Sana envidia

La ciudad de Encarnación se ha convertido en la nueva cara del país. Un bello rostro construido con los dólares de Yacyretá, en el marco de las obras previstas en el tratado de aquella hidroeléctrica. Es el orgullo del Paraguay, por un lado y, por el otro, la envidia para muchas ciudades que con iguales o mejores perspectivas, no tienen la misma suerte. Pero una envidia sana que nos hace ver a todos los paraguayos que esta nación es posible si se realizan las inversiones, como corresponde.

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Podríamos tener diez Encarnación sobre el río Paraná, si hubiera suficiente inversión. Podríamos tener diez veces más turistas en el país y consecuentemente diez veces más dinero para cada paraguayo.

La capital de Itapúa casi no siente la terrible crisis argentina con la devaluación galopante de su moneda, porque las tibias aguas de sus playas calientan su economía. Mientras, Ciudad del Este, Salto del Guairá y Pedro Juan Caballero buscan sobrevivir a como dé lugar, del mal llamado “turismo de compras”, porque no tienen ningún otro atractivo que ofrecer en estos tiempos de crisis y devaluación monetaria en los países vecinos.

Salto del Guairá en particular es también una de las capitales emergentes del país. Tiene un gran potencial que los inversionistas privados han descubierto y lo transformaron en la “ciudad de los shoppings”.

Lastimosamente, la hidroeléctrica que le tocó a esta ciudad –la Itaipú Binacional– no lo lleva en cuenta.

Prefiere invertir sus recursos en cualquier punto de la geografía, menos pagar su deuda histórica con la ciudad que perdió “la octava maravilla del mundo” con el nacimiento de la Itaipú: los Saltos del Guairá o cataratas de las 7 Caídas.

Si Itaipú tan solo construyera un puente internacional entre Salto del Guairá y Guaíra (Brasil) y un cuarto de la costanera que Yacyretá le entregó a Encarnación, hoy esta ciudad estaría generando mucha más riqueza a sus pobladores.

rduarte@abc.com.py

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