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Antes, había estado un año en una empresa privada y desde 1999 era funcionario público en la UNA. En 2007 admitía tener una remuneración de G. 10.800.000, asesoría de G. 8.000.000 y que su esposa era funcionaria pública. ¿De dónde había salido entonces la descomunal suma en efectivo que reportaba? Lo asombroso es que en el 2013 hizo desaparecer esta escandalosa suma de G. 2.000 millones de los registros, que volvió a reaparecer el año pasado. En el 2018, además de esta pequeña fortuna, sumó bienes inmobiliarios registrados a un menor precio del real, valuados por él en G. 3.070.000.000 –sin incluir las de su esposa– y casi G. 900.000.000 en vehículos –sin los de su esposa–.
Una valiosa quinta de casi 4 hectáreas en Ñemby con murallones perimetrales que en algunas partes llega a más de dos metros con fundaciones de piedra, residencia de fin de semana con parque y caminos internos. Un condominio con varios dúplex en Fernando de la Mora. Otra residencia también en Fernando que funge de sede de reuniones políticas y una imprenta que imprime sus afiches. Una residencia a metros de la avenida España en Asunción, esquina de Diagonal Molas. Doce lotes en Areguá, incluyendo uno con casa cerca del lago. Una propiedad que tasó en G. 1.000.000.000 que dice es herencia. Esto sin incluir propiedades a nombre de su esposa ni una decena de inmuebles que figuran a nombre de su suegro.