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La decisión de 46 diputados (en las redes les llamaron “dipuchorros”) de destinar 150 mil millones de guaraníes al Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) para la contratación de operadores políticos fue la chispa inicial para que un sector de la ciudadanía se sienta en la necesidad de expresar su repudio.
En las redes sociales, la convocatoria para la protesta del viernes fue rauda y casi instintiva, minutos después de conocerse la decisión de la Cámara de Diputados. En cuestión de horas, decenas de mensajes en las diversas plataformas que operan en la red fueron armando el “after office de los indignados”.
En general, pocos tomaron en serio la iniciativa. Se creía que sería una más de las citas armadas a través de internet que terminaría con 50 personas protestando. Sin embargo, esta vez el llamado prendió. Con apenas dos semanas de diferencia a una convocatoria similar, la protesta del viernes logró aumentar en al menos un 2.000% la cantidad de manifestantes.
El proceso, sin embargo, no es nuevo en el país. Tiene antecedentes. El más cercano se remite a hace apenas dos semanas, el 12M, cuando un centenar de personas se reunió para reclamar al menos nueve temas: como justicia digna, el desbloqueo de listas cerradas, mayor seguridad y la eliminación de la inspección técnica vehicular, entre otros.
La novedad es la mayor concurrencia a actos de este tipo. La población está empezando a tomar compromiso con su futuro y manifiesta su repudio. El abucheo a Mario Ferreiro, candidato de la izquierda, dejó claro que el acto es ciudadano, sin lugar al proselitismo político. El inicio del activismo digital no tiene una fecha de partida. Tuvo un impulso importante tras la primavera revolucionaria en Medio Oriente, entre el 2010 y 2011. Ahora parece ir en aumento.