Un sueño posible

Paraguay tiene todas las condiciones necesarias para convertirse a mediano plazo en el principal destino turístico de entretenimiento de América Latina. Suena bien, ¿verdad? Pero estas cosas no ocurren por arte de magia. Tenemos que querer que ocurran, creer que ocurrirán, y hacer que ocurran. El primer paso consiste en reconocer y cambiar nuestra realidad.

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En 2013 nuestros vecinos Argentina y Brasil recibieron juntos más de once millones de turistas y más de doce mil millones de dólares provenientes del turismo, según datos del Banco Mundial. Según la Senatur, Paraguay en 2014 alcanzó 650.000 turistas.

El año pasado Patricia Janiot, de CNN, nos dio un preciso diagnóstico de nuestro problema al decirnos sin rodeos: “Yo creo que de afuera Paraguay no se visibiliza. Si piensas en ir de vacaciones al sur, no piensas en Paraguay. No sabes qué puedes visitar en Paraguay; el país no tiene un ícono turístico que lo identifique y pueda ser usado para darse a conocer y atraer a los extranjeros”.

En su edición 2015 el “Índice de competitividad en Viajes y Turismo”, publicado anualmente por el Foro Económico Mundial, ubicó a nuestro país en el lugar número 113 en el mundo y el último en Sudamérica en competitividad como destino turístico. Esta baja calificación se basó principalmente en que no tenemos turistas porque no tenemos suficientes productos turísticos atractivos; y no tenemos productos porque no vienen los turistas; y no vienen los turistas porque no tenemos conectividad; y no tenemos conectividad porque no hay suficientes pasajeros. Es decir, estamos en un círculo vicioso que impide a nuestro país recibir los beneficios del turismo, una actividad que según la OIT genera la nada despreciable cifra de 15 millones de puestos de trabajo directos e indirectos solamente en América Latina.

Evidentemente lo que estamos haciendo en esta materia no funciona. Si tomamos la cantidad de turistas que recibimos hoy, y la proyectamos a una tasa de crecimiento del 6% (promedio de los últimos 8 años), concluiremos que en 2030 alcanzaremos apenas 1.700.000 turistas/año, mucho menos que los que hoy visitan las vecinas Cataratas del Yguazú en un solo año.

No podemos seguir limitándonos a promociones internacionales genéricas e imprecisas de la magia guaraní, el sol de nuestro cielo, la belleza de nuestra tierra y la cordialidad de nuestra gente, todo lo cual, si bien es importante, no es suficiente. Tenemos que llamar la atención del mundo con algo de gran magnitud, verdaderamente impactante y atractivo que mueva a los extranjeros a venir masivamente al Paraguay en vez de ir a otro lugar.

Necesitamos promover la inversión en productos turísticos “ancla” que sean poderosamente atrayentes, y posicionarnos en el mundo como un destino con una clara identidad propia. ¿Acaso alguien pregunta qué tipo de atracciones encontrará si va a Orlando, Cancún o Las Vegas?

Propongo que como país lancemos al mundo una apasionada nueva visión y nos pongamos a trabajar decididamente para hacerla realidad: “Paraguay, principal destino turístico de entretenimiento de América Latina”.

La ciudad de Orlando recibió el año pasado más de 62 millones de turistas atraídos por sus parques temáticos, y uno solo de esos parques, el Magic Kingdom, fue visitado por más de 18 millones de personas en el año.

Nuestra nueva visión puede cumplirse buscando, negociando y logrando que por lo menos uno de esos parques se instale en nuestro país, preferiblemente en la triple frontera, aprovechando la sinergia con las Cataratas del Yguazú, que hoy reciben más de 2.500.000 turistas al año; la represa de Itaipú, con 500.000 visitantes al año; la ciudad de Foz de Iguazú, como centro de congresos y convenciones con 300.000 participantes por año, y Ciudad del Este, que recibe a más de un millón de excursionistas compradores al año.

Tenemos condiciones inmejorables para atraer a los inversionistas. Además de las casi 5 millones de personas por año que hoy circulan por la triple frontera, tenemos un potencial mercado regional extraordinario. Si tomamos un mapa que abarque solamente desde Perú y Bolivia para abajo, veremos que estamos en el centro de una región poblada por más de 314 millones de personas. Según datos del Banco Mundial, los turistas provenientes de estos siete países sudamericanos en 2013 gastaron en el exterior más de 40.000 millones de dólares.

Podemos ofrecerles estabilidad y condiciones impositivas inmejorables, que hasta podrían consistir en una zona franca de servicios que albergue la ciudad del entretenimiento. Algunos dirán “les cobraremos pocos impuestos”. Es cierto, pero ¿cuánto les cobramos ahora que no están?

Es imperioso cambiar nuestro discurso “nuestro turismo no es masivo, preferimos pocos turistas que vengan a sentir la magia de nuestra tierra”, por la pragmática expresión del presidente Obama pronunciada en 2012, precisamente en Orlando, al lanzar su ambicioso plan para impulsar el turismo hacia EE.UU: “El turismo internacional es el principal servicio que exportamos, y su crecimiento significa generación de empleos. Cuantos más turistas vengan, más compatriotas van a trabajar. Queremos que más turistas vengan a gastar su dinero aquí”.

(*) Miembro del Equipo Nacional de Estrategia País – ENEP.

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