, llenos de mugre y humedad. Los desagües cloacales están destapados. Dentro funciona una biblioteca. También una peluquería, que explota una de las prisioneras, Juana Armoa, condenada por estafa. Logró mediante ese trabajo solventar el estudio de sus dos hijos. Cuenta orgullosa que esta semana su hija recibe su título de bioquímica.

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