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Con la presencia de siete jefes de Estado y numerosas delegaciones extranjeras, presidentes de los poderes Judicial y Legislativo, y un público limitado a invitados, el colorado Añetete Abdo Benítez asumió como presidente y leyó su primer mensaje al país.
La ceremonia no tuvo la vibración de otras anteriores debido a la restricción de la asistencia de la gente, en un contexto de creciente descontento y escraches de sectores ciudadanos a políticos corruptos.
Una parte del microcentro de Asunción, que incluyó al Palacio de López, la sede del Congreso y la Catedral, estuvo completamente vallada y llena de seguridad policial y militar, de tal forma a evitar posibles protestas. Un grupo reducido de personas, en su mayoría del Parido Colorado, se acercó tras las barreras al acto que se realizó en la explanada litoral del Palacio de López.
Cerca de la media mañana Abdo Benítez juró, poniendo la mano sobre una Biblia, acompañado de su esposa Silvana López Moreira. El ritual fue ante el titular del Congreso, Silvio Ovelar (ANR-Añetete), mientras se escuchaban salvas de cañones, sirenas de barcos de la Armada apostados en la Bahía y campanadas de la Catedral. El cuadro lo completó una cuadrilla de aviones Tucano de la Fuerza Aérea Paraguaya con vuelos rasantes sobre el lugar del acto.
El flamante Jefe de Estado en su discurso enfatizó su compromiso de luchar contra la corrupción como mandato del pueblo, según dijo. Afirmó que “la impunidad es el cáncer a vencer”. Habló de instituciones fortalecidas e independientes “sin intromisiones y una justicia pronta y valiente”.
Invitó a los empresarios a invertir más en el país y aseguró que a la pobreza la vencerá con trabajo. Declaró la educación como causa nacional y prometió apoyo y asistencia técnica a los campesinos minifundiarios.
Prometió capacitación para los jóvenes a fin de que consigan empleo, porque el trabajo los alejará de las drogas y los robos, alegó. Enfatizó que será un “presidente que no les dará tregua” a las organizaciones criminales. Luego tomó juramento a 13 ministros y se trasladó a la Catedral de Asunción para el tedeum.