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El influyente hombre de la diplomacia brasileña, Marco Aurelio García, hizo un análisis de la situación paraguaya, del porqué de la caída de Fernando Lugo. El escrito fue publicado en la revista trimestral “Política Externa” del vecino país.
Para García, Lugo había ganado las elecciones, mas no el poder.
“Esto porque el poder no es un lugar que se pueda tomar como la izquierda creyó durante un cierto tiempo. El poder es, antes, la expresión de una correlación de fuerzas que envuelve factores económicos, sociales, políticos y culturales. Para alterar esa correlación de fuerzas no basta llegar al gobierno, menos a una parte de ella, como ocurrió en Paraguay. Es necesario tener ideas e instrumentos de movilización capaces de construir mejoras en torno a un proyecto de cambio”, analiza.
Agrega que la avalancha de cambios sociales y políticos por las cuales va pasando América del Sur en los últimos 15 años abría tres caminos para dar gobernabilidad a los presidentes. Y en esta parte señala –casi cuestionando a Lugo– que el expresidente no ha sido capaz de instalar “un nuevo orden” como el que se estaba imponiendo en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia, bajo el régimen bolivariano.
“En un país donde había correspondencia automática entre la votación para el Ejecutivo y el Legislativo, cabía al Presidente construir una mayoría parlamentaria con base en acuerdos programáticos y la conformación de un ministerio que refleje una coalición hegemónica”, acota.
Agrega que en aquellos países, donde el ingreso de nuevos actores sociales en la escena política se encontraba con instituciones obsoletas, hacían transformaciones políticas profundas, capaces de viabilizar las promesas de reformas económicas y sociales que habían llevado a los nuevos gobernantes al poder.
“Se imponía, en este caso, la necesidad de una refundación institucional, que se ajustase a la nueva correlación de fuerzas reveladas en las urnas. En la mayoría de los casos, esa ansiedad de refundación puso en el orden del día la convocatoria de Asambleas Constituyentes capaces de diseñar una nueva institucionalidad. Este fue el camino seguido, en la última década, por Venezuela, Ecuador y Bolivia. Las constituyentes hicieron surgir en estos tres países un nuevo orden constitucional, legitimado en referendos populares, y conferían a sus presidentes la gobernabilidad de la que carecían sus antecesores. Lugo no siguió ninguna de estas alternativas”, señaló García.
Asegura que el gobierno de Lugo no logró construir una base parlamentaria que le haga efectivo el sustento ni convocó a los movimientos sociales para presionar en favor de un cambio institucional que permitiese realizar los cambios exigidos por sus electores.
“A consecuencia de esta indecisión sobre el camino a seguir se dio por un lado la desmovilización de sus bases sociales y, por otro, una creciente movilización de los partidos políticos y grupos tradicionales en contra del Presidente, incluyendo a los liberales (aliados para las elecciones).
Ingreso de Venezuela
García, al referirse a la causa de la destitución del presidente Fernando Lugo en 2012, menciona como “otro elemento de carácter coyuntural más relevante” el caso de la masacre de Curuguaty. “El lamentable y hasta ahora oscuro episodio hace parte de una serie de conflictos en el campo paraguayo, que el Gobierno venía soportando desde un inicio”, dice.
Menciona, por otro lado, que el Parlamento paraguayo también cuestionó duramente la firma del nuevo protocolo democrático del Mercosur, más conocido como Ushuaia II.
“No pasó desapercibida la hostilidad de parlamentarios anti Lugo hacia el protocolo Ushuaia II. Los senadores consideraban que ese documento golpeaba la soberanía de Paraguay e hicieron que su aprobación por Fernando Lugo (ad referéndum del Senado) sea uno de los argumentos centrales de la acusación constitucional para su destitución”, acota.
Finalmente, el influyente funcionario se refiere a la suspensión de Paraguay del Mercosur y reconoce que el ingreso de Venezuela se realiza pese a que Paraguay no lo aprobó.
“En la reunión de Mendoza, Argentina, Brasil y Uruguay decidieron también, por consenso, resolver una cuestión pendiente hace años: la formalización del ingreso de Venezuela al bloque, aprobada por los Congresos de los países del Mercosur, a excepción de Paraguay”, manifiesta.
García es integrante del Consejo Editorial de la revista en la que escribió su opinión.