Cargando...
En principio, el vicepresidente Juan Afara no organizó nada especial por su cumpleaños, solo un encuentro en su residencia en barrio Jara con sus hermanos y otros familiares, además de contados amigos de la zona de Itapúa. El menú elegido fue el popular guiso, similar a los que se solían servir en los días de gobierno en el interior del país, que se adoptó en el inicio de este periodo presidencial.
Los planes de Afara cambiaron a la mediamañana, cuando le informaron que el presidente Horacio Cartes iría a su domicilio a saludarlo por su cumpleaños. El encuentro serviría además para disipar los rumores de que el Presidente y vicepresidente estaban distanciados, comentarios realizados por dirigentes colorados de Itapúa, feudo de Afara, y que se publicaron en la víspera en la prensa. El supuesto enojo del mandatario obedecía a que el referente partidario del sur comenzó una solapada campaña con miras ya al 2018, ignorando el acuerdo de que los dos primeros años se trabajaría para cumplir con las promesas electorales, dejando de lado cualquier actividad proelectoral.
Cartes llegó a la casa del vicepresidente pasado el mediodía, donde el anfitrión cambió de menú sobre la hora y preparó carnes a la parrilla, además de invitar a algunos altos funcionarios del Ejecutivo. Una mesa larga se improvisó en el quincho. A medida que llegaban los invitados se debieron incluir dos mesas redondas más, pegadas al tablón principal.
Un equipo periodístico de este diario pidió ingresar al lugar del almuerzo para tomar fotografías y hablar con el cumpleañero, sin embargo la respuesta fue negativa. Minutos después se dio una contraorden y se permitió el ingreso solo del reportero gráfico. Este ingresó y, al tomar un par de imágenes de Afara y Cartes, ya fue nuevamente invitado a salir.
Del encuentro participaron unos pocos legisladores colorados, algunos ministros y gobernadores, además de familiares del vicepresidente. El mandatario se retiró de la casa de Afara a las 14:15, mientras seguían llegando los invitados. El dueño de casa acompañó a Cartes hasta la puerta del vehículo y en la despedida se dieron la mano con poco entusiasmo, escena que se pudo observar desde la calle.