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Es una gran idea, porque México y varios países latinoamericanos tienen algunos de los mayores presupuestos para educación del mundo, y sin embargo ocupan los últimos puestos en los rankings internacionales de desempeño académico de sus estudiantes.
Según el Banco Mundial, México, Brasil y Argentina gastan entre el 5,2 por ciento y el 6,3 por ciento de sus respectivos productos internos brutos en educación, mucho más que China o Singapur. Pero en los últimos años, mientras el desempeño de los estudiantes latinoamericanos ha caído en las pruebas internacionales estandarizadas, el de China y Singapur ha mejorado.
México, Brasil y Argentina se sitúan casi al final de la lista de los 65 países que participan en las pruebas internacionales PISA destinadas a evaluar la capacidad académica de los estudiantes de 15 años, mientras China y Singapur se sitúan entre los primeros tres países de la lista.
¿Qué están haciendo los países latinoamericanos con sus presupuestos de educación?
Mexicanos Primero, la organización que instaló en el Periférico Sur en Ciudad de México el marcador electrónico que ha dado en llamar “abusómetro”, quiere aumentar la presión pública para que el Gobierno responda esa pregunta.
Un estudio realizado por Mexicanos Primero de las cifras del censo de México revela que casi US$ 3.000 millones del presupuesto de educación del país no están justificados anualmente. El “abusómetro” muestra a los automovilistas cuánto de ese dinero gasta el Gobierno cada día, cada hora y cada minuto.
Claudio X. González, presidente de Mexicanos Primero, me dijo que los gastos irregulares o ilegales del presupuesto educativo son usados para pagar los salarios de 298.000 personas, o el 13% de los docentes de la escuela elemental y secundaria del país. En muchos casos, quienes reciben estos salarios son beneficiarios de subsidios políticos o trabajan para los sindicatos de maestros, pero no están frente a un aula.
“El Gobierno federal y nosotros estamos financiando al enemigo, porque estamos pagando a los operadores políticos de las cúpulas sindicales, que son los que bloquean las calles para protestar contra la reforma educativa”, me dijo González. “Necesitamos que esos US$ 3.000 millones en pagos irregulares e ilegales sean usados para mejorar la infraestructura educativa, para capacitar maestros y directores, y para becar a jóvenes”, agregó.
Cuando le pregunté por la reacción del Gobierno ante el “abusómetro”, González me dijo que los funcionarios han guardado silencio, “lo que en mi opinión es desafortunado, pero en parte también nos deja claro que no están rebatiendo nuestras cifras. Las están dando por buenas”.
De las 298.000 personas que cobran salarios de maestros sin enseñar en ninguna escuela, 114.998 cobran cheques de maestros que han muerto o se han jubilado, y 113.259 reciben sus cheques por enseñar supuestamente en escuelas en las que nadie los conoce.
Otros 70.000 son maestros “aviadores” o “comisionados”, como se denominan a las personas que están “a préstamo” trabajando en puestos administrativos para los sindicatos docentes, cuando según la ley deberían ser pagados por los sindicatos, dice Mexicanos Primero.
El “abusómetro” estará instalado en la calle durante un mes, y luego seguirá funcionando en el sitio web www.finalabuso.org
Aunque parezca irónico, México tiene suerte, porque al menos tiene un grupo cívico no gubernamental que está llevando la cuenta de los fondos educativos que son desviados, o robados. En muchos otros países latinoamericanos, nadie lleva la cuenta.
En Argentina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se jacta de que su gobierno aumentó el gasto de educación a niveles récord, pero los niveles educativos se han desmoronado.
Aunque Argentina aumentó su presupuesto educativo del 4,6 por ciento al 6 por ciento de su producto interno bruto (PIB) durante la última década, el porcentaje de estudiantes que sacó un puntaje “insuficiente” en el test internacional PISA de comprensión de lectura aumentó del 44 por ciento al 52 por ciento durante el mismo período, según revela un estudio del instituto de investigación IDESA de Argentina.
Comparativamente, Canadá redujo su gasto de educación durante la última década desde el 5.6 por ciento al 5 por ciento de su producto interno bruto (PIB), y sin embargo logró mantener intactos sus mejores resultados en los tests PISA, dice el estudio.
Mi opinión: Sería maravilloso que en todos los países de Latinoamérica hubiera grupos cívicos que montaran “abusómetros” en el centro de sus capitales. Servirían como constantes recordatorios de cuánto del dinero de los contribuyentes son desviados o robados de los presupuestos educativos, mientras siguen cayendo los estándares educativos. ¡Bien hecho, Mexicanos Primero!