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¿Por qué la educación es de mala calidad? Porque los docentes no están suficientemente preparados, los alumnos no están muy motivados, los padres no colaboran y el Estado no brinda políticas públicas para mejorar la condición de los maestros.
Un docente no es un funcionario público cualquiera que espera a fin de mes para cobrar su salario. El magisterio es una vocación, una entrega, una dación. ¿Un padre, una madre entregaría a un funcionario público la formación de sus hijos? La respuesta es no. Entonces hay que pensar en revalorizar esta noble tarea.
Un profesor que no está bien preparado es poco lo que puede transmitir a su alumno. Y esto se refleja en niños y jóvenes que hoy día apenas leen y escriben. Menos se les podría exigir un juicio crítico. Se enseña poco, se lee poco, se asimila poco. Entonces la educación es de pésima calidad.
¿Cómo se puede mejorar esta situación? Revalorizando la profesión del docente. Con una buena capacitación, sueldos acordes con su preparación y el resultado de su trabajo.
Todos estamos de acuerdo que debemos invertir en educación. El sector docente deberá conversar con los nuevos gobernantes exponiendo sus necesidades. ¿Cuáles son los proyectos para mejorar y qué requisitos deberán reunir una educación de excelencia?
Es prioridad atender las peticiones de los maestros, otorgarles una vida digna a través de buenos salarios, jubilación, cobertura médica y demás conquistas laborales. Pero eso no puede ser un regalo del Estado.
También los maestros deben poner su parte, capacitarse, tener ganas de enseñar y trabajar con vocación y patriotismo. El país necesita una educación revolucionaria y transformadora acorde a los nuevos tiempos que vivimos. Sin viejas retóricas ni antiguos versos políticos, hace falta replantear la educación, con una visión diferente, analizando necesidades de maestros y alumnos. Solo así podrá existir un cambio; caso contrario, la educación seguirá siendo de pésima calidad.