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El Paraguay, a su vez, recibe 8,4 US$/MWh del Brasil de compensación por cesión de energía, beneficio que el Paraguay pretende incrementar vendiendo en breve a precios del mercado brasileño y a terceros países desde el 2023, como el Brasil aceptó. Es decir, este valor de 8,4 US$/MWh tenderá a subir, en la misma medida en que el Paraguay vaya recuperando efectivamente su soberanía energética. Por citar apenas un ejemplo, hoy el Paraguay le vende a la Argentina a 180 y 210 US$/MWh, precios a los cuales podría vender la energía paraguaya de Itaipú desde el 2023. Aun limitándonos al actual beneficio de 8,4 US$/MWh, el Brasil debe pagar para retirar energía paraguaya de Itaipú (43,8 + 8,4 =) 52,2 US$/MWh en sus barras. Este es el costo mínimo de oportunidad que debe ser tenido en cuenta al analizar la tarifa para RTA, dado el escasísimo empleo, escasísimo valor agregado (todo es importado) y el consiguiente escasísimo impuesto (bajísimo IVA, pues el valor agregado es bajísimo) que generará tal empresa.
Finalmente, están los costos y pérdidas de transmisión, así como los beneficios de la ANDE para reinvertir, fijados en su Ley Nº 966/1964, para más obras de generación y transmisión. En forma muy conservadora se los ha calculado en 7,5 US$/MWh. Resulta así que la tarifa para RTA no puede ser inferior a (43,8 + 8,4 + 7,5 =) 59,7 US$/MWh, si es que no se quiere perder.
Además, hacia el 2017, entre RTA (que demandará la contratación de 1.604 MW, como se vio) y la demanda nacional (que ya superó los 2.200 MW), se llegará a una demanda global del orden de 5.000 MW. El Paraguay dispone de 7.780 MW (Itaipú, Yacyretá y Acaray), con muy pocas chances de aumentar más esta cantidad de fuente hidroeléctrica. Entonces, en pocos años la demanda de energía eléctrica del Paraguay crecerá un 50% y con ello se alcanzará el tope de utilización hidroeléctrica (ahora la demanda viene creciendo a más de 10%/año). Ello quiere decir que hacia el 2023, o poco después, el Paraguay se verá obligado a generar electricidad de otras fuentes, que bien sabemos su costo está por encima de 150 a 200 US$/MWh, en el mejor de los casos.
Si hoy se firma un acuerdo con RTA –como pretenden esta empresa y los “lobbistas” que la apoyan, dentro y fuera del Gobierno-- concediéndole una tarifa que la CRU Strategies recomienda, que en ningún caso sea superior a 38 US$/MWh por 30 a 40 años (2057) y discutible a los 20 años (2037), el Paraguay le entregará un subsidio de (60 – 38 =) 22 US$/MWh desde el 2017, o bien, dado un consumo de 9,6 millones de MWh/año, de (22 x 9,6 =) 211 millones US$/año. Desde el 2023, o poco después, cuando el Paraguay ya no tenga más energía hidroeléctrica que utilizar (cuando la demanda supere unos 8.000 MW, partiendo de 5.000 MW en el 2017, con RTA), el subsidio crecerá a (150 – 38 =) 112 US$/MWh, o bien (112 x 9,6 =) 1.075 millones US$/año.
Nótese que no incluimos un eventual mejor precio de venta de nuestra energía al Brasil, como este país aceptó, por lo que se trata de un cálculo sumamente conservador. Así, si tuviéramos que subsidiarle a RTA con 211 millones US$/año durante 10 años (2017 a 2026) y con 1.075 millones US$/año durante los siguientes 10 años (2027 a 2036, dado que la tarifa se discutiría, según la CRU, recién luego de un período de 20 años), el subsidio sería de (2.110 + 10.750 =) 12.860 millones US$. RTA afirma que invertirá (si bien SIEMPRE será de su propiedad) apenas US$ 4.000 millones.
¿Qué negocio es para el país otorgarle a una empresa como RTA US$ 12.860 millones de subsidio y recibir una inversión de apenas la tercera parte, que además siempre seguirá siendo de RTA? ¿Tienen ideología estos números? En nuestra opinión no, y si alguien tiene duda, que consulte con el US Energy Information, donde se prevé que hasta el 2035 los precios de la energía en el mundo crecerán en un 50%, lo que ni siquiera consideramos en nuestros cálculos, pues, de ser considerada esta suba, el subsidio sería mucho mayor. ¿Es razonable que entreguemos nuestra valiosa energía hidroeléctrica a precio subsidiado y fijo por 20 años? Evidentemente, no. Endefinitiva, la cuestión de RTA no es una cuestión de ideologías sino de números.